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Vice Blog

“Gran Hermano 17” se estrena aburriendo a las ovejas

Los intentos de darle espectacularidad y empaque a la noche fracasaron estrepitosamentemuchos. Nos aburrimos. Y mucho.

Volvió "Gran Hermano" con el esperado relevo en la presentación: como los futbolistas retirados que tienen la ocasión de despedirse de su afición, Mercedes Milá apareció en los primeros diez minutos de gala para pasarle el testigo a JJ Vázquez, desaparecer del programa y, de paso, quitarse de encima un marrón que ya en la primera gala se veía más negro que marrón: conducir una edición, la número 17, que a tenor de su primera noche, huele a decepción mayúscula. A continuación explicamos por qué.

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Jorge Javier Vázquez

Más tieso que el palo de una escoba, JJ Vázquez se ha convertido en el enemigo público número 1 del fan intensito de "Gran Hermano". Superado por las comparaciones y coartado por una rigidez de guión más propia de presentador de informativos que de presentador de reality, Vázquez acusó ayer dos grandes problemas: primero, su dependencia del prompter, la escaleta y el texto. Ahí tiene las de perder, pues si algo hacía bien Mercedes Milá era reírse en directo del prompter e improvisar sobre la marcha con gracia y talento televisivo. Y segundo: la sensación de que al presentador se la trae bien floja el programa. Es un aspecto que desde fuera muchos no le damos la menor importancia, pero que el fan de "Gran Hermano" se toma muy a pecho. Si algo ha valorado siempre el seguidor el fan acérrimo, y también sus concursantes, es la pasión con la que Milá ha defendido y querido siempre el formato. Y viendo a JJ está claro que el sentimiento no es el mismo: por ridículo que nos pueda parecer, los espectadores más fieles de "Gran Hermano" quieren a un conductor que sea tan o más fan que ellos. Y que lo demuestre.

Sin ritmo no hay paraíso

Recuerdo galas de los premios Amigo con más chispa y agilidad. ¿Cómo es posible que hayamos pasado de las memorables primeras galas de 2014 o 2015 a la de ayer? Digo yo que no toda la responsabilidad será atribuible a JJ Vázquez, que el programa y los concursantes también tendrán algo que ver en ello. Lo de ayer fue un mazacote televisivo, así de simple. En más de dos horas de recorrido no habían presentado ni a la mitad de participantes: ritmo inusitadamente cansino, sensación de pesadez y una sorprendente rigidez formal contribuyeron al pequeño desastre.

Los intentos de darle espectacularidad y empaque a la noche fracasaron estrepitosamente

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La conclusión es que muchos nos aburrimos. Y mucho. Algo que te puede pasar en una tercera, cuarta o décima gala si no dispones de material potente desde dentro de la casa, pero que resulta imperdonable en una primera gala donde se supone que tienes que darlo todo de entrada. Parecía una entrega de premios, no "Gran Hermano". Seguramente porque los intentos de darle espectacularidad y empaque a la noche fracasaron estrepitosamente: entre la coreografía insultante, con un batería por medio haciendo un solo, para presentar a dos concursantes o el gag de los candidatos virtuales en la casa, que hasta un ciego vería que es una imagen virtual, los intentos de darle vidilla a la noche fueron un rotundo fracaso.

Secretos, mentiras y gilipolleces

Lo peor que le puede pasar a "Gran Hermano" es que no confíe en su casting. Y esto es lo que transmite el programa a tenor del ridículo baile de jueguecitos, semi verdades, ideas absurdas y tonterías de guión que vimos ayer. El problema no es únicamente que JJ Vázquez se pasara media gala repitiendo en forma de mantra "GH17, la edición de los secretos", que es lo mismo que nos decía insistentemente Milá en "GH16", o que dado el limitado nivel de comprensión de los concursantes la explicación de sus misiones de engaño se convirtiera en una auténtico epopeya intelectual. El problema es que el guión era realmente malo, inofensivo, ya explotado anteriormente, y sus actores no dieron la talla. En la edición anterior, por ejemplo, el juego de falsas identidades entre Maite, Sofía y Suso resultó brillante y redondo, y buena parte del mérito cabe atribuirlo al acierto de casting.

¿Por qué el programa decide meterse en un berenjenal técnico y conceptual tan arriesgado cuando tienes todos los números para que te salga mal?

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Aunque puestos a hablar de tonterías superlativas, en "GH17" la palma se la lleva el gag de la realidad virtual. ¿Qué necesidad hay de hacer el ridículo cuando tienes un formato que va solo?¿Por qué el programa decide meterse en un berenjenal técnico y conceptual tan arriesgado cuando tienes todos los números para que te salga mal? Ya cuando vimos de inicio a JJ Vázquez jugando con los cromas y los efectos visuales se nos hizo un nudo en la garganta: lo veías y sabías que saldría mal, que a fin de cuentas estamos en "Gran Hermano" y no en "Virtuosity". Y efectivamente: la cosa salió realmente mal.

Casting dudoso

Imitaciones baratas de Ylenia y Rafa Mora, personajes que en la primera noche ya ves claramente que se convertirán en muebles de decoración, semi profesionales del medio (Miguel y su bipolaridad transformista tienen más fotos con celebrities que JJ Vázquez), nuevas aspirantes a una portada cutre de Interviú… y para de contar. Los perfiles se repiten y siguen el cliché del programa en estos últimos años, quizás lo que falla son los propios personajes. La primera gala nunca es definitiva ni concluyente para saber si un casting es acertado o no, pero las sensaciones no son muy buenas.

Entendemos las leyes del marketing pero una cosa es jugar con la promoción previa y otra muy distinta tomarle el pelo a la gente con esta ligereza

Si algo tenía la primera gala de "Gran Hermano" es que esa misma noche acostumbrabas a tener ya uno o dos personajes favoritos. Gente en la que te habías fijado, por los motivos que fueran: el año pasado, sin ir más lejos, Maite Galdeano se convirtió en la estrella de la noche sin despeinarse. Y eso es un casting acertado. Ayer, sin embargo, fue muy complicado decantarse por alguno de los elegidos. Como si de momento le faltara ese plus de personalidad a los integrantes de la casa, indudablemente un mal síntoma y quién sabe si todo un presagio de lo que será esta edición.

Mucho humo y pocas nueces

Y por último, es inevitable dejar constancia de la sensación de profunda decepción que ha dejado el estreno. Entendemos las leyes del marketing, sí, no somos idiotas, pero una cosa es jugar con la promoción previa y otra muy distinta tomarle el pelo a la gente con esta ligereza. Si para calentar la primera gala decides vender novedades y "una bomba", algo totalmente lícito desde el punto de vista del mercado y la publicidad, tienes que tener en cuenta que el espectador se cobrara la factura si acaba encontrándose con bombas de humo y alfombras marroquíes en lugar de lo prometido.

¿Todo este rollo macabeo por un jueguecito de cajas que permitirá tener una vida extra a algún concursante expulsado? A mí me suena más a una versión remasterizada de la clásica repesca del programa, a un truco fácil y barato de un guionista aficionado a los videojuegos. Si esta era la bomba anunciada, tendrán razón los que se sientan atracados a punta de pistola. Y si las sorpresas y novedades tan publicitadas estos días son las que supuestamente vimos ayer, ese desfile de cromas, enredos de guión y juegos de identidad de reality low cost, entonces casi mejor no tocar nada y quedarse con el "Gran Hermano" que no garantizaba bombas pero traía al mundo de la tele a emblemas de la cultura popular española como Aída Nízar o Maite Galdeano.