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El alfabeto (ilustrado) del narco mexicano

X de "XTC"

México no es un productor decente de anfetaminas, sino metanfetamina.

Éste es uno de 29 testimonios que he recogido entre gente metida en la Guerra contra el Narco. Los nombres y locaciones específicas han sido omitidas por seguridad. Lo he acompañado de un dibujo y mi definición sobre alguna de las 29 palabras que he escuchado mentar a esta gente. Aquí les dejo la palabra de esta semana: XTC.

I. “Sueños raros cuando te metes éxtasis, pero no en tachas, sino en polvo cristalino de MDMA. Pienso en la vez del concierto al que no pudimos entrar porque se habían acabado los boletos: habíamos comprado cantidades enormes y decidimos hacer nuestra propia fiesta en el casino, al lado del lugar.

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Ella y yo nos cagábamos de risa, sorbíamos güisqui, observábamos a los viejitos engranarse en las máquinas tragamonedas y él dobleteaba el dinero que apostamos en la mesa de los dados. Fuimos los tres a cobrar las ganancias en silencio, miedosos a que los guardias descubrieran que estábamos hasta el cogote. Ella parecía que reventaría a carcajadas en cualquier instante.

Nos metimos el resto de los cristales en la casa de él (creo que hay una foto que guardo en mi teléfono). Ahí me tronó el efecto: comencé a sentir un relámpago de escalofríos en mi espalda, así que les pedí que tomáramos una cobija y nos acurrucáramos juntos en el sillón.

Tres cerditos, tres cerditos pequeños, tres cerditos recién nacidos mirando el televisor que estaba apagado, pero que reflejaba nuestras caras estremeciéndose de risa o de espanto: a estas alturas la diferencia no importaba. En la superficie negra temblaban nuestras siluetas al mismo tiempo que mis codos y rodillas. Después fuimos a un club. Ahí los perdí.

En la mañana llegué a una fiesta atascada de gente; paradójicamente, pinchó discos uno de los músicos que había tocado horas antes en el concierto al que originalmente habíamos querido entrar. Ahí conocí a una mujer morena de ojos claros. Me pareció verla desaparecer en el baño con un hombre idéntico a mi amigo, el de los dados y la casa. No había de quién despedirme, así que decidí irme a casa.

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Estaba solo, ebrio y ridículamente triste, un poco como siempre, pero con la seguridad de que las sábanas de mi cama estaban limpias y bien tendidas: un orgullo absurdo me repetía que olerían a mí y a nadie más.

Aunque estaba cansado, tomé un comprimido de clonazepam y me tumbé en la cama. Entonces soñé que me extraviaba en una ciudad que no reconocí, plana y en medio de un bosque cuidado por gente armada y con la cara cubierta con pasamontaña. En mi sueño estaba oscureciendo, además parecía que iba a llover. Me metí a la ciudad sin que sus guardias me prestaran atención y las calles se multiplicaron de manera idéntica; a pesar de darles vueltas, siempre aparecía en la esquina la misma casa blanca y despostillada, vagamente parecida a la casa donde crecí.

Pegada a la casa esa, una máquina como de engranes reventaba una docena de globos transparentes. Eso me daba mucho miedo, hasta que desperté.”

II. X es un código que frecuentemente identifica a algunos de los líderes del Cártel del Golfo, la organización criminal más antigua de México: Jorge Eduardo Costilla Sánchez, alias el XX, quien ejerció brevemente el liderazgo del cártel hasta su captura en septiembre del 2012; o Mario Ramírez Treviño, alias el X 20, quien actualmente es considerado el jefe máximo del grupo. X también es la marca tradicional sobre la superficie de los primeros comprimidos comúnmente asociados al MDMA y al resto de las anfetaminas, aludiendo a su nombre de calle: el éxtasis o XTC. Para la DEA, México no es un productor decente de anfetaminas, sino de metanfetamina (informes gubernamentales reconocen al país como el surtidor del 80 por ciento del cristal que se consume en Estados Unidos); históricamente, el producto nacional de exportación se reduce a mariguana de ladrillo, que es una mota de baja categoría, y a heroína negra, también subvalorada en comparación con la pureza asiática y afgana de los derivados tradicionales de la adormidera.

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Los datos del consumo interno de drogas en México, sin embargo, parecen reducirse a encuestas como la Nacional de Adicciones (ENA) que data del 2011. ¿Cuántas veces se habrá multiplicado el consumo en dos o tres años, suponiendo que esa encuesta sí arroja datos fidedignos de consumos más bien íntimos? A los vertiginosos giros característicos de los mercados contemporáneos (aún más tratándose de mercados “ilegales”), así como a la creación de nuevas rutas y redes de comunicación y flujo de capitales matéricos y simbólicos, habría que reinventar el modelo obsoletísimo con el que el que organismos médicos y gubernamentales piensan y articulan el universo de consumos de droga problemáticos y recreativos.

Los indicadores oficiales, así como los resúmenes en prensa que advierten porcentajes en masa de consumidores de cristal o de inhalantes o de cocaína dejan fuera lo imprescindible: que cada caso de consumo es un caso único, que ni la toxicodependencia o uso recreativo en general no es uno de cuerpos que consumen, sino de personas y complejidades. Los índices oficiales se empeñan en numerar y clasificar cuerpos como si fuesen variables “x” y no universos personales, por lo que las políticas de prevención actuales también —al igual que las del combate al narcotráfico— están destinadas a fracasar. Una política real que de respuesta a las problemáticas relacionadas al consumo tiene que pensar este como hilo enrevesado de historias de gozo y sufrimiento.

Anteriormente:

W de "Washington"

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