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¿No habéis encontrado complicidad entre habitantes de esos pueblos que no ven con buenos ojos esas torturas?No demasiada. Este tipo de fiestas cuentan con un gran apoyo popular, y a menudo la gente que no está de acuerdo simplemente se va del pueblo durante la época de fiestas. Así que no hay voces discordantes. No escuchas a nadie decir: "uf, pobrecito animal. Qué barbaridad". Ni padres que le expliquen algo a sus hijos, que contemplan la escena, sobre el contexto en el que se está llevando a cabo esa crueldad con el animal. En ese sentido, los que salimos peor parados somos los propios españoles.Habrá quien te eche en cara que estás ofreciendo una imagen muy negativa de tu propio país…Sí. Incluso hay gente dentro de mi círculo de amigos que me ha dicho que hacer este documental no era una buena idea. Yo les decía que lo alucinante es que hayamos llegado hasta aquí. Que las cifras de animales asesinados por diversión son espeluznantes. También ponía encima de la mesa los datos económicos: en una España en crisis, se destinan 600 millones de euros a este tipo de festejos. En muchos pueblos, los concejales que proponen recortar la partida destinada a las fiestas son amenazados, por lo que se ven obligados a quitar dinero de las bibliotecas o de cualquier otro servicio con tal de que la gente tenga su festejo cruel. Todo esto ha de saberse. Porque en un país que ha sido líder en cosas como el matrimonio gay o la ley de dependencia, no podemos ser ejemplo de la caverna. España no va a dejar de ser España por eliminar toda esta tortura.Algunos de estos pueblos están llenos de gente que está buscando una excusa para el linchamiento. No hay mucha diferencia entre ellos y las cuadrillas del Ku Klux Klan.
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