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Cultură

Zombis en la Antigua Grecia

Un cadáver esposado y otro enterrado bajo una montaña de piedras que encontraron en el país helénico sugieren que el miedo de que la puerta del Hades sea giratoria viene desde la Antigua Grecia.

Los muertos llevan mucho tiempo persiguiendo a los vivos. En 1883 los legisladores prohibieron las pociones para crear zombis en Haití, donde se decía que los sacerdotes vudú buscaban esclavos en los cementerios. En el siglo 19 en Nueva Inglaterra tenían el hábito de decapitar a los cadáveres frescos para evitar que volvieran de la muerte. Y cuando Australia invadió Serbia en el siglo 18, los militares reportaron un brote de vampirismo en Medeugna, un pueblo al lado del río Morava, que tomó las vidas de 16 personas.

Sin embargo, el miedo de que la puerta al Hades sea giratoria data de mucho antes. En un nuevo artículo de la revista de arqueología Popular Archaeology, la antropóloga Carrie L. Sulosky Weaver sugiere que para los antiguos griegos los muertos vivientes eran una realidad. Al menos desde la era de piedra, escribe, "los griegos imaginaban situaciones en las que los cuerpos reanimados se alzaban de sus tumbas, caminaban por las calles y acosaban a víctimas desprevenidas para exigir la retribución que se les negó en vida". Sulosky destaca un par de tumbas inusuales en la necrópolis de Camarina, una colonia griega en Sicilia. Allí se encuentran dos esqueletos en un extraño estado de reposo: uno debajo de una montaña de piedras y el otro atado con esposas de cerámica, como si los locales tuvieran miedo de que se escaparan.

Los historiadores llevan tres décadas rascándose la cabeza sobre el significado de este sitio, pero la teoría de Sulosky tiene sus méritos, ya que Sicilia era un semillero de la necromancia. Los griegosenterraban tablas en las tumbas y expresaban elaborados encantamientos para pedirle a los habitantes del inframundo que los guiaran en sus viajes, que los llenaran de riqueza y que les fuera mal a sus enemigos. Claro que el problema de despertar a los muertos es hacerlos que vuelvan a dormir. "Los muertos vivientes quedaban atrapados en sus tumbas si eran amarrados, clavados, volteados con el estómago hacia abajo, enterrados a profundidades muy bajas o si se les colocaban encima piedras u otros objetos pesados", escribe Weaver.

No obstante, los cadáveres podían volver a la vida por razones más mundanas que la magia negra. "Gracias a las fuentes literarias existentes parece que los griegos creían que los muertos podían revivir si eran asesinados, si no se les daba un entierro adecuado o si tenían asuntos sin resolver", dijo Weaver a VICE. Otras causas eran el suicidio y una enfermedad abrupta. A pesar de las visiones contemporáneas de que los muertos salen de sus tumbas en hordas para atacar a sus hermanos de sangre tibia, la mayoría de los relatos durante los últimos miles de años han sido situaciones en que los visitantes son miembros de la familia. Parecería que el miedo a que los cadáveres vuelvan a la vida viene de cierta culpa que a menudo se asocia con el duelo: nuestra impotencia para evitar la muerte de un ser querido. En este sentido, el muerto viviente es el más humano de los monstruos, pues es el espectro de nuestro dolor, y no debería sorprendernos que haya perseguido a la civilización desde el principio de los tiempos.