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Los beneficios médicos de los hongos mágicos

La psilocibina, compuesto que contienen los hongos mágicos, tiene propiedades curativas ya explotadas por culturas ancestrales. Ahora los científicos, a pesar de las trabas legales, la prueban para tratar enfermedades como la depresión o la ansiedad.
Hongos que contienen psilocibina. (Imagen vía Flickr).

Este artículo fue publicado originalmente en VICE News, nuestra plataforma de noticias.

El compuesto que contienen los hongos mágicos y que provoca los efectos alucinógenos, la psilocibina, tiene potentes propiedades que antiguas culturas ya explotaron como remedio medicinal, y que ahora los científicos han empezado a probar para tratar la depresión, las migrañas, la ansiedad a causa de un cáncer y por la adicción a drogas como el alcohol o la cocaína.

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Sin embargo, investigar con hongos mágicos, aunque sea en un entorno clínico, cuenta hoy con importantes obstáculos legales y los pocos investigadores que se atreven a investigar con ella deben pasar por un largo y costoso peregrinaje.

Hace unos meses, en el Reino Unido, en el Imperial College de Londres, justo se comenzó un ensayo clínico para aplicar psilobicina a 12 pacientes con depresión. "Aunque desde un primer momento contaban con el dinero para tirar adelante la investigación, han tenido que esperar 3 años para obtener las autorizaciones pertinentes y que les llegase el extracto procedente del único laboratorio de todo el mundo autorizado para distribuirlo de forma legal", explica a VICE News David Nutt, jefe de la unidad de neuropsicofarmacologia del Imperial College.

La psilocibina, si se administra de forma controlada, en un entorno clínico y con las dosis adecuadas, puede "reconfigurar" el cerebro de las personas con depresión y eliminar el bucle de pensamientos negativos que retroalimentan la enfermedad, explica Nutt.

En un estudio anterior, Nutt y Robin Carhart-Harris, investigador del mismo centro, utilizaron la resonancia magnética para introducirse dentro del cerebro en pleno viaje sicodélico y ver qué cambia. Observaron que la psilobicina suprime la actividad en una zona, la corteza pre-frontal medial, habitualmente hiperactiva en las personas que padecen depresión.

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También "actúa en la producción de serotonina —neurotransmisor que las personas con depresión producen en menor cantidad—", explica a VICE News Magí Farré, jefe del Servicio de farmacología clínica del hospital Germans Trias i Pujol, ubicado en la ciudad española de Badalona.

"En dosis bajas es cuando se cree que puede tener un potencial terapéutico", puntualiza. Por otro lado, este alucinógeno natural, tiene un poder evocador que "también permitiría recuperar recuerdos para trabajarlos", añade Farré.

Dios en una pastilla

En Estados Unidos, un grupo de investigación de la Universidad John Hopkins, ha estado probando su eficacia para dejar de fumar y para que enfermos terminales de cáncer afronten de la mejor manera el inevitable viaje hacia la muerte. Los participantes en este último estudio lograron cambiar la vivencia gracias a la experiencia mística que los médicos indujeron con la ingesta de la psilocibina. Consiguieron reducir la angustia y así un final más dulce. Algunos incluso han llegado a bautizar la psilocibina como "Dios en una pastilla".

En la misma línea, otro grupo de la Universidad de Nueva York está apunto de iniciar ya una tercera fase de ensayos con un nutrido numero de enfermos de cáncer terminales. Como si se tratasen de maestros de ceremonias, los médicos guían al paciente durante la toma y el tiempo que dura su efecto. Al despertar, su percepción ha cambiado, su angustia se ha transformado. Muy pocos son los que padecen el peor de los efectos secundarios que puede tener: la angustia de un mal viaje.

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Medicina tradicional

El uso terapéutico de la psilocibina no es nada nuevo. En diferentes culturas, la medicina tradicional los ha utilizado para sanar. Desde la civilización azteca, pasando por la popular María Sabina en México, hasta sanadoras de la misma Península Ibérica hace apenas 20 años, según un estudio realizado por Juan Andrés Oria de Rueda, catedrático de micología de la Universidad de Valladolid, en el que ha recogido testimonios de mujeres ancianas que en el pasado ejercieron como curanderas en Extremadura, Ávila y Zamora.

"Este tipo de hongos se han utilizado sobre todo para dolores de cabeza, se trata de especies autóctonas muy comunes en España, como el Psilocibe semilanceata, a los que llamaban Fungueiru o Hongo de la Tía Juana, y que están muy presente en zonas con pastizales, porque crecen sobre todo gracias a los excrementos del ganado", explica a VICE News Oria de Rueda. "Está comprobado su interés para tratar las migrañas en racimo, que son cefaleas tan fuertes que incluso ha habido casos en los que han llevado al suicidio", explica Oria.

Caso aparte es la amanita muscaria, que contiene otras sustancias alucinógenas, como el muscimol y el ácido iboténico. "Es la más conocida, pero tiene otros efectos", puntualiza Oria.

Contra la prohibición

Las sustancias psicodélicas, tanto el LSD como la psilocibina, se utilizaron en investigaron en psiquiatría clínica hasta que a partir de 1971, a partir de la Convención de Naciones Unidas sobre Sustancias psicotrópicas, se prohibieron gradualmente en todo el mundo, explica a VICE News James Rucker, especialista del Instituto de Psiquiatría del King's College de Londres.

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La psilocibina puede reconfigurar el cerebro de las personas con depresión y eliminar el bucle de pensamientos negativos.

Este psiquiatra británico defiende a capa y espada la necesidad de dar más facilidades a la investigación con estas sustancias, hasta el punto que ha hecho bandera publicando este mismo año la prestigiosa revista científica British Medical Journal, con un artículo en el que pide la recalificación de estas sustancias para su uso científico.

No es el único. David Nutt, que ha sufrido un largo camino burocrático para llegar a hacer sus ensayos clínicos para tratar depresión, también ha publicado este mismo año otro artículo de denuncia en PLOS Biology. Le ha resultado muy difícil lograr los permisos necesarios por parte de la Unión Europea y del gobierno británico, y también denuncia el control de la compra-venta de psilocibina por parte del único laboratorio que la produce.

Además de los obstáculos legales y la dificultad para que los comités éticos lo aprueben, en el caso de la psilocibina existe un freno económico, explica Rucker. "A causa de las restricciones que establece Naciones Unidas, tan solo existe un fabricante en el mundo que produzca psilocibina de suficiente calidad como para ser utilizada en estos estudios, a un precio prohibitivo de más de 130.000 euros el gramo, que da para 50 dosis", afirma Rucker.

En el Reino Unido, además, el gobierno también exige a los grupos de investigación autorizados el pago de una licencia para esta actividad que asciende a más de 6,000 euros. Además, el permiso tarda en llegar al menos un año.

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Falsos mitos

Según el psiquiatra del King's College, las autoridades del momento construyeron falsos mitos entorno a los psicotrópicos, como que incitaban al suicidio. Según un trabajo de metanálisis de los estudios científicos realizados antes de la prohibición de estas sustancias y utilizando dosis controladas no existe riesgo de suicidio ni autolesiones. A diferencia de otras drogas, no es adictiva.

Algunos ven en la prohibición un intento claro de desmontar la contracultura de la época. Fue el químico Albert Hoffman quien consiguió sintetizar por primera vez en un laboratorio un alucinógeno, el LSD, en 1947, y 11 años más tarde la psilocibina, en el 58. Pero fue un articulo publicado un año antes en la revista Life el que hizo famosas las setas mágicas, en el que Robert Wasson, banquero y etnomicólogo que investigaba de forma independiente, explicaba las experiencias psicodélicas vividas en un viaje a las montañas.

A partir de ahí, la psilobicina salió del ámbito clínico y diferentes movimientos empezaron a experimentar con drogas psicodélicas, entre elles las setas. El mismo día que Kennedy tomó la presidencia de los Estados Unidos, el mismo Jack Kerouac probó psilocibina de laboratorio (que por entonces producía Sandoz), tal como narra en una carta dirigida a Timothy Leary, psicólogo que en aquella época se dedicó a investigar ampliamente con estas sustancias. El movimiento hippy también hizo suyo el arsenal psicodélico.

Además de la psilocibina, los científicos están interesados en poder investigar entorno a otros alucinógenos. El LSD también parece ser efectivo ante la ansiedad y las migrañas, y el éxtasis podría servir para tratar el estrés postraumático.

Sigue a Mònica L. Ferrado en Twitter: @MonicaLFerrado