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Salud

"La naturaleza va a tardar millones de años cicatrizando": un informe sobre el daño del Cerrejón

Los investigadores Julio Fierro y Ana María Llorente publicaron un documento que revela cómo la minería está afectando el agua, el aire y la tierra de La Guajira.
Foto: Wikipedia

Sabemos que la del Cerrejón es una de las minas a cielo abierto más grandes del mundo. Que llevan más de treinta años extrayendo, beneficiando y enviando carbón principalmente a Europa y a Estados Unidos. Y que se han desatado innumerables problemáticas sociales a raíz de la convivencia de la minería con los indígenas wayuu de La Guajira. Pero no sabemos, a ciencia cierta, qué tan estrecha es la relación entre la explotación minera y las crisis por agua que sufre a cada rato ese departamento. Tampoco conocemos con precisión el peligro que podrían generar algunos residuos. Y seguramente casi nadie se ha preguntado qué va a pasar con el área explotada una vez la compañía termine su labor y se vaya.

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Los datos que se conocen son los que entrega la misma empresa a las autoridades ambientales. Sin embargo, en el pasado no se hicieron estudios independientes en materia geoambiental que pudieran contrastar o interpretar lo que decía la compañía. Por eso es cuando menos arriesgado decir que la Autoridad Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) y Corpoguajira han tenido todos los elementos para determinar que la explotación, tal y como se está haciendo, es viable en términos medioambientales y de salud.

El geólogo Julio Fierro, la ingeniera Ana María Llorente y su equipo, del grupo Terrae, vienen desde hace un tiempo trabajando para resolver esas preguntas. A raíz de sus investigaciones acaban de publicar un informe técnico sobre impacto que puede tener la explotación del Cerrejón en la calidad del agua, del aire y la estabilidad de la tierra.

A la par del informe, hoy, 11 de noviembre, Cerrejón recibió el reconocimiento ambiental BIBO 2016 en la categoría de desarrollo sostenible.

Para Fierro, son cuatro los hallazgos fundamentales de la investigación, hecha a partir de las cifras presentadas en los mismos informes que publica la empresa. Su conclusión, parado en lo que encontró, es que "el daño causado en el Cerrejón es irreversible y la naturaleza va a tardar millones de años en cicatrizarlo". Esta es la situación, aterrizada a palabras más sencillas por Fierro y Llorente. Los aspectos técnicos los encuentran acá.

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La cantidad de agua

Hay un daño a todo el sistema del agua superficial y subterránea. Dice Fierro: "si usted cambia vegetación, así sea de zona semidesértica, por un hueco seco, usted cambia el microclima, que se refleja en temperaturas y en lluvias". Para hacer un hueco gigante como el que ocupa la obra, explica, hay que sacar a la población, luego quitar la vegetación y luego remover los acuíferos, que es donde se aloja el agua subterránea. El informe revela que el uso de agua por parte de la empresa casi se duplicó entre 2006 y 2012. Esa afectación se traduce en una reducción de la cantidad de agua potable en la región.

El investigador explica además que "Cerrejón siempre responde que los acuíferos más profundos tienen unas aguas que no sirven para consumo humano, y parece que en casi todas las capas eso es cierto, pero parece que hay algunas capas que sí tienen aguas de una calidad suficiente para ser potabilizada. Además, nunca hablan del acuífero de más arriba, el aluvial, y ese tiene aguas de excelente calidad que se desaprovechan".

La calidad del agua

Las rocas guardan tóxicos bajo tierra. Cuando se parte el suelo para explotar minerales, esos tóxicos se dispersan. Fierro y Llorente encontraron que esos residuos están presentes en las rocas acumuladas en los botaderos y que con el tiempo se dispersan a través de los ríos y arroyos. Aunque la concentración de esos tóxicos es muy baja, se vuelve relevante cuando se mira en proporción: Cerrejón saca 35 millones de toneladas de carbón al año, y cada tonelada de carbón produce de 10 a 20 toneladas de residuos que van a los botaderos.

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Ese problema, dice Fierro, "es absolutamente omitido en el estudio de impacto ambiental, y esa omisión pasa a ser una ignorancia irresponsable porque ellos mismos dicen que pueden causar un problema que se llama drenaje ácido de mina". ¿Qué quiere decir eso? ¿Qué estarían ignorando los estudios presentados por la compañía? Cuando se exponen residuos de rocas del subsuelo, se genera un proceso de acidificación: las aguas se vuelven más ácidas. Pero resulta que, según el informe de Fierro, la tendencia en la Guajira es a la alcalinización, es decir, la contraria a la que se creía.

Esa alcalinización, explican Fierro y Llorente, se relaciona con la liberación de especies químicas tóxicas. O sea: si usted tiene agua en un rango usual de pH no pasa nada, pero si usted se pasa para arriba y tiene algo muy alcalino, es peor. Un ejemplo: el arsénico se dispersa en pH de más de 8,3. Y los pH medidos en el Cerrejón, según el informe, pueden ser mucho más altos que eso. El arsénico es carcinogénico. Y además encontraron otros tóxicos como el selénico, que son mutagénicos. Llorente aclara que en La Guajira eso es más grave porque la población está acostumbrada a consumir el agua directamente de los pozos, sin tener claro que allí están dispersos esos residuos.

La calidad del aire

Las comunidades que habitan la zona viven cerca a la mina. Están constantemente expuestos a todo el polvo que se genera por las voladuras. Sin embargo, al igual que pasa con el agua, los tóxicos también se dispersan en el aire. Dice el informe que "estas altas concentraciones de elementos perjudiciales para la salud humana se configuran en una amenaza si se tiene en cuenta que los procesos directa e indirectamente relacionados con la extracción minera pueden llegar a exponerlos ya sea en solución en aguas superficiales y subterráneas y en el aire como partículas muy pequeñas" y agrega que que "algunos de los efectos de estos elementos son afecciones pulmonares, cardíacas, reproductivas y laceraciones en la piel".

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La estabilidad de los huecos

Fierro explica que los huecos enormes que se cavan para la explotación "tienen que ser estables y también tienen que ser estables las montañas artificiales que hicieron. Hay que asegurar que eso no se vaya a caer". Los taludes son las paredes que delimitan las fosas de donde se ha extraído el carbón. Los taludes de mayor altura en el país corresponden con las zonas de gran minería de carbón, como el Cerrejón, donde alcanzan más de 320 metros. Sin embargo, el informe dice que "los estudios de estabilidad de taludes presentados (por la empresa) no brindan ni a los trabajadores ni al territorio en el futuro los criterios de seguridad que a corto, mediano y largo plazo debe involucrar un talud final y por lo tanto se constituyen en potenciales generadores de amenaza y riesgo a futuro".

Así se ve el Cerrejón desde arriba.

El problema, explica Fierro, es que la empresa se estaría saltando una norma de 2010, que clasifica a La Guajira como zona de amenaza sísmica intermedia y exige que se evalúe qué pasa si se le pone una carga a uno de los taludes. Fierro dice que ni siquiera se ha probado que esas altas paredes sean estables estando quietas, por lo que con una carga podrían producirse grandes deslizamientos y erosiones. De hecho, aclara que "no es sino meterse a Google Earth para ver la cantidad de deslizamientos y procesos de erosión que ya han provocado esas minas".

Finalmente, explica una situación a la que habría que enfrentarse cuando la empresa pare las actividades y abandone el territorio: "piense en cuando uno hace un castillo de arena en la playa. Usted cava, llega a cierto nivel y encuentra agua subterránea que le daña el hueco. Pues en la minería eso es completamente análogo. Ellos hacen sus huecos y el agua subterránea se les empieza a ir para adentro. Pero uno no puede hacer minería con el hueco lleno de agua. Entonces ellos hacen una cantidad de pozos subterráneos por fuera del hueco, chupan agua para bajar el nivel y bombean el agua que se les alcanza a ir para adentro". Así, controlan provisionalmente la situación. La preocupación es que, cuando se vayan, ya no se encargarán de hacer los pozos ni de bombear el agua que inunda el hueco, que inevitablemente se llenaría y sería el Estado el encargado de asumir esa responsabilidad.