Escenas de una misa negra en México

FYI.

This story is over 5 years old.

Fotos

Escenas de una misa negra en México

La ceremonia fue así: cada participante llegó con su problema específico, como un matrimonio fallido, un plan de venganza o un negocio no exitoso para buscar cambiar su suerte.

Vincent Long es un fotógrafo que pasó varios meses en Centroamérica. Nos mostró estas fotos y quisimos saber qué estábamos viendo. Así que, en sus palabras, esto es lo que pasa en una misa negra en México.

No estoy seguro de qué significa ser un brujo, pero en el pueblo de Catemaco, en el Estado de Veracruz, significa que le das suerte a los más poderosos, sanas a los enfermos e invocas al diablo. Y en esta zona llena de hechiceros, un hombre llamado Gonzalo Aguirre Pech fue probablemente el más famoso de todos.

Publicidad

En la década de los 70, a Gonzalo se le conocía como El brujo mayor. Además de sus aptitudes para el misticismo, también ayudó al turismo con su convención de brujería conocida como el Congreso Nacional de Brujos de Catemaco. Básicamente es como una feria comercial para brujos que, con el paso del tiempo, se volvió un festival de tres días. Se lleva a cabo en marzo y acuden al menos 200 chamanes, curanderos, herbolarios y cerca de cinco mil espectadores.

Las misas de los brujos de Catemaco han sido una escena bastante grotesca desde hace varios años, aunque hace poco bajó de tono porque se prohibió el sacrificio de animales. Sin embargo, las versiones originales y más sangrientas aún se llevan a cabo en los cerros aledaños. Y así fue como llegué a esta misa negra que se realizó en un lugar conocido como el Cerro Mono Blanco.

La ceremonia fue así: cada participante llegó con su problema específico, como un matrimonio fallido, un plan de venganza o un negocio no exitoso.

Después, se arrodillaron frente a uno de los ocho chamanes y se les bendijo con encantos e incienso mientras sacaban varias gallinas. Les torcieron el pescuezo, les arrancaron la cabeza y vaciaron su sangre sobre los suplicantes arrodillados.

Después sacaron a un chivo. Fue algo muy difícil de ver porque se notaba que el chivo estaba aterrado. Lo sostuvieron, le cortaron la garganta y recolectaron la sangre en una tazón de cobre.

Publicidad

Los chamanes y los suplicantes se pasaron el tazón y tomaron la sangre tibia del chivo. Por la expresión en su rostro, se notaba que no sabía bien pero, al parecer, la magia negra no iba a funcionar sin la energía y el poder espiritual de la sangre. Cuando terminó este ritual, los nuevos convertidos se reunieron alrededor de un pentagrama de fuego de 4.5 metros de alto y empezaron a rezarle al Diablo. Todo esto para invocar a la bestia para que estuviera entre nosotros, una posibilidad que, en ese momento, me estaba matando de nervios.

El Diablo no se presentó, al menos no frente a mí, y después de un rato nos llevaron a una caverna subterránea adornada con crucifijos boca abajo y una estatua gigante de Lucifer con una erección. Todos empezaron a escupir tequila sobre la erección en honor a su deidad. No supe si era por admiración o desdeño porque todo en sí era muy loco.

Me dijeron que ese era el momento culminante. Los nuevos seguidores le juran lealtad al Diablo y prometen cumplir con el dolor y la pérdida de sus almas para siempre. Después, los chamanes reunidos gritaron "Viva Lucifer" y al parecer, con eso, el hechizo quedó sellado.

Me fui poco después. Sentía que había visto toda la sangre y el gore que podía soportar. Además, le tengo mucho aprecio a mi alma.