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La puja entre estos dos se resolverá de acuerdo con la eficiencia que los líderes políticos tengan en las zonas rurales del departamento. Sí, líderes políticos, ese es el título que se le concede a todo individuo capaz de juntar votos (comprados) para sus candidatos.En un artículo reciente de Laura Ardila para la Silla Caribe, la periodista entrevista a un "líder popular" experimentado, uno de esos personajes que se encargan de ordenar la maquinaria de la compra de votos en la ciudad en los meses previos a las elecciones. El "Puya Ojos" —así se le llama en Cartagena al que embauca a otro para obtener un beneficio— le dice: "la primera regla de este "negocio" es que siempre hay un 50 por ciento de pérdida, pues para comprar 10 votos hay que pagar 20". En la ley de la costa caribe no existe el voto de opinión, sólo el voto comprado. Por eso no sorprende que ni una sola de las veces haya escuchado hablar sobre las propuestas de los candidatos, sino sobre sus vidas privadas, sus trayectorias públicas y sus relaciones con el poder.Mientras que en los extramuros de Cartagena hay bandas criminales reclutando niños para el sicariato y el narcomenudeo, el área turística de la ciudad es uno de los lugares más seguros del país, incluso cuando el Distrito tiene una tasa de homicidios de más de 29 por cada 100 mil habitantes. Mientras esperamos y esperamos, y pagamos y pagamos por un sistema de transporte masivo, el Transcaribe, que lleva 12 años en construcción y aún no ha sido inaugurado, el puerto recibe decenas de cruceros que cunden el centro histórico de turistas ávidos de compras. Mientras los señores candidatos se miden las espuelas y sus habilidades para el soborno, más del 40 porciento de la población vive por debajo de los niveles de pobreza. Pero nada de esto entra en el debate público, es lo innombrable, lo resignado, y por tanto, invisible. La ciudad no existe debajo de ese cascarón luminoso que llamamos Heroica.Los idealistas —si aún existen— ven la época de elecciones como la temporada por excelencia para el ejercicio democrático. Pero, oh paradoja, en este lado del mundo es el día de "la liga", el día en el que el ciudadano pierde su sentido de la libertad por los cincuenta mil pesos que cuesta su voto, los permisos para transitar, el cargo público para el primo, el favorcito, el chamullo, la transacción fraudulenta. Así las cosas en esta época, 25 años después de mi globo de Fisher Price, en la que la Cartagena visible, glamorosa y romántica está sobre expuesta en los grandes medios del mundo, y la ciudad que habitamos los cartageneros vive debajo de un tapete que solo se levanta para echar la basura que nadie sabe donde votar botar.Teresita Goyeneche trabaja en la Fundación Nuevo Periodismo Iberoamericano, y cuando no está caminando por las calles de Cartagena, se pasea por Twitter como @goyeneche_TeEn la ley de la costa caribeno existe el voto de opinión, sólo el voto comprado.