Bastion
Plataforma: Mac, PC, Linux, Xbox 360, Chrome, PS4, PlayStation Vita y iOS.Por ahí dicen que lo que importa es la personalidad. En el caso de Bastion, quienes dicen eso, tienen razón. Pequeño y encantador, tiene la fácil accesibilidad de muchos juegos indie, pero mantiene la dificultad que entretiene al público gamer más exigente. Bastion es la historia de un niño que despierta, solo, sobre una piedra en el cielo. La calamidad lo rodea: su mundo, una colorida ruina en dos dimensiones dibujada a mano, remite a hermosas desolaciones salidas, quizás, de una mezcla extraña entre un wéstern y una película de zombis: muelles devorados por pantanos, ferrocarriles abandonados; ciudades colonizadas por extrañas criaturas de extraños nombres: windbags, peckers, pincushions, lunkhead, bootlickers.
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Dark Souls
Plataforma: PC, PS3 y Xbox 360.Dark Souls, de Hidetaka Miyazaki (2011), es un juego implacable. Carece de tutoriales amigables u objetivos claros. Su historia es críptica y su atmósfera medieval, oscura. Sus combates tipo hack and slash, aunque emocionantes, no son intuitivos. Dark Souls es más que difícil; es despiadado. La primera vez, como suele ocurrir, es dolorosa e insatisfactoria: luego de una provocadora animación, el juego nos pone en la piel de un ser marchito, nuestro anónimo protagonista, quien gracias a un desconocido caballero logra escapar de su encierro. Se encuentra en el Asilo de los No-muertos: una prisión para quienes han sido contagiados por una misteriosa enfermedad que impide morir. Con escuetas instrucciones nos lanzamos a explorar la sórdida prisión, plagada de otros seres famélicos que no dudan en atacarnos. Armados de dudas, nos enfrentamos al primer jefe, un demonio rollizo que acribilla a nuestro personaje sin asco, con encono. La escena se repite, inmarcesible: morimos, volvemos a la vida, volvemos a morir. Nos oprime la sensación de que es una pelea injusta, y lo es. Con la décima muerte la ira reemplaza a la frustración: "¡Juego de mierda! ¡Es imposible! ¡No tiene sentido!". Muchos abandonan el juego, lanzando el control con un mohín de desprecio.Otros, en cambio, perseveran. En lugar de renegar de la falta de condescendencia que Dark Souls ofrece a su jugador, persisten en la lucha: estudian los ataques del demonio, se toman su tiempo, atacan con inteligencia y sentido de la oportunidad, se sumergen en la emoción de enfrentar un desafío que parece imposible, de la desesperada y agónica búsqueda de la victoria. Al fin el demonio cae, luego de horas. La dopamina se derrama violentamente en ese instante de triunfo. Es una droga. Una vez enganchado a Dark Souls, es difícil soltarlo: recompensa la perseverancia inteligente, la solución recursiva a los desafíos del juego, el dominio cuidadoso de su sistema de combate, cargado de adrenalina. Dark Souls es el juego emblemático del hardcore gamer. No es injusto, simplemente no te agarra de la mano y te dice cómo ganar. No tiene rueditas de aprendizaje.Texto por: Sara Trejos y Felipe Useche