Fui a comprar cómics con Daniel Johnston

En abril de 2012 organizamos una gira de Daniel Johnston. No es un plural mayestático, lo organizamos Buenritmo (donde trabajo) y Acuarela. Una de las peticiones de la gira era que en cada fecha llevásemos a Daniel a una tienda de comics, una de mis aficiones favoritas desde que tengo uso de razón. Yo no soy de Valencia, pero viajé con el grupo acompañándoles. El grupo eran Marcos y José de Betunizer con Xavi. En honor a la verdad tenía mis dudas respecto al grupo. Pensaba que tocaban demasiado “macho” y me equivoqué del todo. Tocaron con mimo pero con sangre, con respeto pero sin miedo. Fue acojonante. Daniel apenas se comunicaba con nadie, sólo con su hermano, pero cada noche bajaba del escenario y les decía: “You guys rock!!” con una alegría que no le vi en ningún otro momento que no fuese ese o al entrar en la tienda de comics. Allí era otra persona. Sabía perfectamente lo que estaba haciendo. Lo miró todo, no importaba el estilo, y pilló un poco de todo y bien de precio. Había comics de capa y espada, de humor, alguno de horror… Los pillaba por los dibujos, porque estaban en castellano, y se los remiraba con sonrisa de coleccionista pillo. Con nervios. Al salir de la tienda estaba pletórico, le dio las gracias por llevarle allí, porque realmente la tienda es cojonuda. En el taxi de vuelta al hotel, sentí ese agradecimiento como mío.

Yo creo que allí dio el mejor concierto de la gira. No sé si fue gracias a visitar Futurama y salir cargado; yo creo que sí afectó. Al día siguiente en Valladolid su hermano le “castigó” sin ir a comprar cómics porque no había querido cargarlos, y el concierto fue bastante más tenso. Sea como sea: me pasé esos días cagado de miedo a ratos y con unas ganas terribles de llorar de alegría casi todo el tiempo, menos mal de Marcos, Jose y Xavi. A ellos no les conté que estaba hecho un flan por pasar unos días con Daniel Johnston, porque se supone que estaba en calidad de agente o de producción, y no como el fan magdaleno que en realidad soy. Nos echamos bastantes risas, comimos de puta madre y me lo pusieron facilísimo siempre. Si un día alguien inventa una maquina del tiempo, buscaré a mi yo de 15 años para contarle y ver la cara que pone.

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Este artículo apareció originalmente en VICE.