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Música

7,665 Días: Así fue ver a Tool en vivo después de estar 21 años en la cárcel

La música de Tool se quedó conmigo, aunque casi no pude escucharla por décadas.

Ilustración hecha por Dylan Balliett

Cuando estuve en prisión, Tool era mi banda favorita. Su álbum debut, Undertow, salió en 1993, y en mi opinión, era la crème-de-la-crème del metal de esa época. Esa banda parecía redefinir lo que significaba el ser heavy. Ellos eran alternativos. Los ritmos que tocaban eran fascinantes, como beats tribales traídos a la vida gracias a una banda completa. Sus melodías estaban llenas de una textura suave gracias a la distintiva voz de Maynard James Keenan. Eran como un nuevo Led Zeppelin. Estaba enganchado.

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Ese año vi a Tool tocar en Lollapalooza y Undertow siempre estaba en mi reproductor de CD's. Y justo había descubierto Opiate, su primer EP, cuando me encerraron.

Ha pasado casi un año desde que fui puesto en libertad y he estado yendo a algunos conciertos, pero esperar para ver a Tool la semana pasada en la Chafietz Arena de la Universidad de Saint Louis se sintió diferente. Como si hubiera completado un ciclo. Estar ahí se sintió natural: ya no era un pelado de 22 años, pero era más fan que nunca. Mi relación con la banda se había profundizado y evolucionado. La música de Tool se había quedado dentro de mí, a pesar de que durante décadas casi no los pude escuchar.

La mayoría de las prisiones federales de los Estados Unidos quedan en casa de la chingada: en montañas al oeste del estado de Virginia, las colinas de Pennsylvania o los picos de Kentucky. Allá no entra ninguna emisora. Bueno, sí entra una que otra, pero nada de metal, punk o música alternativa. Mejor dicho, ninguna estación chévere. Durante mi condena, solía conseguir revistas como Rolling Stone y Vice, pero Tool es una banda algo evasiva y no dan muchas entrevistas. No nos llegaban muchas revistas metaleras, pero las que sí llegaban nos las compartíamos.

Pero lo que sí teníamos era instrumentos: guitarras, baterías, bajos, amplificadores, y el departamento de recreación de la cárcel tenía un programa de música. Yo buscaba tipos que tuviera una mentalidad parecida a la mía y armábamos una banda. Me aseguraba de siempre hacer un cover de “Sober”. Todos la conocían y les gustaba. Obviamente no tengo la voz de Maynard, pero igual la cantaba. Ensayábamos una o dos veces a la semana si teníamos suerte, y por lo general el guitarrista conseguía la partitura y el resto nos acomodábamos. Yo me sabía la letra de memoria, estaba incrustada en mi cerebro.

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En eso consistió mi relación con Tool por un largo tiempo. A pesar de que escuchaba muy poco su música, los sentimientos de las canciones se quedaron dentro de mi. Me gusta Tool porque son poderosos, ruidosos y rítmicos, pero al mismo tiempo son vulnerables. En la cárcel tenía que mantener una actitud de “tipo rudo” 24/7. Puedo ser muy rudo, pero es bueno relajarse, para no tener que mantener la máscara de maloso todo el tiempo.

De vez en cuando podía escuchar canciones nuevas de Tool. A veces, cuando hacíamos cableados elaborados en nuestras celdas, lográbamos atrapar a media noche alguna estación de radio de la gran ciudad. Una vez, mientras me transferían de una prisión a otra, le pedí el radio prestado a un tipo y pude escuchar un programa de dos horas dedicado a Tool, y casi me ahogo de la emoción. Era pura glotonería –todas las canciones que me perdí o que raramente escuchaba–. Tool no era la única banda que me gustaba —también era fan de Nine Inch Nails y The Pixies— pero momentos como ese me mantenían apegado a esa banda.

Finalmente me transfirieron a una cárcel en Virginia del Este, FCI Gilmer, que tenía un programa decente para escuchar discos. Era un prisión nueva y yo era uno de los primeros 500 reclusos que entraron. Logré que ordenaran Undertow y ahora no sólo tocaba en una banda y cantaba “Sober”, también podía escuchar la canción y todo el resto del álbum.

Durante mi condena, Tool lanzó AEnima y Lateralus, y estaban en el camino para sacar 10,000 Days. Leí en una revista de rock que se ganaron un montón de elogios por ese disco. Quería escuchar los álbumes nuevos y sumergirme en las canciones, pero después de que convencí a ese policía de que me consiguiera una copia del Undertow, no puede volver a sonsacarlo.

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Un par de años antes de que yo saliera, empezaron a ofrecer reproductores de MP3. Compré uno y descargue un montón canciones. Tool estaba entre las primeras bandas que busqué cuando tuve acceso a TRULINCS, el sistema que permite que los prisioneros buscar y descargar canciones. Pero por las políticas de licencias que tiene Tool, o la falta de ellas, sus temas no estaban habilitados, así que permanecí desconectado de su música.

Fue una gran sorpresa cuando me transfirieron a Arkansas, la última prisión en la que estuve recluido. Durante dos décadas estuve pasando de cárcel en cárcel y todo la rudeza había seguido su camino. Estaba intentando cumplir mi condena y regresar a casa. La cárcel de FCC Forrest City tenía un programa genial de música y el prisionero que lo supervisaba era fanático de Tool. Tenía todos sus discos, pero era exclusivo y permitía que pocas personas los escucharan. Él sabía que si dejaba que mucha gente escuchara los discos se iban a joder, así que pocos tenían ese privilegio, y yo me las arregle para entrar en ese grupo.

Pasé muchas de mis tardes escuchando esos CD's, y lo mejor era que finalmente podía escucharlos completos y disfrutar las canciones como se debe. Descubrí “The Pot”, “Forty Six &2”, “Stinkfist” y más. Había escuchado fugazmente estas canciones, pero ahora tenía la oportunidad de devorarlas verdaderamente. Eso sucedió en 2010. Pensar que pasé tantos años para poder hacerlo. Estas canciones permearon mi mente. Eran poderosas y decisivas, y no tenía otra opción que amarlas.

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En Forest City, me volví miembro de una banda de covers dedicada enteramente a Tool. Comenzamos con “Sober” y otros temas del Undertow, pero rápidamente progresamos a cosas más exquisitas como “Jambi”, “Vicarious” y “Schism”. Eran temas complicados, pero los tipos con los que tocaba eran bastante competentes. No era ninguna competencia para Maynard, pero logramos que funcionara practicando dos veces por semana. Tocar en esa banda fue un momento muy importante para mí durante mi condena. Teníamos 11 canciones e incluso tocamos en un concierto antes de que me mandaran al hoyo. En esa presentación, canalicé a Maynard y dejé mis pulmones en ese patio. Tocar la música de Tool es extenuante. Cuando regresé después de un viaje de dos meses al aislamiento solitario, la banda me había remplazado por otro vocalista. No me importó, porque el tipo cantaba mejor que yo. Pero escucharlos me daba una sensación agridulce, porque toqué durante casi un año con esos tipos y sacamos un buen set de canciones. Aún así, los veía solo para continuar con mi dosis de música.

Pensé sobre mi pasado mientras esperaba que Tool se subiera al escenario en Saint Louis. Verlos en vivo en una experiencia totalmente distinta que cantar sus canciones para fanáticos suyos en la cárcel. La vez que los esuché en Lollapalooza, Maynard tenía un vestido abierto en la espalda, y se retorcía en el escenario como una serpiente. Parecía un demonio. Debo admitir que en esa ocasión estaba en ácido, pero juro que vi su espina dorsal moviéndose a medida que él se deslizaba. Había leído que desde hace un años él se esconde detrás de las bocinas mientras canta y cosas así, y es bien sabido que ahora es muy tímido sobre el escenario. No sé por qué cambió. ¿Será la presión de la fama? Supongo que los años pasaron su cuota en Maynard.

Cuando la banda tocó “No Quarter”, no se veía a Maynard por ningún lado. Todos los demás miembros de la banda tenían las luces encima, pero no Maynard. Finalmente lo vi a un lado de la batería, cantando en la oscuridad, metido en las sombras. Usaba lo que parecía un traje anti motines o un uniforme del equipo SWAT. Como fuera, él estaba en modo de batalla, gesticulando de forma salvaje, pero escondido en la oscuridad.
Estaba un poco decepcionado, pero ese es el aura de exclusividad de Maynard. Él se mantiene separado de los demás. A pesar de que asegura ser un anti-rock star, para mí esta interpretando el papel de una estrella de rock. Esto también lo emana el resto de la banda y eso les ha valido una sólida base de fans. Me hubiera gustado que Maynard hubiera hecho un poco más de show.

La banda no tocó “Sober”, “Prision Sex” y ninguna otra del Undertow, pero igual se mandaron un montón de canciones geniales como: “Parabola”, “Schism”, “Jambi”. Recordé los ensayos con mi banda, en los que podía escapar de la monotonía y las políticas de la prisión. Estar en el concierto fue genial, fue como volver a estar en ese cuarto de ensayos, pero ahora era libre.

Ha sido un largo viaje para Tool y para mí, pero ahora tengo acceso a ellos: la explosión sónica de su música está constantemente en mi cabeza, y su melodías llenan mis espacios vacíos. Su música es rígida, honesta y brutal, un refrescante crescendo que invade mi orejas.

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