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Música

El líder de Bad Religion tiene una nueva teoría sobre la evolución y la coexistencia

Según Greg Graffin, desde el punto de vista histórico, el concepto de la competencia humana no se sostiene, y la vida no tiene un propósito más elevado.

Greg Graffin es la síntesis perfecta entre un profesor y el ser punk de toda la vida, algo bastante conveniente. Foto vía usuario de Flickr digboston

Este artículo apareció originalmente en Vice

Cada otoño, el extremadamente amable doctor en zoología Greg Graffin imparte clases sobre evolución en la universidad de Cornell. Durante el resto del año, Graffin incita a su público a crear mosh pits alrededor del mundo como el líder de la legendaria banda de punk de California del sur, Bad Religion. Y el mes pasado, Graffin combinó estas dos facetas por primera vez, interpretando versiones acústicas de Bad Religion durante la gira de promoción de su nuevo libro, Population Wars: A New Perspective on Competition and Coexistence.

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Population Wars es, sin duda alguna, una obra de erudición, repleta de anotaciones y referencias, pero que destila una actitud punk hacia los valores tradicionales norteamericanos, como la obsesión por ganar las guerras y el de la competencia en sí misma. Graffin aborda estos temas desde una perspectiva geológica y zoológica, en un viaje al pasado a través de la evolución humana, para demostrar que el ser humano nunca podrá destruir a sus enemigos: el mestizaje y la asimilación son ineludibles.

Graffin arguye que, desde el punto de vista histórico, el concepto de la competencia humana no se sostiene. La vida no tiene un propósito más elevado, explica, y el libre albedrío es prácticamente una ilusión; nuestras decisiones pueden verse afectadas, digamos, por el modo en que nos hacen sentir las bacterias que tenemos en el estómago ese día. Y sin embargo, concluye, «en el gran plan evolutivo, somos más libres que cualquier otro vertebrado gracias a nuestra increíble capacidad de raciocinio».

Graffin atiende mi llamada telefónica desde su granja de productos sustentables en Ithaca, Nueva York, encantado de darse un respiro de los ensayos para discutir estas ideas. La conversación reveló a un punk no tan confrontativo, después de todo.

VICE: ¿En qué se diferencian la gira de promoción de un libro y la de un álbum?
Greg Graffin: Este es un nuevo modelo de gira para promocionar un libro. Quedan tan pocas librerías en los EUA que las giras de escritores convencionales se están extinguiendo. Si te encuentras un escritor con un mínimo de reconocimiento público –y yo me considero una figura pública menor-, están muy dispuestos a mandarte de gira y hacer algo creativo. [Desde la editorial de Graffin, Thomas Dunne], consideraron que sería buena idea tocar algunos temas y ofrecer a la gente la posibilidad de hablar del libro.

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Supongo que, a estas alturas, todo el que hable en público tiene intención de captar la atención del público a distintos niveles. Incluso en una ponencia académica se espera que exista cierto contacto visual.
[Ríe] Ni me digas. Los alumnos se quedan dormidos si te pasas mucho tiempo hablando sin enseñar ninguna gráfica. Creo que las ponencias académicas conservan cierta formalidad. La intención de esta gira es hacer que la gente se involucre y hable de temas e ideas generales, además de entretenerles. En definitiva, hacer lo que Bad Religion lleva haciendo durante 35 años.

En tu libro fomentas el concepto de la coexistencia, una palabra muy poco de moda ahora que los medios sólo promueven opiniones individuales y todos competimos por soltar el juicio de valor espontáneo más valorado. Population Wars se remonta a la formación de los continentes, ofreciendo un contexto en una época en la que este escasea.
Sí, es un enfoque tradicional. La historia ha dejado de ser importante para mucha gente. Con este libro pretendo fomentar nuevamente el diálogo sobre historia. Hoy en día pareces un idiota si publicas algo de valor en Twitter y no lo retuiteas cada dos horas. Hay tanto tráfico en mi cuenta que no me da tiempo de ponerme al día de nada. Por eso creo que si algo es digno de recordarse, debería facilitarse el poder encontrarlo posteriormente. La investigación y la labor de síntesis de calidad requieren reflexión, y para eso hace falta tiempo. Tienes que rebuscar entre el material de archivo.

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La portada del libro de Graffin.

¿Cómo nos puede ayudar el hecho de entender la historia?
La pregunta es: ¿qué argumento vamos a suscribir para alzarnos como adalides de la perpetuidad de nuestro planeta? Es algo que incomoda a nuestra moral. ¿Cómo vamos a desarrollar una ética medioambiental que case con el concepto de la competencia? No creo que podamos, sino que tenemos que acudir a otra rama de la ciencia que representa una opinión minoritaria que va a crecer en el siglo XXI. Se inició a principios de la década de 1900 y fue promovida por el teórico evolucionista Lynn Margulis, que defendía con vehemencia la simbiosis y la coexistencia concebidas como organismos dependientes unos de otros.

En Population Wars haces referencia a los libros Freakonomics, The Selfish Gene y Civilization: The West and the Rest , obras que, en tu opinión, «se apoyan en gran medida en la idea de que la competencia es el motor que hace avanzar todo en una progresión natural infinita». ¿Pretendes arremeter contra textos de ese tipo?
No, porque no creo en la competencia. Pero creo que merece la pena señalar que esos libros representan la elevación de la competencia malthusiana a un nivel de adoración o iconografía que ni siquiera cuestionamos. El autor de Civilization, Niall Ferguson, dice que una de las mejores «aplicaciones» de la civilización occidental es la competencia. Una forma original de decirlo, pero, ¿es verdad? Me gustaría averiguar si podemos decir lo mismo fundamentándonos en la sinergia entre las poblaciones.

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En la campaña para la candidatura republicana para la presidencia de Estados Unidos abunda la política de la exclusión, la idea de que los estadounidenses son distintos al resto del mundo.
Es cierto para la mayoría de estadounidenses: la competencia es el motor de todo y merecemos un estatus privilegiado en el mundo. ¿Por qué podemos ir a una tienda GAP y comprar una camiseta por 7 dólares? Porque hay muchísima gente carente de privilegios que cobra una miseria por fabricarlas. Les gustaría poder decir que es porque nuestros mercados son mejores y superamos a la competencia, pero no. Los mercados están amañados. Mi libro no es un manifiesto político, pero con él intento abrirle los ojos a la gente sobre el hecho de que hay una explicación alternativa para cualquier cosa que se perciba como dominancia estadounidense. Reconocer que hay gente en una posición de desventaja es un punto de partida, porque puedes rectificar. Se pueden crear políticas.

En Norteamérica existe cierta preocupación por cómo la crisis de los refugiados sirios puede afectarnos, por si vamos a admitir la entrada de más gente. Pero la llegada de inmigrantes solo haría que acelerar un proceso de mestizaje que ya está en marcha, sin alterar el proceso en sí mismo.
Correcto. Este es un ejemplo de recurso limitado: para estos refugiados, un país pacífico, sin conflictos bélicos, es casi un lujo por el que están dispuestos a abandonar sus hogares. La guerra es elemental, ha existido desde siempre, y nuestro papel como guardianes del planeta es frenar el conflicto. Una forma de hacerlo es tratar a los refugiados de la forma más humana posible y sin olvidar que, si la guerra acabara, probablemente volverían a sus hogares.

Si te tienes que quedar con algo de mi libro, quédate con la idea de que constantemente se producen flujos de población, que siempre se están mezclando y que en ocasiones ese mestizaje resulta violento. No se puede suavizar nada de eso, pero desde luego, hace falta disponer de las herramientas adecuadas para frenar la violencia; debes tener los fundamentos ideológicos y morales sobre los que basar tu argumento para poner fin a la guerra. Si la competencia es el argumento principal de la coexistencia, no creo que pueda pararse el ciclo bélico.

¿Crees que debemos replantearnos la visión que tenemos de nosotros mismos como el centro del universo para poder cumplir con nuestra función de guardianes del planeta?
El libro tiene un tono optimista. Si analizas la perspectiva de la población respecto a algo, obtienes una visión a largo plazo que te permite reconocer que tus actos tienen repercusión en el futuro. Si usas esto como punto de partida, en lugar de pensar, ¿Qué me va a aportar esto a mí? ¿Qué voy a obtener con este acto en un mundo enzarzado en una batalla de competencias y en una lucha por la supervivencia constantes?; si en lugar de eso pensaras, ¿Qué va a aportar esto a mis seres queridos y, por extensión, a mi comunidad cuando lo hereden? , creo que entonces nuestra sociedad tendría un cariz radicalmente distinto.

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