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Música

El soundtrack de todos mis trabajos de mierda

De vendedor a albañil, aquí están todas las canciones que he tenido que sufrir.

He estado desperdiciando la mejor mitad de mi vida en trabajos horribles. Y está bien. Claro que, esa larga lista de tareas terribles va a seguir creciendo a menos que empiece planear un cambio de carrera. Cosa que no va a pasar. Un poco porque me gusta andar de vago y otro poco por pereza generalizada. Mi única queja constante en todas las ocasiones era la música. El engendro cincuentón de sexo dudoso de 55 años que funge como el César de la música en las tiendas no debería estar encargado de la radio. De por sí ya te hacen trabajar en un lugar de mierda que odias, eso apesta, y encima ellos escogen el soundtrack de tu miseria. Si trabajas (o planeas trabajar) en algún puesto de medio pelo en la cadena alimenticia del imperio capitalista, más vale que te guste Rob Thomas con Carlos Santana. De cualquier otra forma estás jodido.

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Trabajo: Jardinero

Edad: 15

Hacia el final del año escolar, empecé a pensar qué clase de coche iba a manejar cuando cumpliera 16. Tuve una conversación con mi padre al respecto, y debo decir que me sorprendí cuando descubrí que no sólo no tenía ninguna injerencia en el asunto, sino que ese coche cuyo asiento trasero estaba pensado para manosear miles de niñas ni siquiera existía. Deshecho emocionalmente y aproximándome peligrosamente al rechazo social, tomé un trabajo con el papá de una amiga que era “paisajista”. Su casa parecía estar muy bonita y estaba en una parte muy respetable de la ciudad. Cuando me dijo que su padre me podía conectar una chamba, encantado me lancé ante la posibilidad como gorda en tobogán. Como era hijo único, tenía mucha experiencia podando pastos y asumí que el “jefe” me iba a nombrar el podador número uno en un santiamén.

Resultó que el papá de Meredith no era tan “paisajista”. Más bien era “organizador de podadores”. Pasé la primera hora de mi día de trabajo en la parte de atrás de un camión recogiendo inmigrantes mexicanos aleatorios de puntos populares para jornaleros en el área local de Dallas. Cuando el “jefe” decidió que ya teníamos suficientes muchachos, señaló los puntos a los que íbamos a ir a podar, bordear y recortar o lo que sea, mientras él sentaba su culo gordo en el camión. Como tenía 15 y no hablaba español, pueden intuir que fue un trabajo solitario.

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Era verano en Texas. Los días eran largos y calientes. Después de trabajar, nunca fui invitado a echar unas cervezas-bajo-el-árbol ni nada fraternal. Uno de los güeyes mexicanos traía un radio y ponía música banda todo el día. Algunas veces, los vatos más jóvenes le pegaban a South Park Mexican, que fue una sensación en Tejas en los 90 hasta que lo acusaron de cogerse niños unas cuantas veces y ahora está en la cárcel. Obviamente también le daban a Chingo Bling, que empezó como un rapero legítimo y ahorita es algo así como un Weird Al mexicano, pero “Some Pinche Guey” es muy chida y “Cerveza” está lo mejor que puede estar. Nike lo demandó por poner una palomita en un par de botas picudas. En mi último día me di cuenta de que estábamos podando el pasto del centro comercial en el que mi mamá trabajaba, entonces abandoné ahí la podadora sin voltear atrás y no regresé nunca más. Le fui a pegar a las pruebas gratis de pollo chino en el área de comida y planeé mi siguiente truco.

Trabajo: Tienda de tenis/skate de centro comercial

Edad: 16 a 17

Con 16 años y muy confundido, aterricé como empleado de una tienda de tenis y skate en el centro comercial más cerca de mi casa, de entrada por el descuento. Fue el primero de muchos trabajos que me enseñaron cómo tratar a la gente. No me refiero a darle un trato especial a nadie sin razón aparente, pero sólo aprendí a no tratar a la gente como basura. Ser vendedor es horrible. Un aplauso a todos los que pueden someterse a eso día tras día. Conozco a alguien que lo hizo durante treinta años. Pero en la tienda departamental en la que trabajaba ponían música cursi calmadita para que encima de eso los empleados pudieran vender joyas de diseñador. En la tienda de tenis en la que trabajé durante 1998/99 no ponían eso para nada. Lo que hacíamos nosotros estaba musicalizado por compilaciones en videos de VHS que tenían que estar en loop todo el día. Llegaba uno nuevo con cada estación del año, entonces básicamente tenía que escuchar los mismos 90 minutos de canciones durante periodos de tres meses. Aquí una lista de lo que tenía que tragarme cada puta hora y media.

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Sugar Ray – “Every Morning”
Barenaked Ladies – “One Week”
Fastball – “The Way”
Smash Mouth – “Walking on the Sun”
Everlast – “What It’s Like”
Savage Garden – “To the Moon and Back”
Santana Feat. Rob Thomas – “Smooth”
Vertical Horizon – “Everything You Want”
Red Hot Chili Peppers – “Scar Tissue”
Fatboy Slim – “Praise You”
Eagle-Eye Cherry – “Save Tonight”
Len – “Steal My Sunshine”

Cada hora y media tenía que tomarme un minuto de estarle amarrando las agujetas a un imbécil para regresar ese maldito video al que yo mismo iba a tener que escuchar una, otra y otra vez. Lo primero que hacíamos cuando cerrábamos era apagar las televisiones. Silencio. Reemplazar estantes y estantes de tenis en completo silencio. Cuando llegaba la nueva cinta cada tres meses la abríamos con expectación. Por alguna extraña razón, todas las veces incluía “Smooth” de Rob Thomas con Carlos Santana. La peor parte era cuando salías de trabajar y tenías que sentarte en el Camaro viejo de tu compañero treintón a escuchar “Grassroots” de 311 y fumar una mota más pitera que la de Cheech y Chong. La única salvación divina fue “Hot Boyz” de Missy Elliott. Bueno, sólo por tres meses hasta que la reemplazaron por una puta canción de Len.

Trabajo: Cadena corporativa de café

Este no es el peor trabajo que he tenido en mi vida. Me daban un tiempo libre para hacerme güey cuando yo quisiera. Me pagaban decentemente para tener 18 años y vivir en Austin, Texas. La gente con la que trabajaba no eran engendros horribles. No fue tan inmundo como ser vendedor. Había una amplia variedad de canciones, casi todo era pinche free jazz de cafetería de mierda, porque era una cafetería de mierda de esas en las que sólo ponen jazz pinche. Descubrimos la forma de adelantar las canciones cuando eran imposibles de escuchar. Habían unas cuantas canciones de Sun Ra que eran como uñas en un pizarrón para mí. Le estás preguntando a una viejita tonta cuantas Splendas quiere en su latte-de-niña-gorda-medio-descafeinado-corto y de repente escuchas a un gato ser lanzado por todas partes en una funda de almohada. Medio arruinaba un poco mi toque de frappuccino.

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Un verano, sacaron “Smile” de Brian Wilson en un compilado en CD. Fue un verano duro. Estábamos como a 115 grados y yo estaba obligado a “Smile” todo el puto día. Veía a través de la ventana con toda la voluntad hecha pedazos mientras me preguntaba “¿Qué caso tiene sonreír?”. Los clientes frecuentes amaban hablar sobre la música que sonaba a través de unas bocinas ocultas detrás de unas piezas de “arte de Target” de dos metros. “Disculpe, señor, tengo las manos todas llenas de mierda sensible a la gravedad, ¿me podría decir qué canción está sonando ahora?” y yo tenía que responder como: “Sí, es ‘Brown eyed Girl’ de Van Morrison, la puede escuchar en cualquier estación de rock clásico que pueda encontrar”.

Una vez, mi novia me dejó a la hora de la comida. Fue una gran sensación escuchar la versión de “Across the Universe” por Rufus Wainwright como un pequeño alivio a esa puta que me estaba desollando las entrañas. Si tuviera que resumir toda mi experiencia de cafetería de mierda de esas en las que sólo ponen jazz pinche en tres artistas, diría Dave Brubeck, Coldplay, y Eddie Vedder.

Trabajo: Antro de Rock

Trabajé un rato en un antro de rock semi-prominente. Ahí vi a algunas de las peores bandas del planeta. Peores que las más malas que alguien haya imaginado jamás. Ni siquiera puedo empezar a describir lo aplasta-almas que era ese trabajo. Y a pesar de que era divertido, y cogías, y veías bandas gratis, pagabas con tu alma, tu hígado y tu futuro. Clutch es probablemente la peor banda que he visto en mi vida. Ellos y Black Veil Brides. Esos tipos tienen 30 años y se visten como vampiros. Hank III tiene los peores fans. Vi a una fan fémina de Hank III pelearse con tres dudes y, hasta el momento en el que llegó la ayuda, parecía estar ganando. Todos los shows de rap eran malos.

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Brokencyde también era bastante malo. Pero sí, Clutch es la peor banda que he visto. Estoy casi seguro de que estaban tocando bien las canciones y los instrumentos estaban en buenas condiciones pero, para mi, era como si un ser humano estuviera cagando diarrea caliente en mis oídos. Justo como cuando tienes agua en el oído, pero en lugar de agua es como mierda líquida. Of Mice & Men eran muy malos también, pero si le seguimos escarbando a la cloaca no vamos a acabar nunca. Es el tipo de música que asumo que la gente pone cuando maneja tanques de guerra.

Los soundchecks deberían ser ilegales dos horas antes de abrir puertas. Nadie debería de empezar su día de trabajo teniendo que escuchar al pendejo de Falling In Reverse checar si sirve su apuntador. No es justo. Es como si una persona se levantara tempranito en la mañana y yo le tirara el café de las manos de un golpe, lo viera con una mirada mortífera y le dijera: “Espero que tengas un día terrible hoy.” Los soundchecks eran un preámbulo para saber qué día tan de la mierda iba a tener.

Trabajo: Lugar de Sushi

(3 semanas)

Trabajé en un lugar de sushi como bartender por un mes. Estuvo bastante horrible. Los dueños eran nuevos en la ciudad y todavía no percibían los sabores y gustos actuales del lugar. Creo que la intención general era recrear o abarcar toda la década de los noventas en un sólo bar de sushi. Vibras pesadas de Jamiroquai. De vez en cuando, los clientes pedían información sobre los artistas que sonaban. Todas las veces era Jamiroquai. A veces creía ver su silueta con sombrerito entre las sombras.

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Era el siglo XXI y todo lo que había era la radio de Pandora. Teníamos tres opciones: radio de Jamiroquai, radio de Daft Punk y la radio de A Tribe Called Quest a la cual me reusaba a escuchar durante mis turnos. Lo que sí tenían en loop era un DVD de una competencia japonesa de breakdance a la que me veía forzado a ver constantemente. Cuando alguien me preguntaba lo que estaba proyectándose en la pantallas, siempre trataba de fingir que era la primera vez que lo veía. A veces trataba de convencerlos de que así es como pelea la gente en Asia. A manos de Jamiroquai. No tengo nada en contra de Jamiroquai. Probablemente podría fingir que me gusta si resultara ventajoso para mí, cosa que, a veces en esta chamba sí lo era. Mi único problema con él son sus ritmos Michael Jacksonescos ultra infecciosos. ¿Alguna vez han intentado enojarse con alguien mientras suena Jamiroquai? No. No lo puedes hacer. A menos que tu vida sea como un comercial de Walmart.

Trabajo: Construcción

(muchísimas veces)

La mayoría de los trabajos de construcción tienen mucha demanda, entonces, quien sea el jefe tiene la posibilidad de determinar un chingo de cosas. Primero que nada, si el dueño es un cristiano, son camisetas blancas y jeans / country moderno o cristiano contemporáneo todo el tiempo. Si es un contratista redneck normal, es más que probable que pongan rock guitarroso o country moderno. Me gustan los dos.

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Los albañiles de cuarenta años no quieren escuchar una mierda de country ilegal con la que sus padres solían coger en la prepa. Escuchan nuevo country. O rock clásico. Exclusivamente. Nunca he escuchado rap en un lugar de trabajo como ese. Es o Lynyrd Skynyrd o new country, cosa con la que estoy de acuerdo. Siempre puedes entender las letras. Nunca duran demasiado y normalmente vienen acompañadas de un gancho que se queda atrapado en tu cabeza fácilmente de una forma placentera. Típicamente, nadie se va a poner a lloriquear por “Sweet Home Alabama.”

Justo después de que se murió mi padre, me puse a pintar techos para ganar algo de dinero. Cuando digo “pintar techos” sólo me refiero a techos normales. Me llamaban tarde en la noche y yo iba a rifar el techo. Pésimo trabajo, pero bueno, 10 dólares la hora en efectivo es la tarifa para casi todo en estos días. Ese verano salió una canción nueva, “Voices” de Chris Young. Es sobre un tipo de mediana edad probablemente de Pittsburgh que está de albañil o podando su puto jardín o lo que sea y de pronto el viento le trae la voz de su padre, dejando caer pequeños fragmentos de consejos durante el día y así es como se comunica con el más allá. Entonces te sorprendes a ti mismo cantando en voz alta “Dad’s telling me to work that job, but don’t work your life away.”

Trabajo: Café Jipi

(mucho tiempo)

Trabajé con un tipo de nombre Skip en el Bouldin Creek Café. Antes de que Skip trabajara conmigo en Bouldin, había sido tatuador. Una noche tuvo una pesadilla en la que le contagiaba de hepatitis C a un cliente por accidente y nunca más volvió a tocar una aguja para tatuar. A causa de esto, decidió hacer de mi vida una pesadilla diurna y me mataba de aburrición trayendo al café jipi su música de tatuador de mierda.

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Skip y yo trabajamos juntos en las mañanas durante años. Quien llegara primero podía escoger el primer CD. Eso significa que a las 6 AM de lunes a viernes, entraba al café y Skip ya estaba escuchando los discos en vivo de Buckethead como por tres horas cada vez. Siempre estaba ahí antes que yo. No te podías poner lo suficientemente pacheco como para tolerar eso. El viejo Bouldin estaba justo cruzando la calle de la escuela para sordos y muchos de mis clientes recurrentes eran sordos. Entonces, por suerte para ellos, no tenían que resistir a la tortura sónica que es un proyecto alterno de Mike Patton reventarles las orejas de 6:00 a 11:00 todas las mañanas.

Una noche no podía dormir y dije “a la verga” me fui temprano a trabajar y me aseguré de ganarle a Skip en la carrera. Pero ahí estaba a las pinches cinco de la mañana escuchando a Buckethead, puros solos, y solos, y solos. Abríamos a las 7 y estaba tratando de ponerme lo pacheco suficiente para mi turno, con Buckethead a todo volumen en las bocinas recordándome lo de la verga que iba a estar mi día. Justo como reloj, el camión de la escuela para sordos de las 7 AM apareció mientras apagaba mi blunt. Vi cincuenta manitas sordas pintando dedo a través de las ventanas del camión de escuela mientras pasaba justo frente a mi. Al otro día pedí mi cambio al turno de la tarde.

El staff de la tarde estaba compuesto por un grupo de los tipos más raros de Austin. Borrachos, junkies y freaks. Es el mejor trabajo que he tenido excepto por la música. Chingos de Tori Amos. Chingos de folk de Europa del Este. Por alguna razón que todavía no entiendo, a la gente de Bouldin les gustaba escuchar sus propios proyectos musicales, cosa que personalmente me parece horrible. Desde mis días ahí, Bouldin empezó a tener un Pandora más actualizado, cosa que con mi partida y una nueva localización, probablemente hayan aumentado las ventas unas diez veces.

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