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Música

Adanowsky: nueva terapia contra la neurosis de fracaso

"Cada personaje es como una terapia para mí", me contó esa mañana Adanowsky. "Estoy sacando partes de mí que no puedo sacar en la vida normal".

Estuve esperando que llegara este momento desde que supe que Adanowsky iría dando salida a distintos alter egos en cada nuevo álbum, y finalmente sucedió: luego de El Ídolo de su primer álbum para el público latino (que en parte era una "tropicalización" de Étoile éternelle) y de explorar su lado emotivo con Amador, Adanowsky se ha transformado en Ada. Cuando se dio a conocer, fue inevitable recordar aquella conversación que tuve con él para un programa de radio en línea que seguramente nadie escuchó.

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En ella, una de mis preguntas fue si con alguno de sus personajes haría una especie de acto psicomágico para acabar de sacudirse haber sido deseado/esperado/pensado como niña durante toda su gestación. Miró un rato a un horizonte imaginario antes de responderme un "podría ser" que me hizo suponer que aún no lo había pensado. Pero pudo haber estado actuando. Porque una de sus habilidades es esa.

Lo aprendió desde de pequeño. A pellizcos. Porque también me contó, antes de entrar al aire, que cuando le tocó hacer la escena del tatuaje en el pecho a rasgaduras de cuchillo en manos de Orgo, su papá ficticio, su papá real, Jodo, lo jodía bajo la mesa con pellizcos en las piernas para que su "actuación" se viera verosímil. Así se volvió un buen actor, uno al que le creemos disco tras disco que es cantante, le creemos la faceta que decide adoptar y al que casi le creemos en aquella plática que había tenido un affaire con Scarlett Johansson (ajá, sí). El caso es que no sé si fue mi imaginación o tuvo en aquel momento, cuando le pregunté si un día sería Ada para acabar de limpiar cualquier resto de neurosis de fracaso, la idea para su próximo personaje, uno todavía lejano si pensamos en que Amador estaba recién estrenado.

Se lo pregunté teniendo en mente un fragmento de "Evangelios para sanar" en el que Alejandro Jodorowsky habla de la predestinación de un nombre y cuenta que Valerie, su exesposa, y él habían percibido casi de manera telepática el nombre para su hija, Ada, que en el momento del parto resultó traer tres carnosos pendientes entre las piernas y se transformó en ese momento en Adán.

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"Cada personaje es como una terapia para mí", me contó esa mañana Adanowsky. "Estoy sacando partes de mí que no puedo sacar en la vida normal". Con El Ídolo, creó una máscara de inclinaciones folk para brillar, besar chicas y vivir su época de rock star total. Después de que ese personaje cumplió su cometido, se dio cuenta de que necesitaba explorar el corazón. "Porque tengo dificultad en relacionarme con la gente, tengo muchos miedos. Amador era perfecto para mí". Dio vida entonces a un personaje obsesionado con el amor, místico, oscuro, que dice amar a todos pero sufre de amor y de soledad. El cambio sonaba suicida para un artista que había atraído audiencias con un estilo cabaretero, decadente, con letras que hablaban de muerte, incesto y desamor. Incluso sus amigos y su familia le decían: "¡Pero qué estás haciendo, vas a perder a tus seguidores, además es un disco calmado, cómo!". A él no le importó y, al final, a su disco le fue bien, y cómo no, si era un disco cálido y en el que había conseguido ciertas atmósferas como las de un par de álbumes que admiraba: Pink Moon, de Nick Drake, y Plastic Ono Band, de John Lennon.

Hoy, ya transformado en Ada, entrega un disco de espíritu setentiochentero, años que adora musicalmente (y cómo no, si fue cuando su oído se educó con montones de vinilos y fue cuando pasó por su casa hasta Grace Jones), y que se siente de pronto en la misma vena que el Sébastien Tellier más sexual. Imagino que en el ejercicio de travestismo musical le acompañan sus músicos de siempre (entre los que están músicos de Gush y un guitarrista que ha tocado con Fédération Française de Funk y ha compartido gira con Funkadelic), porque consiguieron recrear los años de las bolas de espejo, los hot pants, el maquillaje en exceso y las noches. Música feliz que al mismo tiempo rezuma nostalgia. Ya quiero ver cuál será la personalidad de Ada sobre el escenario en esta nueva personificación, me corroe la curiosidad por ver qué tan lejos llevará la psicomagia. Espero que un poco más lejos que esa peluca de aires victorianos que luce en el video de su primer sencillo.

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