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Música

Deglución del Rap Mexica: Una charla con Kyzza Terrazas, director del documental ‘Somos Lengua’

Checa en exclusiva el segundo trailer de ‘Somos Lengua’ y la información puntual de las siete proyecciones que habrá dentro de Ambulante en el DF.

Al hip hop nacional se le suele asociar tan sólo a dos nombres, a pesar de que el movimiento rapero existe a nivel mundial prácticamente desde hace poco más de cuatro décadas: Control Machete y Molotov; quizás Cartel de Santa, Fermín IV y Bocafloja surjan de vez en cuando, aunque estos tres últimos no crucen las fronteras de los círculos de especialistas y reventones de urbanidad alternativa, cuando no marginal, en todos las acepciones de este complejo axioma. Sin dejar fuera a esa misteriosa vicisitud del destino llamada Caló, para bien o todo infierno contrario, la primera banda de rap documentada en la historia musical mexicana.

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Mientras el hip hop se impone con músculo monstruoso dentro de la industria musical en otros países, sobre todo Gringolandia, convirtiéndolo en uno de los caldos de oro más redituable y cuyos adeptos aumentan así como su parafernalia se vuelve la obsesión de fashionistas incautos, el rap nacional de momento no corre con la misma suerte, a pesar de sus protagonistas y sus seguidores, que no son pocos.

Pero rap en México hay. Y mucho. Y bueno. Y Kyzza Terrazas, cineasta de bagaje literario (director de El lenguaje de los machetes y autor de la compilación de cuentos Cumbia y Desaparecer, Ed. Moho, 2010) decidió capturar algunos fragmentos del actual gran mapa del hip hop en México en su documental Somos Lengua en alianza con uno de los especialistas de este tema: Feli Davalos.

A propósito de la participación de Somos Lengua en el Festival Ambulante, hablamos con el buen Kyzza sobre este documento indispensable en la historia sonora de México. Pero antes, te presentamos el segundo trailer oficial de la película.

¿Cuál es la escena de tu documental que más disfrutas? A propósito, ¿qué ciudades recorriste y por qué?
La verdad varía. Como el proceso de montaje ha sido largo, he tenido varias secuencias favoritas en diferentes momentos. Me gusta mucho el rap que se aventó Alemán y es un momento donde las palabras que rapea van apareciendo en la pantalla. Eso genera una emoción. A mí, después de verla cientos de veces, me sigue emocionando. Me gusta también cuando rapea Jozué en el Vital Estudio de Monterrey. Me encanta cuando vemos las escenas familiares de una pareja de raperos con hijos: Rabia Rivera y W Krónico, de Torreón.

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Estuvimos en DF, algunas partes del Estado de México, sobre todo Ecatepec. Aguascalientes, Guadalajara, Monterrey, Gómez Palacio y Torreón. Ahí ubicamos a movimientos pujantes, raperos y raperas que nos interesaban, con ello pensamos que cubríamos un abanico diverso y amplio y un retrato del país.

Nos faltó el sur, sí. Y Hermosillo.

¿Descubriste alguna característica del rap mexicano que no encuentras en el panorama gringo, sudamericano, ibérico, francés, etc?
No realmente. O más bien, no creo tener el conocimiento suficiente para contestar eso. Me gusta el rap de todos los lugares que mencionas y en realidad no encuentro mucha diferencia excepto por la idiosincracia propia de cada territorio. El rap acá es tan diverso que sería injusto responder de una u otra forma.

¿De qué habla el rap mexicano, qué inquietudes o temas predominan en las letras?
El rap, como dice Manotas (un rapero de Guadalajara) en la película, es el arte de la crónica del momento. En otras palabras, los raps suelen hacer el retrato de lo inmediato, lo más cercano a quien los escribe. Así que depende de lxs rappers. Pero en general creo que la mayoría del rap, aquí o en Mongolia, puede hablar de lo mismo: historias personales, crónicas del barrio, a menudo de la parte oscura del barrio, de los valores de la cultura hip hop, de la competencia para sobrevivir y sobresalir en el mundo, de la fiesta, de la mierda de la política y las instituciones, de sexo, tanto sutil como porno. Expresa visiones descarnadas del mundo.

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¿Desde cuándo escuchas rap/hip hop? ¿Recuerdas una canción, un álbum que te haya detonado la inquietud por el género?
Escucho rap desde que escuché por primera vez “Mi abuela” de Wilfred y la Ganga cuando iba en sexto de primaria, por el 89. La transcribí con una amigo y nos la aprendimos. Pero creo que los que me engancharon ya más en serio fueron Kid Frost y Cypress Hill.

¿Qué es lo que te envuelve del ritmo, la lírica, el sampler, en general, del universo del hip hop?
A menudo digo que para contestar esa pregunta es que hice la peli. Fue una investigación para, entre otras cosas, descubrir qué hay en esos ritmos y en esas rimas y en esas actitudes que me llaman tanto y con las que me siento absolutamente identificado. Creo que es la crudeza, lo incisivo y monótono y violento del ritmo. Creo que es esa forma de mover el cuello y las manos.

¿Cómo ves al rap mexicano en el contexto del panorama musical en general? En cuanto apoyo, difusión, respuesta del público…
La sociedad mexicana, el estatus quo del entretenmiento y la música, han sido y son muy injustos con el hip hop. Hay clasismo y racismo. Se le mira hacia abajo. Hace poco platicaba con Rulo y él me decía que creía que eso aplicaba a la música negra en general. Que aquí rifaba más Janis que Aretha, por ejemplo. Y creo que tiene toda la razón.

Ciertos gobiernos y sus instituciones culturales han comenzado a reconocer que el hip hop también es instrumento de desarrollo social, que a menudo es una herramienta para mejorar la convivencia. Para utilizar ese nauseabundo terminajo: para reconstruir el tejido social.

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Creo que hay un público extensísimo, mucho más grande y extendido del que muchos imaginan. Probablemente no es del que se puede sacar dinero, pero tal vez sí. Lo que es un hecho es que esta cultura está absolutamente enraizada en la juventud de todos los territorios urbanos.

Hasta ahora ¿cómo has visto la respuesta a tu documental? ¿Crees que de algún modo despiertas el interés por el rap nacional?
Solo lo hemos proyectado en la Ciudad de México y la respuesta fue magnífica. Despierta mucho interés y despierta muchas diferentes cosas. Se valora de muchas diferentes maneras, buenas y malas, pero está generando debate. Se discute mucho que por qué incluimos a unos y no a otros, se dice que no refleja la escena, que quienes lo hicimos no tenemos idea. Todas las opiniones son válidas y ciertas de alguna manera, pero creo que está bueno que hayamos podido terminar un retrato honesto —y también muy personal, hay que decirlo— sobre la práctica del rap. Nunca intenté hacer una historiografía ni hacer el retrato de la escena y desgraciadamente no hubo espacio para muchos muy importantes exponentes con los que sí nos reunimos y con quienes grabamos cosas. Es una peli que por supuesto intenta decir algo acerca de la práctica, de la cultura, pero también es una pieza muy personal, así que evidentemente despertará sentimientos diversos.

La película tendrá siete proyecciones en el marco del festival Ambulante en la Ciudad de México. A continuación, un banner con la información puntual de todas ellas.

Nota: Feli Dávalos es editor de Noisey México.