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Música

Día dos de Rock al Parque: Reggaetón, pogo y carnaval

Así vivimos esta fiesta ruidosa.

Fotos por: Julián Gallo y Hugo Rubiano

Día dos. La fauna festivalera estaba repleta de rastamanes, punketos de crestas pegoteadas de jabón Rey y uno que otro metacho, todos congregados en el Simoncho para echar mosh en el escenario Plaza al son del hardcore; pegarlo en el escenario Bio al son del reggae, el ska y el derroche de genialidad gipsy carnavalera; y perderse en los paisajes experimentales pop en el escenario Eco. Estuvo variadito y sabroso, pa’ qué. Pues como se supone que debe ser.

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Desde muy temprano el reggae se tomó el escenario Bio con Lion Reggae y Ghetto Warriors, dos bandas que representan la nueva ola del sonido jamaiquino en Colombia, con un sonido impecable y un mensaje contundente y hasta contestatario, un llamado constante al amor, la paz y la consciencia colectiva. Más tarde vendría Lo Ke Diga el Dedo, una de esas bandas de ska capitalino que se perdió un buen rato de la escena, pero que celebró su regreso en las tarimas de rockal. En esa misma tarima, Los Elefantes también se vistieron de gala para celebrar sus 20 años de carrera y lo hicieron con toda la elegancia del caso, haciendo un recorrido por su legado musical y recordándo esos clásicotes que han servido de banda sonora para adolescentes que se inician en el género y para avezados en el tema que se han pegado más de una pea a ritmo de canciones como “Boca e’ caimán”, “Opium Street”, “Barrio Santa fe”.

En ese momento, en el escenario Eco, el trío paisa Mr Bleat vistió de oscuridad el sol que caía sobre todos nosotros y nos propusieron un viaje denso cargado de sintes y bajos penetrantes. Le sacaron todo el jugo a su disco Los Lobos y definitivamente la rompieron, aún cuando la asistencia estuvo bajita. Sin embargo, más adelantico, la cosa fue mejorando y cuando le tocó el turno a Elsa y Elmar ya había más gente. La bumanguesa residente en Estados Unidos convocó a una buena manada para coquetearle con sus baladas pop experimentales, semi oscuras, semi existenciales, semi dulces. Además se trajo una señora banda y sincronizados cual reloj nos dieron una presentación impecable.

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Más tarde llegaría el turno para una de nuestras bandas favoritas. En el escenario Bio, el folk punk de Bestiärio fue una cosa incendiaria, una oda al caos con unos visuales del putas. El público respondió levantando tierreros del suelo a punta de pogo y rompiendose la madre como nunca. Allí mismo, ya caída la noche, un combo de 20 personajes puso a vibrar el suelo con su derroche folclórico carnavalero y su celebración de la fiesta popular latinoamericana. Y sí, estamos hablando de los chilenos de Banda Conmoción, que nos pusieron a tirar paso muy duro. Para seguir la fiesta y mantenerla arriba, llegarían después los de Puerto Candelaria con derroche de chucu chucu en sus coreografías imposibles, cumbias rebeldes y viñetas caricaturescas de nuestra idiosincrasia convertidas en melodías bien finas.

En el escenario Plaza la cosa se demoró en llenarse, sin embargo la cita ya estaba marcada para que calvos y punketos se unieran en la ceremonia divina del mosh, de la patada voladora, del puño aguevador. El hardcore punk neoyorkino de Sick Of It All, sin duda puso al público a romperse los huesos con intensas líneas de bajo y veloces ráfagas de acordes en su guitarra, era la fiesta de celebración de sus 30 años ininterrumpidos de carrera y en su honor había que ir con toda en el pogo. Luego vendría una de las presentaciones más cerdas del día, obviamente a cargo de Los Compadres Recerdos que desde las redes sociales venían haciéndole bulla a su “Reggaetón al Parque por la Paz” y que desencadenó en una presentación recerda, cochina, cargada de sátira, sacando lo más podrido de sus seres y haciéndonos cagar de la risa con coritos como “Las putas a la pista”, o “Metalera sin culo, con unas tetas recerdas”. Perreo hardcore el que se fajaron esos muchachos. Ya entrada la noche, una de las sorpresas del festival fue sin duda la presentación de Cuentos de los Hermanos Grind que contó con la presencia y bendición del Hombre Caimán para celebrar sus diez años de grindcore y demencia. El final de la jornada estuvo a cargo de Napalm Death, con quienes nos sentamos a charlar en el camerino minutos antes de salir a reventar tímpanos en el escenario Plaza. Una presentación memorable en la que los británicos hicieron una tremenda selección no solo de clásicos, sino de toda su carrera musical. Pesado, violento y con una velocidad la hijueputa en su interpretación, nos dejaron clarito que son unos grandes.

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Ahí les dejamos la galería.