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Música

Funk My Jesus: tetas, culos, drogas y sacerdotes en Acapulco

¿Qué hacer cuando una crítica se convierte en parte del problema, pero se acepta abiertamente como tal? Esta y otras sesudas preguntas nos trajo el nuevo video de la agrupación mexicana.

Todo empieza en una galería de arte. Estábamos ahí para ver qué chingados hace un lémur en un video musical. La curiosidad empezó por el tráiler del cortometraje musical que estaba a punto de presentarse: "24K - All you need is gold", de la banda Funk My Jesus.

Trescientas personas ansiosas, borrachas y convencidas esperábamos al lado de una pared blanca sin sillas. Después de todo, eran los cool kids from the block haciendo un video musical, y las expectativas eran altas.

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Apagaron las luces. Showtime. Marco Paul, el músico; Kane Kwik, el director y Rodrigo Aroca, el productor y socio de Guayabo Films, pasaron al frente a presentar el video. Play. Play. Nadie se esperaba la primera escena: un sacerdote pederasta, una niña violada, un setting en un barrio obscuro y una voz en off con subtítulos en inglés. El video corrió completo:

El hermano de la niña promete “vengarse de ese hijo de puta” y entonces empieza la canción viajando a los 1970 en Acapulco. Yannick Kwik, el actor principal, se hace a la tarea de rescatar a su hermana, interpretada por Carla Nieto, del harem de mujeres perteneciente a un sacerdote narcotraficante.

El público se reía entre escenas y no podían dejar de bailar. Era algo involuntario. Era el síntoma de una buena canción. Y en efecto, la canción es excelente (y puede descargarse gratis):

Justo en el punto que explota la rola, las mujeres del harem empiezan a rebelarse contra los narcotraficantes católicos. Entre la canción, la cámara lenta y los pulpos en la cara, parecía la revolución de la mujer-objeto. El video termina en la estúpida ilusión de un final feliz y ella, la violada por un sacerdote, volando en un paracaídas.

Entró en mí el “efecto publicitario”. El inconsciente me traicionó y por segundos me sorprendí a mí misma deseando lo que aparecía en el video. Malditos códigos que funcionan. Deseaba los cuerpos. A esos hombres blancos, negros y latinos. Deseaba los martinis. El sol. La vista de Acapulco y una maleta repleta de marihuana. Así nos han pintado la felicidad.

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¿En qué puto mundo vivimos para desear este tipo de cosas tan vacías? En el fondo, la historia es de una perversidad terrible y estaba yo, deseando el hedonismo de mujeres que pertenecen a un sacerdote que las intercambia y las viola. Qué truco tan perverso es el truco publicitario. Me regañé a mí misma, e intenté olvidarlo.

¿Cómo empezó todo? ¿De dónde había salido la idea? Marco Paul, el músico del video me explicó que la producción fue en conjunto con Rodrigo Aroca, socio de Guayabo Films, una productora mexicana independiente que se dedica a hacer cine y comerciales. Desde el teaser, las cámaras, el evento, la post-producción, la fotografía a cargo de Jordi Planell y la realización de Rodrigo, Guayabo Films probó estar rompiendo esquemas.

Marco me explicó un poco más su idea:

“Todo empezó como una broma entre Kane, el director, y yo. Es una burla al mundo de la música, de la publicidad y del cine y de todo lo que la gente cree del dinero y de las mujeres. Estoy obligando a una generación a enfocar su atención en algo que dure más de quince segundos. Hoy en día, todo es efímero. Todo se quiere al instante. No hay paciencia para disfrutar nada. Por eso el corto dura tanto.”

Dudé que fuera una burla. Parecía todo muy serio, aunque el músico tenía razón en lo que decía sobre el tiempo y el consumo rápido. Al día siguiente, fuera del glamour de la presentación, decidí ver el video una vez más. Me escandalicé.

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No es nada novedoso. La fotografía es comercial y publicitaria. Los colores están editados para brillar más. Las mujeres son un objeto intercambiable y a ninguna se le ve la cara. Sólo cuerpos. ¿Rebelión? Pfff. Por favor. Se nota que es una rebelión diseñada por hombres, a cuadro, y con sus propios estándares. El guión es un cliché. Parecían escenas de Sin Tetas No Hay Paraíso. Las actuaciones son exageradas. El recurso de la cámara lenta está trillado. Mujeres. Coches. Yates. Martinis. Drogas. Oro. Albercas y Acapulco. Es un comercial de tequila, pero sin tequila. O un video de rap de los noventa. ¿All you need is gold? ¿24K? ¿En serio? Vaya originalidad.

Necesitaba una explicación. Fui a casa de Marco y Kane y toqué la puerta.

¿Cómo pudieron haber hecho algo tan tristemente comercial después de la genialidad de su video de "Undermine"? ¿Después de tanta sangre, tanto rock ecléctico y tanta fotografía siniestra? El video provoca escalofríos, y la canción le roba el aire a cualquiera.

Ahí sí hay rebelión femenina cuando al final de "Undermine" tragan y deshacen al demonio. Es una crítica impecable al esquema de clases sociales, y hasta toques de mitología tiene. ¡¡Y fueron los mismos que hicieron Funk My Jesus!! El mismo músico, los mismos de Guayabo Films, el mismo director, y el mismo fotógrafo. Algo estaba muy mal.

Kane, el director, abrió la puerta. Respiré profundo, y entré. Empezábamos a platicar, cuando entró Marco Paul con todo su equipo de música: bocinas, teclado y guitarras. Ahí me enteré que tiene otras dos bandas, dos conceptos distintos unidos por el amor a la música.

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Ratbot es más electrónico-experimental:

Sour Soul, la banda del video de "Undermine", parece un proyecto mucho más personal:

Marco se sentó frente a nosotros. Yo quería escupir las preguntas y críticas que tenía. Pero me aguanté. Dijeron que habían compuesto la canción en una pachequez y que estaban cansados de la industria de la música, la publicidad, la fotografía y el cine. Pero sentirse así no justifica caer en lo comercial sino todo lo contrario. Kane jaló humo de su cigarro, y me contestó:

“Si no puedes con tu enemigo, únetele. Eso fue la primicia. Es trabajar los mismos esquemas del one hit wonder musical, y del one hit wonder videográfico (ósea una peli que es un blockbuster y que es una mamada que triunfa). Es emplear las herramientas del comercial, que está probado que funcionan. Es criticar esa unión entre el arte y el negocio que es absurda. Tu puedes hacer arte sin que sea negocio, pero que sea mediático. Eso es a lo que me gustaría llegar con 24K. Algo mediático, pero que sea gratis.”

Entendí su punto. En su industria no hay arte, hay negocio y lo que no vende se rechaza. Por eso no cobran por la canción. Admitieron no estar innovando. Admitieron ser parte del mismo mercado que criticaban. Admitieron el experimento musical, audiovisual y sobre todo mediático: ¿cómo reaccionarían los medios y las redes sociales frente a Funk My Jesus? Parecía ser una broma, una forma de auto-publicitarse, pero la mayoría pensó que era la presentación de una banda en serio. Al final sigue todas “las reglas.”

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Lo interesante es que al mismo tiempo, es una negación sutil a esas reglas. Me explicaron cómo todo el video mantiene una línea muy fina: un balazo que puede desnudar a una mujer bien podría matar a un inocente. El personaje va entre bromas absurdas e idiotas a salvar a su hermana. Las mujeres son objetos apropósito y en muchas tomas el director les cortó la cara, porque en la publicidad lo único que importan son sus cuerpos. Kane seguía fumando mientras platicábamos. Parecía relajado, cómodo y sabía exactamente lo que estaba haciendo.

“La línea de actuación era entre el lenguaje de los años setenta, y Austin Powers”, dijo Kane mientras le daba un trago a su cerveza, “no buscaba algo cómico, sino algo serio. Buscaba la magia de hacer algo sutilmente gracioso. Que nadie se desatara a carcajadas. Solamente una sonrisa sutil.” Me sorprendió la afirmación.

“Lo demás del video fue acomodado conforme a lo que hoy es el mundo,” dijo Marco mientras recogía un mezcal que se había caído al piso, “lo que más placer va a darte en la vida, es lo más banal y lo más pendejo. Todo el video es una ilusión. Todo es artificial.”

Habíamos platicado más de dos horas sobre los detalles del video y la canción. Cómo un jazzista colaboró en el solo de la trompeta, y luego tuvieron que editarlo. Hablamos de la autocensura para que funcione en términos comerciales. De la genialidad publicitaria, del poder de las modas, del vacío y el placer.

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Se hizo tarde. Salí de ahí y estaba lloviendo. La tierra tenía un olor a tierra mojada y tamal. Aún tenía mis dudas, pero lo que decían tenía sentido. Caí en el juego. Mordí el anzuelo del deseo y de la crítica, las dos tan artificiales como el video mismo.

Es tan ilusorio lo que deseamos, que se puede recrear al punto del absurdo. Es tan artificial, que se puede hechizar una producción para que parezca lo más ostentosa posible con muy poco dinero. Y es tan ficticio, que con tan sólo seguir los símbolos publicitarios se puede generar deseo y controversia en una misma imagen. Todo se reduce a aparentar dinero. Es el bluff y toda su cultura.

Caminaba en plena lluvia y recordé una de las últimas frases de la canción:

Marco Kane, make you feel better. ¿O era more cocaine?

¿All you need is gold? o ¿All you need is love?

Funk My Jesus existe sólo como una caricatura. Una burla de los sacerdotes pederastas, de las mujeres tratadas como objetos, del Acapulco moment, del bluff, de la cultura del narco,de la música, la publicidad y los medios de comunicación. ¿Por qué no jugar a eso?

Había dejado de llover, tomé mis audífonos y puse la canción a todo volumen. Era perfecta para la noche. Entre ilusiones, seguí caminando….