Festivales en la era moderna: La naturaleza de la diversión

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Música

Festivales en la era moderna: La naturaleza de la diversión

En los últimos años, los festivales de música se han llenado de gente que, en lugar de disfrutar a las bandas, va a pasar lista y mostrar a través de las redes sociales que asistieron al evento. El Primavera Fauna 2015 fue una prueba más.

Fotos por Carlos Molina

El triunfo de Morrissey ha sido usar el estrellato como venganza. Por eso en el festival vegetariano Primavera Fauna, de Santiago de Chile —como en cada show cuando interpreta “Meat is Murder”— se da el gusto de pasar un video de diez minutos donde figuran pollos y vacas desnucados en mataderos y granjas. Un registro que Morrissey contempla dándole la espalda al público, tirado sobre el escenario y haciendo morisquetas de espanto.

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“¿Cuál es tu excusa ahora? La carne es asesinato”, se lee al final de esa canción de los Smiths que suma 30 años. Y son 12 mil personas las que se tragan el mensaje.

Pero hay excepciones.

Las fashion blogger, por ejemplo, que presumiendo de los outfits que idearon con semanas de anticipación, miran hacia los lados con las mismas expresiones que ponen antes de vomitar un combo del KFC recién tragado.

Una foto con el fondo sangriento de “Meat is Murder” no les sirve para llenar sus Instagrams de likes que les retribuyan las horas invertidas en sí mismas. Esos lentes gigantes y esos tatuajes minúsculos tienen que saber combinarse esta tarde de primavera. “¿Por qué no están funcionando las piscinas?”, pregunta una de ellas que lleva una camiseta sin mangas de Kiss, mientras Morrissey canta: “This beautiful creature must die/A death for no reason/ And death for no reason is murder”. Del otro lado no hay respuesta y la fashion blogger frunce los labios y enfila hacia el puesto de merchandising para sublimar la falta de pool party.

Volvamos las agujas del reloj. Son pasadas las 21 horas y un grupo de animales de gimnasio se quitan las camisetas color salmón al mismo tiempo y luego se meten a un mosh imaginario, mientras Explosions in The Sky comienza a sonar en el Movistar Stage. Es gente atractiva que lo pasa bien. Esa que no aparece en las letras de Morrissey, sino más bien en las pancartas de H&M luciendo camisetas de Joy Division.

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La gente fea y mal vestida no está permitida en los festivales.

Pero hay excepciones.

Una hora antes Mac de Marco salió al Ray-Ban Stage. En el acto, los reportuiteros comenzaron a notificar al mundo el hecho mediante hashtags. Las microreseñas del show vía emoji se expandieron raudas por la red del pajarraco. Los periodistas musicales, acaso enfurecidos por no contar con la ocurrencia de los reportuiteros, dejaron de hablar mal con otros periodistas musicales sobre otros periodistas musicales y corrieron desde la carpa de prensa hacia el Ray-Ban Stage.

Uno de estos, un hombre algo gordo con una incipiente alopecia, suda apurando el paso. Trabaja para una radio que nadie escucha y al parecer nunca ha escrito una línea fuera de su cuenta de Twitter. La cantidad de sándwiches que se zampó en la carpa de prensa atentan contra su propósito de llegar rápido. Cuando al fin logra acercarse al escenario suena “Salad Days”, y se queda atento a cada una de las frases y gestos que suelta el canadiense. Anota en Evernote sus opiniones sagaces que de seguro irán rematadas con la sentencia: “El Primavera del año pasado estuvo mejor que este”. “De Marco no suena con la misma energía que cuando tocó en el Music Hall de Williamsburg en Brooklyn”.

Ahora adelantemos las agujas del reloj. Son casi la una de la madrugada y el concierto de Morrissey está por terminar. En la pantalla se proyecta la bandera de Francia y también el mensaje "La guerra de la religión está sobre nosotros". Comienza “I'm Throwing My Arms Around Paris”. Un blogger enfundado en ropa de mezclilla parece no comprender por completo qué es lo que esto significa; no obstante, encuentra que quedaría bien como status de Facebook. Por eso anota la frase en su iPhone y la sube al instante junto al hashtag #TodosSomosParís.

A los minutos, en el mismo escenario, Empire of the Sun toca “Old Flavours” y un escritor chileno reparte flyers de su taller de narrativa indie. “El curso tiene el fin de que los talleristas engendren textos creativos con conceptos del indie. Desde la fuerza rítmica a la desenvoltura y la ironía”, se lee en el folleto. Las personas no le dan mucha bola porque están ocupadas haciéndose rayas fluorescentes en los cachetes de sus caras.

Más: el escritor documenta el concierto de Empire of the Sun sacándose infinitas selfies de espaldas al escenario junto a otros escritores chilenos. Al parecer es necesario tomar al menos mil fotos para salir bien en una. En ella, otro gordo con lentes de pasta, un fleco mal cortado y una camiseta que dice “Cría Cerdos”, posa con felicidad haciendo el signo de la paz con dedos, aún untados con salsa de hamburguesa vegana.

Para muchos es el mejor sábado de sus vidas. Que no quepa duda. Las fotos se han saturado de likes. La dieta de zumos prensados en frío de dos semanas funcionó perfecta y la ropa encargada por internet de Urban Outfitters se podrá lucir en el próximo festival. A la salida, en los estacionamientos, de fondo se oyen voces fuertes que hablaban de otros festivales en otros países con gente más bronceada y con frapuccinos más deliciosos. La naturaleza de la diversión.