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Música

Iba a ver "Buffy la Cazavampiros" pero terminé no viendo a Tool

Maynard: hay un chingo de banda que lleva esperando verte toda su vida y nomás les dices: “Thank you". Jódete.

Foto vía Chilango

Yo la neta, no planeaba ir a Tool. Anduve enfermo toda la semana y mi idea de fin de semana ideal era degustar de unas hierbas y ver Buffy la Cazavampiros en Netflix. ¿Han visto Buffy? Está cagado, el pedo es como de una tipa que tiene que matar vampiros (¡duh!) y todo tipo de criaturas horripilantes mientras sobrevive a la prepa. En fin, el jueves en la noche ya andaba bien fresco fajando con mi cama, cuando me marcó un compa pa preguntarme que si quería ir porque le sobraba un boleto. Como soy uno de esos tipos que todo lo quieren gratis, le pregunte que si me lo regalaba y me dijo que sí, pero que tenía que conseguir el transporte y el alojamiento por mi cuenta.

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Le escribí a otro amigo por el “Whats”, me dijo que ya tenía hotel y transporte y justo le habían cancelado tres personas. Que si quería tomar uno de esos preciados lugares llegara a las 9 a la Escandon. Me valió verga levantarme temprano y me quedé viendo Buffy como hasta las cuatro. Puse mi alarma antes de dormir y juraba que no se iba a armar. Por alguna extraña razón, me levanté a las siete sin ningún pedo, armé mi maleta en chinga y agarré el primer taxi que vi. Al llegar al punto de reunión todavía esperamos un rato a unas gentes que faltaban, le pasamos corriente al coche y nos hicimos a la aventura como si Papantla quedara a tres pinches cuadras.

Como no traíamos pipa, nos paramos por una manzana. Recuerdo poco de ese viaje pero cada vez que nos parábamos en un Oxxo veíamos a puro metalero feo con cara de "¿pregúntame a dónde voy?" Es cagado cómo la gente que va a un concierto cree que no la van a dejar pasar si no tiene la playera de la banda. Pero en esta ocasión hasta parecía que había punto de revisión en la carretera para asegurarse de que si fueras bien fans. La neta, yo ni conozco chido a Tool. Digo, si me tocó escuchar la de "Schism" y hasta tocarla con una bandita que tenía en la secundaria pero a pesar de formar parte de la demografía primordial de seguidores de esta banda, como que siempre me valieron verga.

Foto vía Terra

Sin embargo, eso no me aislaba de todo el “fenomeno” que los rodea. Que si son bien místicos, que si son bien “true”, que si pinche Maynard puede leer tu mente o que si tocan bien cabrón son cosas que varios fans de Tool ven como parte de la amalgama de misticismo que rodea a la banda. A pesar de no conocerlos, pensaba que chance eran una gran banda que por pendejo no me había clavado y, digo, ¿qué mejor manera de conocer a una banda que viéndolos en vivo y a todo color? Festivales como el Bahidorá, el Nrmal, Ceremonia y hasta el EDC me han maleducado al hacerme olvidar que en la vida hay conciertos culeros.

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Yo pensé que toparme a mi cuate iba a ser una caminata en el parque y como animalitos en el bosque íbamos a caminar al festival y pasárnolas super bien mientras cantaban los pajaritos al ritmo de Tool. No pude haber estado más mal. Al llegar al cotorreo este, nadie tenía señal y ni puta idea de cómo contactar a este wey. Afuera del recinto había poca luz y todos tenían cara de pocos cuates, como de la gente que es culera por ser insegura. Mis amigos me abrieron a la verga y nos quedamos de ver “afuera del primer baño que esté más cerca de la entrada”. Le dí el rol a la plazita esa que compone el “afuera” del recinto y ni las luces de mi cuate. Pensaba en irme al coche y jetearme en el techo en lo que acababa el concierto pero la emoción de estár ahí me hacía sentir que verlos iba a ser una experiencia que cambiaría mi vida.

Me dió culo y compre un boleto en la reventa a 200 varows. En la entrada me recibió un tipo vestido de niño héroe y me catearon tan chafa que ni toparon que traía mis “Next” . Caminé por un pasillo y al llegar a la explanada todo era un pinche desvergue. Nadie sabía nada, ni dónde quedaban los baños, dónde vendían chela ni ya de perdis a qué hora tocaba cada banda. Di el rol un rato, esperando toparme a alguien que me regalara un Hoffman o algo así propio, pero todos andaban de ojetes mamones. Caminé por atrás de una carpita y vi a un chingo de gente empujándose para entrar a un cuartito. Asumiendo que era el baño, me formé en lo que recordaré como una de las peores experiencias de mi vida.

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Entrar al baño era parecido a entrar a las cámaras de gas. Todos se veían sudados y desorientados y como podían se empujaban para entrar en un pasillo horrible todo charqueado por meados. Una vez adentro, era un pedo salir. Los niños héroes nos dejaron como 20 minutos allá adentro muriéndonos de calor y respirando los fétidos gases que expulsan las secreciones humanas. ¡Qué miedo! Todo mundo gritaba improperios homofobicos como para hacerse los cagados (¿o los ruditos?) sin tomar en cuenta que vinieron a ver una banda cuyo vocal tiene sus roces con el trasvestismo. Anduvimos echando la sudada un rato haya adentro hasta que nos dejaron salir.

Una vez afuera, me abrí paso entre cuerpos sudorosos para poder ver a Primus. El lugar donde tocaron es un escenario fijo que tiene una plancha de concreto enfrente y arriba una carpita. En la plancha esa caben a lo mucho 5 mil pelados y todos los que estaban afuera de esa plancha (que eran un chinguero) no podían ver ni madre. El mejor lugar que encontré fue atrás de la consola y me topé a los weyes de AXPI. Primus sonaba cabrón, tenía un chingo de ganas de verlos pero la deshidratación podía más que la música y convencí a uno de mis cuates de que fuéramos por una agüita. Ni puta idea de dónde conseguir nada en pinche Cumbre Tajín, por todos lados veías un chingo de gente que de plano ya les había valido verga todo y se habían tirado en el pasto. Le preguntamos a todo mundo, hasta que un tipo nos señaló la entrada y nos dijo que compráramos mucho porque la fila estaba culera.

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Llegamos a un como McDonalds y nos formamos en una fila que hacía todo menos avanzar. Ya llevábamos como 20 minutos cuando nos dimos cuenta de que nos íbamos a perder la participación de Primus si seguíamos ahí pero el puto orgullo de haber esperado tanto, la deshidratación, el calor y la incesante necesidad de ponernos bien pedos, de nuevo triunfaron sobre la banda de Les Claypool. Ya estábamos a nada de la entrada y nos informaron que ya no había cajitas felices (chelas). La barra, parecía de peda de preparatoria: una mesa con botellas arriba y el cajero le mentaba la madre a todos. “Ni que estuvieras tan guapo como pagar por verte a ti” “A ver cántate una rola de perdis” le gritábamos con nuestras bocas secas al cajero ese para que dejara de hacerse pendejo y empezara a calmar nuestra chingada sed.

Foto vía SDP Noticias

Fue un rato de confusión pero finalmente el wey dijo que solo iba a servir un chupe por persona como si no sé qué chingados. Aguantamos un rato más, nos sirvieron unos whiskys de a litro con un chingo de hielos, nos regresamos a donde estábamos y nomás alcanzamos a escuchar el “¡Thank you! ¡Goodnight!” Regularmente este tipo de desorganización me hubiera emputado pero andaba tranquilo porque al menos ya tenía un whisky y sobre todo porque como les comento pensaba que Tool iba a estar super hyper mega pasado de verga. Así de acabar llorando porque fue hermosa y contarle a tus hijos que tu estuviste ahí como si hubiera sido nuestro Avandaro, nuestro Shangri-La, nuestro Rage Against The Machine en el Pabellón Este. Pensaba que Cumbre Tajín tenía el potencial para ser el mejor show de la historia de Tool. Sin embargo, la ilusión me duró poco.

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Comenzaron a tocar y la gente se volvió loca. Los de Tool tocan bien cabrón pero me recuerdan a esa banda de robots que tocan metal y que no pueden equivocarse porque están programados. Los Tool son unas maquinitas y de veras que bonito que suenen igualito al disco pero no mames: si quisiera escuchar el disco me quedo en mi pinche casa. Ver a una banda en vivo tan cabrona es como para que se la pasaran improvisando sus rolas o no sé. Tool se ocupa tanto en ser enigmáticos, misteriosos y disque anti-rockstars que terminan dejando la sensación de que son unos pinches mamones acomplejados. Maynard: hay un chingo de banda que lleva esperando verte toda su vida y nomás les dices: “Thank you”. Jódete.

Foto vía Polvora

Una hora en el set y se me acabó mi whisky. ¡Qué bonita es la sudadita tropical! En algún momento parecía que todos andábamos bien limpios y recien bañaditos. A mi alrededor los metaleros exudaban un interesante compendio de olores taqueros. El de adelante olía a carnitas, el de atrás a suadero, el de a lado a pastor y el de al otro que no dejaba de gritar "¡¡¡¡¡Maynardddd!!!!!!!" a birria. Me dolía todo el cuerpo, no veía ni verga pero me consolaba con la idea de que los Tool quieren que en vez de verlos a ellos sientas la música. El metalero que olía a carnitas se volteó de la nada y me dijo bien académico que era el mismo show que hicieron en Coachella. Me quedé pensando que cuando menos en Coachella, seguro no tenías que formarte una hora por una chela.

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La música poco a poco escaló hasta convertirse en una hecatombe sonora. Cada rola que acababa, jurabas que era la última pero su complejo sistema de luces te daba a entender que no. Destrozaban mis tímpanos con ondas aurales. A momentos cerraba los ojos y sentía que volaba. Finalmente, al terminar "Stinkfist" el público rompió en gritos y aplausos. “Tool los ama” se leía en la pantalla. “Sí claro, Tool nos ama” pensé.

Salir del recinto fue horrible, caminabas en un mar de gente a pasitos y rezabas porque estuvieras perfilándote a la entrada. “Cristian, Cristian Castro, ¿dónde estás?” gritaron por ahí. No sé si Cristian contestó, a esa altura ya me valía verga todo.Lo único que quería era una chela y un Jacuzzi.

Cumbre Tajín fue un desvergue, todos acabamos madreados, sudados, apestados, desorientados e impropios en general. En una época donde en los festivales tienes bicicletitas para cargar tu celular y hasta Wi-FI, a Cumbre Tajín le vale verga todo. Hay filas gigantes en todos lados y la gente se forma sin saber qué chingados venden. Los baños están asquerosos, todo está lleno de basura y en general como el 50% de los asistentes no ven un carajo.

¿Lo volvería hacer? Por supuesto que sí.

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