Fotos perdidas de payasos de los años setenta

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Circo

Fotos perdidas de payasos de los años setenta

La veterana fotógrafa Jill Freedman nos ofrece un atisbo de cómo es la vida con un circo ambulante.

_La legendaria fotógrafa Jill Freedman ha dedicado su carrera profesional a documentar las vidas de la gente al margen de la sociedad americana. Esas fotos son de la época en la que estuvo viajando por la costa este de los Estados Unidos con el circo de los hermanos Cole, en 1971. En último término, las fotos del proyecto se recogieron en su libro _Circus Days_ en 1975. De toda su obra, estas imágenes destacan porque las positivó usando un proceso llamado "estabilización", que se usaba en los cuartos oscuros y era rápido y versátil para la época. Se pensaba que las impresiones que vienen a continuación se habían descartado. Pero trabajando con Freedman, hemos sacado a la luz estas imágenes para que las puedas ver en todo su esplendor._

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Esto es lo que Freedman tenía que decir sobre su vida en el circo:

El circo es un recordatorio de todos esos viajes que nunca hiciste, de todos esos planes que se enfriaron en la sobria mañana. Es una frágil fantasía: hoy está aquí, mañana se va; es todo lo libre que no somos nosotros. Libre y anónimo en un mundo lleno de facturas, niños y tarjetas de crédito con nuestros números.

El circo es un lugar exuberante, igual que la niñez; es la celebración del gozo de simplemente estar vivos. Es un lugar mágico, lleno del misterio, el terror y el éxtasis de la infancia. Es grotesco y bello, y contemplarlo es extraño y maravilloso. Es un lugar que sientes más que recuerdas, en el que lo que imaginas es tan real como lo que ha sucedido. Cosas absurdas que pasan como un rayo por el rabillo del ojo y hacen que te emociones. Es el sabor de lo desconocido, una promesa de aventuras que te espera fuera, donde todo sucede. Conoces pueblos más emocionantes que el tuyo. Mujeres más libres, hombres más ricos y chocolate cada día, por qué no. En el circo todo es posible, menos actuar según tu edad y ser razonable.

El circo es una ruidosa celebración de todo lo que aman los niños —bromas estúpidas, sonidos ofensivos, gestos groseros, actividad frenética, miedo vertiginoso, drama, coraje y una intrépida y dolorosa belleza. Canta son la siniestra energía de los locos payasos. Es caminar sobre cables, hacer malabarismos, saltar sobre redes, hacer volteretas en el aire; es hacerlo por hacerlo, como hacen los niños. Celebrando la pura alegría de hacer algo perfectamente inútil a la perfección. Como si se tratara de cumplir la promesa que una vez te hiciste a ti mismo, la de no crecer jamás. Tú nunca te ibas a convertir en uno de ellos. Del mismo modo, el circo siempre es el mismo. Nunca cambia.

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