FYI.

This story is over 5 years old.

perfil psicológico de un fanático

El orgullo de ser un 'Barra Brava'

Tolerados, odiados o enaltecidos, los 'barras bravas' forman parte del color del fútbol latinoamericano.
Foto de Héctor Vivas, Getty Images

Para el aficionado común, hablar de Barras es hablar de violencia, de alcohol, de drogas o de reventa ilegal de entradas. Pero para el "Barra Brava" (un término nacido en los años 60 en Argentina para diferenciar a los aficionados radicales de los demás hinchas), el equipo lo es todo.

Ser Barra Brava es un modo de vida, es un orgullo, es la oportunidad perfecta para demostrar el amor que siente el aficionado fanático por sus colores, por su equipo y hasta por sus compañeros. Las drogas, el alcohol y la violencia no son motivos para avergonzarse: todo lo contrario, enaltecen.

Publicidad

Más deporte: Violencia, drogas y fútbol en Rosario

El Barra Brava tiene "aliento", que no es otra cosa que el apoyo incondicional. Nunca falta a un partido de su equipo en casa; tampoco se pierde ningún desplazamiento. En el estadio, el Barra Brava se pasa los 90 minutos de pie, agitando la bandera entre las manos. Se sabe todas las canciones para apoyar a su equipo y también las que son para intimidar al rival; no escatima en insultos al árbitro, a los jugadores rivales, a la hinchada contraria e incluso a la gente de la ciudad cuando está de visitante.

El "aguante", esa rara cultura futbolística llevada a la vida común, es parte de la rutina diaria. El Barra Brava se pone los cánticos de tono en el móvil, mete canciones de fútbol en las fiestas y su peinado está basado en el 'look' de algún jugador del club.

El Barra Brava reacciona violentamente si se encuentra en la calle con alguna persona que lleve una camiseta que no sea de su equipo: si puede, lo apalea a golpes. No importa si el otro es miembro de la hinchada rival o si el sujeto utiliza la prenda sólo por gusto, sin apoyar a dicho club: le golpea y le quita la camiseta igualmente. "Afané al pendejo éste, después de darle la madriza de su vida", contará victorioso ante sus compañeros del barrio mientras muestra el trofeo, la camiseta de la discordia.

Para el Barra Brava, "afanar" (robar o quitar) es primordial para llegar a ser respetado. El "afane" abarca trapos, banderas, bufandas, gorras, camisetas e incluso instrumentos musicales; cualquier símbolo de valor para las hinchadas rivales es válido. El afane normalmente llega tras vencer a la Barra contraria en alguna pelea. Los choques se pueden dar fuera o dentro del estadio, en el aparcamiento, en la carretera o en algún lugar previamente acordado entre ambas, como un parque o un terreno baldío.

Publicidad

El barrio es el cobijo del Barra Brava, su casa. Ahí le escuchan, le cuidan, le protegen, le aconsejan e incluso le emplean. En el barrio, el Barra se reconoce entre sus miembros, comparten el aliento por el equipo y también la cultura del "aguante". Con sus vecinos llega al estadio, conoce otras ciudades, pelea contra hinchas rivales, roba en las tiendas de autoservicio que se encuentra en las carreteras y hasta comparte la celda cuando algo sale mal. Se siente orgulloso de pertenecer a él y lo demuestra portando la camiseta del barrio, antes que la del equipo. Muchas veces, el Barra Brava se tatúa el nombre o las siglas del su distrito de origen.

Pese a que en México fueron prohibidos por la Federación, los 'trapos' serán siempre parte de la identidad de las barras. Foto de Iván Hernández, WikiMedia Commons.

Pero eso sí, el barrio tiene sus propias reglas y un líder a quién obedecer. Ese líder es el encargado de mediar con la directiva para conseguir las entradas tanto de local como de visitante; el líder es quien vende las camisetas "oficiales" del barrio, quien cuida los trapos e instrumentos musicales, quien administra el dinero, quien da las órdenes y quien tiene todo el respeto de los demás miembros. Todos le obedecen sin cuestionar. A este líder le llaman "capo", y el Barra Brava está orgulloso de él.

Una de las cosas que el Barra Brava más disfruta es "copar" otro estadio, esto es, ver a miles de aficionados de su club en una cancha rival. Se siente orgulloso de llevar su "trapo" con el nombre del barrio para mostrarlo ante las cámaras de televisión o simplemente para enseñarlo cuando el autobús va llegando. "Copar" es llenar el estadio ajeno como si fuera suyo.

Al Barra Brava también le gusta afanar un trapo rival mientras él permanece con el suyo: es un motivo de orgullo. El trapo no es más que una manta de tela bordada con el nombre del barrio, el logo y los colores del equipo, pero se convierte en un emblema o símbolo de la hinchada cuando más canchas ha visitado. Como más batallas ha presenciado un trapo, más valor acumula y más deseosos están los hinchas rivales de robarlo. El Barra, sin embargo, lo protege con la vida.

La segunda casa del Barra Brava es el tablón, esa zona o parte del estadio asignada a la hinchada del equipo. Ahí se emborracha cada quince días, ahí sufre los fallos de los jugadores, ahí insulta al árbitro y a los rivales. A menudo, también es ahí donde conoce el amor. Fumarse un porro de marihuana durante el partido es parte del ritual del Barra tanto como querer agredir a los rivales: no importa si el encuentro se ganó, siempre hay algún motivo para buscar "los putazos" (literalmente, "mariconazos", con la connotación además de "cobardes").

Los Barras Bravas ambicionan "copar" cualquier cancha. Imagen vía Youtube.

Todo lo que hace el Barra Brava moderno lo lleva a las redes sociales: presume la borrachera que agarró durante el partido, resalta los trapos afanados y amenaza a los aficionados contrarios con apalearlos así que se los encuentre. El Barra Brava le recuerda al rival que le copó su estadio y que lo hará de nuevo. El Barra Brava sube fotos tanto a Facebook como Instagram con todo su barrio, cerveza y porro en mano. El Barra Brava deja claro en todo momento que ser Barra Brava es todo un orgullo.