Hice que unos hippies desnudos me echaran de mis propias vacaciones

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Viajes

Hice que unos hippies desnudos me echaran de mis propias vacaciones

No soy flor de tu jardín, Rainbow Gathering.

Decidí, junto con algunos amigos, recibir el 2013 viajando por varios puntos de México. Nuestra primer parada fue en Palenque, Chiapas. En cuanto llegué me di cuenta de que había una sobre población de hippies. A donde voltearas: hippies. Hippies pidiendo aventón, malabareando, tocando guitarra o realizando cualquier tipo de espectáculo para ganar un poco de dinero y comprar víveres.

Estas personas se encontraban en Chiapas porque se estaba llevando a cabo un festival llamado Rainbow Gathering, aproximadamente a unos 40 kilómetros del pueblo y luego más allá, a unos 50 minutos de terracería. Así que mis amigos y yo decidimos manejar y vivir la experiencia de acampar en medio de la selva junto a más de 200 personas de todas partes del mundo.

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Nos recibieron muy cálidamente con un “bienvenidos, hermanos, ya llegaron a casa”, seguido de una llamada de atención por tener linternas prendidas (está prohibido usar cualquier tipo de energía eléctrica, comer carne e ingerir bebidas alcohólicas).

Empezamos a montar nuestro campamento con lámparas y un disco de leds bastante luminoso, era imposible hacerlo sin luz y ya estábamos cansados después de manejar 13 horas.

Terminamos de montar el campamento, tomamos unos tragos de mezcal a escondidas. Luego fuimos a dar la vuelta por ahí. Caminamos a donde se veía una gran fogata y una carpa grande. Hacia donde voltearas podías ver tiendas de campaña, casa rodantes, refugios improvisados con palma y  maderos, autos del ‘52 con placas de cualquier parte de Sudamérica, fogatas y gente cantando el cumbayá. Había mujeres y hombres de todas las edades, casi todos estaban desnudos.

Llegamos a la carpa principal. Dentro estaba lleno de gente tirada en el piso en silencio viendo a una persona cuya función era como de chamán: alimentaba el fuego con ramas, escancias y plumas mientras cantaba. La mayoría nos veía fijamente no con la mejor “vibra” y con una mirada bastante dilatada (no por el alcohol —obvio— sino por las otras substancias que evidentemente habían consumido). Además llamábamos la atención porque éramos los únicos en el lugar vestidos como Rambo.

La ceremonia era una mezcla de muchas culturas de diferentes partes del mundo, incluso hubo cantos en diferentes lenguas antiguas. No logramos entender de qué se trataba el ritual y nadie nos explicó qué estaba pasando, por lo que decidimos regresar al mezcal y los leds.

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En el transcurso de la noche pasaron varias cosas. Un grupo llegó a preguntarnos si alguno de nosotros tenía la competencia mental, una linterna y una camioneta que pudiera salir del lodazal, para ir a buscar un doctor ya que uno de los hermanos, por andar desnudo en bajadas de lodo, se resbaló y se quebró una costilla.

Fuimos a ver cómo estaba la situación. Los hermanos le cantaban y daban reiki para curarlo, mientras algunos de mis amigos me decían que estaba pendejo si pensaba manejar ebrio toda esa terracería en medio de la nada, a las dos de la mañana en búsqueda de un doctor.

Me preocupé porque parecía que el tipo agonizaba bocabajo y toda la gente decía que con amor se iba a curar. Nadie estaba haciendo nada realmente, así que una amiga y yo nos subimos al auto y llevamos a un hermano, que al parecer era el único amigo que tenía el herido, a buscar un doctor. Lo único que encontramos fueron ebrios que no lograban articular bien, sólo se les entendía “güerita” y otras palabras de amor hacia mi amiga.

Decidimos regresar y buscar señal de teléfono para hablarle a una ambulancia. Esa misión fue todo un éxito. Regresamos, pasaron dos que tres cosas más como gente que nos pedía asilo en nuestras tiendas, sabanas, marihuana, alimento, etcétera.

A la mañana siguiente, los vecinos nos ofrecieron té y platicamos un poco con ellos. Nos contaron que el hermano estaba bien y que había muchas pozas donde nadar, y que terminando este Rainbow planeaban encaminarse hacia Guatemala donde se llevara el siguiente.

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Después de una corta plática con el vecino fuimos en búsqueda de las pozas. A partir de este momento me sentí más en confianza de usar tecnología y empecé a tomar fotografías.

Me llamaron la atención en ocho de cada diez fotos y tuve que borrar casi todos los retratos que hice. A los hermanos no les gusta salir en fotos así que tuve que fotografiarlos de manera discreta e intentar pasar desapercibido. Me di cuenta de que para ellos es más importante de lo que parece: buscan dejar la vida material, vivir de la naturaleza, en un estado primitivo en el que no existe el capitalismo, ni el Señor de los Anillos. Sólo el camino y esa sensación única de libertad.

La Rainbow family, como se hacen llamar, es una gran familia de nómadas nudistas con llantitas, que no deja a nadie morir de hambre, todos comparten y alimentan a quien lo necesite. No hay líderes, nadie es más que nadie, todo es de todos y al parecer también todos son de todos.

Después de ser rechazado por tomar fotografías y por ser un grupo de turistas, llegué con cuatro de las ocho personas con las que viajaba a un círculo alejado, donde todos estaban desnudos y se bañaban en ceniza. Antes de lograr entrar al círculo, llegó una mujer desnuda a preguntarnos qué estábamos buscando. Yo respondí que buscábamos un lugar para nadar y, mientras ponía su mano en el oído, me dijo: “escucha”, y me guio a la salida.

Caminamos de vuelta a nuestro campamento insultando a la hippie por actuar como si fuera Cocodrilo Dundee: nos estaba siguiendo. A partir de ese momento caminábamos por el lugar y la gente nos hacía preguntas incómodas acerca de dónde veníamos y cuál era nuestra idiosincrasia. La hermana seguía detrás de nosotros y cuando la veíamos, disimulaba. Empezábamos a sentir un ambiente muy pesado; un tipo gritaba que nos lleváramos nuestra basura, cuando nosotros desde el principio la separamos y nos ocupamos de ella. Además, por lo que vimos, ellos creen que contamina menos apilar todo el plástico y dejar una montaña de mierda humana, plástica y orgánica, apilada en la entrada.

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Así que decidimos partir a nuestro siguiente destino de la mejor manera: tirando la mejor buena onda posible mientras todos nos veían de manera extraña y tiraban sus vibras no tan llenas de amor ni de flores hacia nosotros.