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Música

Discografía esencial del punk colombiano

15 discos memorables forjados en la calle, llenos de rabia que resumen el poder y el sentir del punk de este cochino país.

Ilustración por Curzi.

Querer contar una Historia oficial del punk no es solo pretensioso, sino contradictorio. Si algo ha caracterizado a esta música y a las pasiones y prácticas que ha generado, con sus topes y sus bajos, ha sido la inmensa diversidad que la rodea desde hace ya cuatro décadas. Colombia, con una década menos de historia, no ha sido la excepción. Desde los instrumentos artesanales, los aprendizajes empíricos y las grabaciones precarias, hasta las recientes giras internacionales de algunas bandas locales y la proliferación de espacios —así a veces no sobrevivan muchos años—, para ensayar, tocar y difundir la cultura relacionada, hacer una lista delimitada de la discografía esencial del punk colombiano dejaría por fuera no solo muchas bandas y álbumes, también relatos y memorias de los parches y de la escena de cada ciudad que han configurado diferentes visiones y tendencias de lo que es el punk y lo que representa.

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Elegir entonces un criterio para esta lista fue —sigue siendo—, una tarea complicada. Sin embargo, referirse a lo esencial en este caso es referirse a discos que han marcado de alguna u otra manera su contexto. Pioneros en formatos, experimentación o tendencias, trabajos que reflejan la movida y el sentimiento de una época, canciones que retratan ciudades y pensamientos, recopilaciones que recuerdan bandas ya inexistentes… La siguiente es una lista que se nutre de afinidades propias, pero también del interés de aprender y conocer sobre cuestiones más o menos afines, y de compartir esos conocimientos con otros. Vale la pena entonces aclarar que no pretende para nada ser definitiva, reconoce que podrían caber un montón de otros trabajos, y es por eso una invitación a la discusión sobre lo que ha diferenciado al ruido local, sus influencias, la forma en que el punk y sus vertientes se han construido y contado a sí mismas, y la manera en que sigue tejiendo, en medio de las contradicciones, sus propias historias.

Rodrigo D No Futuro, V.V. A.A. LP, 1988, Medellín.

Clásico por antonomasia. La película de Víctor Gaviria es considerada por muchos no sólo un hito en el cine colombiano, también en la música. Giovanni Oquendo, poeta y “punkero tercermundista” de Medellín, llamaría a Gaviria “carroñero” aunque le concedería el haber descubierto que en la época, además de exportar cocaína, se podía exportar pornomiseria. Igual de duras fueron las críticas de fanzines de la época como Nueva Fuerza, pero coincidirían las dos en que el único logro de aquel filme había sido financiar la primera grabación de un álbum de punk y metal en Colombia. El lado A del LP está dedicabo a P-Ne, Mutantex y Peste, aquí está "Dinero", que se repite varias veces en la película. Del lado B se encuentran bandas de metal como Amén —fue uno de los proyectos de Bullmetal, personaje clave para el rock nacional—, Ekrion, Agresor, Profanación, Mierda, Blasfemia y Dexkoncierto, esta última más cercana al punk que las demás. En el 2007 se reeditó en CD sin la participación de Dexkoncierto y Mierda, pero incluyendo a Ekhymosis, Sacrilegio y Nekromante.

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Estamos en la cima, V.V. A. A, Casete, 1989, Medellín

Dignos representantes de lo que se conoció como el “punk Medallo”, cuyo foco principal fueron las comunas nororientales de la ciudad. Es imposible entender la historia del punk local sin tener en cuenta la historia del conflicto colombiano y sus múltiples matices. Más allá de la asociación que pudo haber entre el sicariato y los primeros punkeros y metaleros —imaginario que se le debe, de nuevo, a Gaviria—, lo cierto es que la violencia por la que atravesaba Medellín en los años 80 marcó profundamente el contenido y el sentir de las primeras bandas del género. Los factores que influyeron en que esta y no otra fuera la cuna del punk colombiano dan para un artículo entero del tema, pero de manera muy resumida se deben al contexto de marginalidad en que vivían aquellos jóvenes, la constante amenaza del narcotráfico y su influencia —lenta, pero segura— en la vida privada y pública de la ciudad, y por alguna razón, la casi natural predisposición de Medellín para el rock —solo hay que revisar la historia de este género en la ciudad—. El punk Medallo se caracterizó además de por su particular origen, por su sonido crudo —dado entre otras cosas, por la precariedad de los instrumentos y las grabaciones de la época— y por la desbordante rabia y energía de sus letras y batería. Esta edición que reúne a HP.HC, Herpes, Diskordia, BSN, Ataque de sonido y Crimen impune —primera banda de las hermanas de Fértil Miseria—, empezaría a configurar lo que se conocería poco tiempo después como hardcore-punk. Un año más tarde se prensaría en vinilo 12” La ciudad podrida, que reúne casi las mismas bandas (Herpes es reemplazada por RDT) y algunos de los temas incluidos en el casete. En ese entonces rezaba “No pagues más de $2.300”, hoy el vinilo está avaluado en casi 400.000.

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La muerte… un compromiso de todos, La Pestilencia, LP, 1989, Bogotá

Sátira a un eslogan de campaña de las elecciones presidenciales del 89, el primer álbum de La Peste fue editado por otra figura legendaria y clave de la escena bogotana, la tienda Mort-Discos. Sus 18 temas, que incluyen un cover de los ingleses 4 Skins, regaron de a poco su contundente sonido que encarna musical y líricamente la frustración y la turbulencia de la época, hasta convertirla en una pieza clave para el rock nacional. Tal vez no hubiese sido posible lograr ese sonido, pionero en Bogotá para el momento, si no se hubiesen encontrado las influencias musicales de Héctor Buitrago con el bagaje cultural y musical que traía Dilson Díaz desde Medellín. Por otro lado, el EP Ser y no ser de RDT (Medellín) es otra pieza importante y característica del momento, un sonido menos prolijo y en ocasiones más agresivo que el de La muerte…, que se influenció también de bandas del ultra metal paisa como Parabellum y Blasfemia, que comparteron miembros como Ramón Restrepo.

¿Y ahora qué?, Imagen, EP, 1989, Medellín

En 1989 y 1990 se editaron también tres sencillos que tomaron distancia de los sonidos del momento. ¿Y ahora qué? de Imagen, Medellín de Herpes y Trash/Hardcore/Punk de HP.HC, proponían proyectos mucho más oscuros y pesados, que jugarían con los límites de la musicalidad y la armonía propias del punk. De manera consciente o no, lo llevaron a una forma más extrema, y podrían situarse como un antecedente en el país para lo que se incubaría más de diez años después: géneros derivados del punk, el hardcore, el trash metal y demás agregados, tales como el crust, neo crust, raw punk, noise, fastcore, powerviolence, grindcore, d-beat y otros más complejos y enredados cuyas diferencias solo conocen oídos expertos.

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Guerra bacteriológica, Bastardos Sin Nombre, E.P, 1992, Medellín

Una chimba y el último trabajo de BSN antes de que por diferencias personales se separara la formación original. Olimpo, el vocalista, era también editor junto con Piedad (Fértil Miseria) de un fanzine muy importante para la época, el Subterráneo Medellín. Del mismo año otro muy destacable 7” fue Reacción de Fértil Miseria, que en ese primer trabajo contaba con otra vocalista, Yolanda Molina. Al igual que las Polikarpas, en un principio Piedad y Yolanda esperaban buscar espacios para una banda netamente femenina, pero lo cierto es que en esa época había pocas viejas en la escena rockera, y muchas menos que quisieran pararse duro por un proyecto con un sonido tan crudo.

El Bogotazo… gritos de dolor y rabia, V.V. A.A , LP, 1995, Bogotá

Pablo Escobar vería su imperio desmoronarse en 1993, al ser declarado enemigo público número uno del estado colombiano. Las bombas y los secuestros eran el pan de todos los días y Bogotá veía cómo poco a poco el conflicto que se vivía en las regiones empezaba a permear la vida en la ciudad. Eskoria, Desarme y Demencia Libertaria hablan en El Bogotazo de la caótica metrópolis, pero también de las dinámicas de la escena punkera que empezaba a consolidarse. “Mientras miles de males mundiales nos siguen asfixiando, ¿en qué puede ayudar a curar el hambre, el dolor, la guerra, esa falsa pose de estrella de rock subterránea o comercial? Necesitamos es calidad humana” exigía Demencia, vinculados entonces a lo que se conoció como la “anti-moda”. Especial mención merece su particular sonido experimental, más sombrío y complejo, a pesar de lo que a primera vista pueden sugerir los acordes sencillos, el uso del xilófono y los arreglos que incluyen elementos musicales propios de los pueblos nativos latinoamericanos.

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Libertad y desorden, Polikarpa y sus viciosas, 1999, Bogotá

Lorna, Paola y Sandra —Andrea llegaría un par de años después— se encontraron en el interés por formar una banda de chicas que pudiera darles voz en un ambiente mayoritariamente masculino y muchas veces machista. En su primer ensayo, a Paola –que pertenecía en ese entonces también a Skartel– le tocó la batería por azar y a regañadientes, sin saber que terminaría por ser una de las mejores intérpretes del instrumento a nivel nacional, en lo que al punk se refiere. De alguno de esos ensayos grabaron un casete, y ese casete resultó rotando de mano en mano por toda la ciudad, así fue como "Policía de mierda" se convirtió en un himno de la época. Un año antes de editar Libertad y desorden, grabaron un split en casete con Libra (Medellín), en el que Paola colabora con la voz en “Te odio”, ya convertido en otro clásico. Aunque de años distintos, hablando de Libra cabe resaltar la recopilación de su trabajo desde 1995 hasta 2003, Viviendo en un mundo fascista. La banda de Tomás Cipriano, antiguo miembro de Parabellum y HP.HC, fue un proyecto enteramente solitario que contaba con algunas colaboraciones esporádicas, pero que contribuyó a formar el mito del hombre que apareció también en Rodrigo D. De Cipriano hay historias varias, parece que Medellín se lo tragó vivo o lo convirtió en un fantasma, pero las composiciones líricas de Libra pueden dar cuenta perfectamente de otro poeta del punk.

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Punk Medallo Vol. II, El cartel del punk de Medellín, V.V.A.A, CD, 2003, Medellín

Dos recopilas en CD para mencionar de esta época, que en realidad son cuatro. Por un lado, Ni puta mierda (2001), que incluye bandas de Cali, Bogotá y Medellín, la mayoría formadas durante la segunda mitad de los 90, refleja lo que se estaba cocinando en la época a nivel nacional. Por el otro, Punk medallo vol. I, II y III. Recopilado y editado por Giovanni Oquendo y su proyecto Con las uñas, estos tres volúmenes recogen algunas de las memorias del sonido propio del punk paisa. Los volúmenes uno y dos fueron previamente editados en casete en el 86 y el 89 respectivamente, pero los CDs rescatan además temas que hasta ese momento solo estaban disponibles en casete, grabados en esayos, conciertos y trabajos perdidos. El arte de los tres trabajos es también de Oquendo.

Demo, Res Gestae, CD, 2002, Bogotá

El nuevo milenio dio paso a otras influencias y desarrollos tanto en lo musical como en la calle. Una violencia menos evidente en algunos casos, y más cínica en otros —Uribe fue presidente del 2002 al 2010 y esto repercutió en una polarización general del país—, pero igual de dañina y una apertura paulatina hacia lo global —el Internet empezaba a ser popular—, permitió el intercambio de nueva música y nuevas ideas, y una tendencia más consciente de su apuesta se preocuparía por expresar un mensaje más politizado. Res gestae y Grita o Muere fueron dos bandas bogotanas que con sonidos y posturas afines al anarquismo, se apoderaron de discursos más críticos frente a la sociedad. Ya no era suficiente hablar de lo jodido que estaba el mundo, era necesario hacer algo al respecto. Res gestae en especial creó una imprenta característica que con sus temas volados y una energía en vivo violenta, sentaría en el 2002 con su primer demo un precedente para el hardcore punk —estas dos podrían ser acaso de las primeras bandas de crust propiamente dicho en el país— en comparación con la tradición que se había gestado en Medellín. En ese sentido, bandas como La Vendetta también marcaron un hito en el movimiento de la contracultura de la época. En el 2008 esta última editó junto con Res Gestae In memoriam, un split a tres manos que incluye también a Yacöpsae, ícono del hardcore punk alemán.

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Punk no muere, V.V. A.A, CD, 2010, Bogotá

“Grandes éxitos del punk por fin en español”. Otra recopilación importante del punk bogotano de este siglo, este trabajo cuenta con 13 temas de bandas inglesas y estadounidenses —entre ellas X-Ray-Spex, Buzzcoks Ramoness y Dead Kennedys, — adaptadas al español y versionadas por proyectos que hoy siguen en pie —casi todas— y dando la pelea por el ruido de la capital. Cabe resaltar que son buenas versiones que cada banda escogió acertadamente según su estilo característico. El CD incluye un archivo fotográfico de las bandas, dos videos y el arte es de Toxicómano Callejero.

Lobos moribundos, Lupus, CD, 2011, Bogotá

Lupus alimenta sus letras y sonidos de las entrañas del alma humana, de ese rincón aterrador y salvaje en que se esconde la animalidad del hombre y su mezquindad cuando toda máscara ha caído. Influenciados por el tono lúgubre de algunas bandas de los 80, el primer demo de esta agrupación los posicionó rápidamente como un referente en la escena local. Canciones como "Miedo", "Moribundo" —gran cover de WTZ—, "Liberia" y "El juicio de los hombres" se han convertido ya en clásicos del punk bogotano, y su segunda producción, La mentira, lanzada en casete en 2015, promete hacer lo mismo. El trabajo constante de los últimos años los llevó a presentarse el año pasado en el Latino Punk Fest en Nueva York, uno de los festivales más importantes de la movida actual del punk en el mundo.

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Colombia a toda mierda, Vol.I, V.V.A.A, 2013

Los últimos años han visto la consolidación de géneros como el crust, el d-beat y sus derivados en todo el territorio nacional. Otro tema complejo e interesante que amerita una discusión exclusiva del mismo. Sin embargo, resaltamos aquí trabajos de d-beat como Degradación (2011) de Doomsday, banda de Manizales/Brasil que se ha hecho un nombre no solo en su ciudad natal sino fuera de ella, así como Comemierdas, banda de Bogotá que tiene varios temas grabados por separado. De hardcore crust cabe resaltar el sencillo de La traición de las masas, "Cifras, cadáveres y mentiras" (2014) y el demo en casete de Devenir (2015), ambas de Río Negro. Los manes de Chulo (Bogotá), que tocan powerviolence y acaban de llegar de gira por Estados Unidos, han editado 16 vinilos desde el 2011, la mayoría splits con bandas de otros países. Colombia a toda mierda, editada por Disordera Records (Risaralda), reúne el trabajo de bandas de todo el país que se han concentrado en explorar y explotar estos géneros. El primer volumen salió en el 2013 y el segundo el año pasado.

Este infierno, Bestiärio, CD, 2015, Bogotá

Este año tocaron en Rock al Parque y estuvieron de gira por Ecuador, el año pasado se presentaron en el Grita Rock y es imposible verlos y no contagiarse de su tremenda energía así sea mínimamente —en vivo, en mitad del público y en los toques pequeños suenan mejor que en el CD—. Punk en formato acústico o folk acelerado, Bestiärio sentó un precedente en este género en el país y con solo un trabajo han logrado posicionarse a nivel nacional gracias a su particular sonido que se debe a la presencia de la mandolina, el acordeón, el contrabajo, el banjo, un ajetreado lavadero y el potente vozarrón de Jimmy.

Del mismo modo, bandas con relativamente corta trayectoria han tenido también la oportunidad de exponer su trabajo fuera de Colombia. Como estas hay muchas otras en todos los rincones del país que desde sus propios gustos y acudiendo a la solidaridad y la autogestión están moviéndose continuamente para seguir grabando, produciendo, tocando y viajando. Punk hay para todos los gustos, y aunque las prácticas y los tiempos cambian, al menos musicalmente, aún queda mucha tela por cortar.

Ciudad, CO2, 1998, Medellín

Un postpunk oscuro aunque claramente heredero del sonido violento que se engendró en Medellín, letras abstractas que recuerdan a la escritura automática y una presentación en vivo que se parecería a un Devo siniestro —con overoles y todo— , CO2 grabó en el 97 un demo y en el 98 su único trabajo, Ciudad, que nunca fue prensado ni publicado. Esta banda del underground colombiano inició su trayectoria en el 89 y se mantuvo tocando en pequeños bares y algunos festivales hasta su desintegración en el 2005. Por la misma onda y de la misma ciudad, Frankie ha muerto publicaría su segundo trabajo en CD, La identidad del caos, en 1999. Frankie, que aún sigue tocando después de 25 años, se diferenciaría del común de las bandas de postpunk por sus letras claramente críticas con la sociedad, la realidad de su ciudad y el carácter del ser humano, aunque sin dejar de lado el elemento poético. Incluirían entre su estilo influencias del rock gótico y el metal entre otros, y se caracterizarían también por su puesta en escena performática, posicionándose como referente para la tanda de bandas que nacerían alrededor del postpunk y el rock gótico unos años después. Desde una acera completamente diferente, en 1991 se publicaría Orden público de los bogotanos de Hora Local. Después de su sencillo El rock no te necesita/Matanza en el bar de 1988, Hora Local retrataba en sus letras la misma convulsionada Bogotá que gritaban los punkeros, a través del humor negro y el sarcasmo enmarcados en melodías mucho menos violentas y teclados tristes. Como dato curioso, uno de sus integrantes, Eduardo Arias, sería precursor, junto con Karl Troller, de los fanzines, publicando desde 1980 y por un par de años, Chapinero, aparentemente, el primer fanzine de Colombia.

Como alma que lleva el diablo, Salidos de la Cripta, CD, 2012, Bogotá

Considerado el primer larga duración de psychobilly en Colombia, convirtió a Salidos en un referente indiscutible en la escena nacional, aunque vienen trabajando desde el 2007. Oficialmente reconocido como un derivado del rockabilly, es innegable, sin embargo, la influencia de géneros más pesados, como el horror punk y el death rock —de allí toma sus temáticas, orientadas hacia el cine y la literatura de horror, y un protagonismo de la percusión en comparación con el rockabilly— en esta vertiente que, aunque nació en la década de los 80, tiene una historia relativamente corta en nuestro país. Bandas como Cowboys from hell, Utgard Demons, Helldogs entre otras han ido también posicionando su sonido y construyendo una escena que, de a pocos, va ganando espacios en el país.