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Cultură

¿Cómo se rigen los exorcismos por fuera de las películas?

La película El Conjuro 2 muestra otro de los casos icónicos de Ed y Lorraine Warren, famosos demonólogos estadounidenses. Aquí les explicamos la realidad detrás de las historias y los exorcismos.

Janet Hodgson poseída por un demonio en El Conjuro 2.

En la década de los 70, Ed y Lorraine Warren, una pareja de esposos, se volvieron famosos por sacar fantasmas y demonios de personas y casas en Estados Unidos. El par se conoció a los 16 años, y después de casarse y llevar una breve vida de artistas, decidieron dedicarse a lo que realmente les apasionaba. En 1952 fundaron la Sociedad para la Investigación Psíquica de Nueva Inglaterra y desde entonces, según ellos mismos, averiguaron cerca de 10.000 casos, volviéndose los investigadores paranormales más reconocidos de ese hemisferio, al punto de que la misma Iglesia Católica solicitaba su ayuda en los casos de posesión más difíciles. Eso cuentan en su página web.

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Muchos de los casos que los Warren investigaron se han vuelto parte de la cultura popular y han inspirado varias películas. El más famoso, el de Amityville ––en el que una pareja salió corriendo de su casa en 1976, asegurando que había una presencia demoníaca que movía las puertas de la casa y los miraba por las ventanas por las noches–– ha inspirado 15 películas hasta la fecha, como The Amityville Horror (1979), el rencauche de 2005 del mismo nombre y una que está programada para el 2017, Amityville: The Awakening.

En 2013, el director australiano James Wan se inspiró en otro de los casos para hacer El Conjuro, esta vez en una casa de Rhode Island en la que, según los Warren, había una maldición de una bruja que había vivido allí en el siglo XIX y que condenaba a morir a todo el que viviera después en ese terreno. La película, que tuvo la asesoría de Lorraine Warren y de la verdadera familia Perron, estuvo acompañada de otros sucesos extraños. Según CNN, en Filipinas las proyecciones de El Conjuro tuvieron que suspenderse por un tiempo después de que varios espectadores aseguraran sentir cosas extrañas. Además, varios miembros del equipo de la película dijeron tener incidentes con rasguños inexplicables, corrientes de aire frío y fallas en teléfonos y en alarmas de incendio durante el rodaje.

Tres años después, y después de llevar a un sacerdote para que bendijera el set antes de empezar a rodar, James Wan estrena la segunda parte de El Conjuro, esta vez inspirado en un caso que ocurrió en Londres, Inglaterra. La película, que estará en teatros desde hoy, 9 de junio, cuenta la historia de Peggy Hodgson y sus cuatro hijos, quienes entre 1977 y 1979 recibieron mucha atención por parte de la prensa británica después de reportar que en su casa pasaban cosas inexplicables y se escuchaban voces demoníacas.

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El caso de la familia Hodgson fue uno de los casos investigados por los Warren que recibió más críticas por parte de otros investigadores que aseguraban que todo era un montaje. Sin embargo, varios de los reporteros que registraron los hechos en la época, además de Lorrain y Ed Warren, aseguran que todo fue verdadero y que la casa en realidad estaba invadida por una entidad demoníaca que movía los muebles y hacía levitar a los niños. Lo mismo sucedió en el caso de Amityville, cuando el abogado de un hombre que previamente había vivido en la casa y había asesinado a toda su familia aseguró que la historia de demonios había sido inventada por la pareja que vivió en la casa después, mientras se tomaban unas botellas de vino.

Foto tomada por uno de los reporteros en la que aseguran que Janet Hodgson está levitando.

Pero a pesar de las pruebas y los argumentos que a lo largo de la historia se han presentado para negar que las posesiones sean una cosa real, siguen existiendo documentos y personas que se toman muy en serio el asunto de los exorcismos y los demonios. Durante el siglo XVII la Iglesia Católica consignó todas las reglas y prácticas para realizar exorcismos en el Rituale Romanum, un libro en el que se daban las instrucciones para realizar bautizos, bendiciones y otros ritos católicos. En 1976 Anneliese Michel ––cuyo caso además inspiró otras películas como El exorcismo de Emily Rose (2005) y Réquiem (2006)–– murió en medio de un exorcismo. Como consecuencia, los padres y el sacerdote que había practicado el exorcismo fueron encarcelados, y la Conferencia Episcopal Alemana le hizo una petición al Vaticano para que eliminara el rito del libro. A raíz de esa petición, la iglesia conformó un grupo que trabajó sobre el ritual y que concluyó en una nueva versión que en 1999 se dio a conocer públicamente. En esa nueva versión del Rituale Romanum el rito del exorcismo no fue eliminado, pero, según varios obispos experimentados, sus nuevas reglas lo volvieron inútil y una farsa.

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El Padre Gabriele Amorth, un sacerdote italiano y el exorcista oficial del Vaticano, fue uno de los críticos del nuevo ritual de exorcismo. En una entrevista al diario italiano 30 Giorni asegura que el nuevo ritual es un arma sin filo, pues prohíbe realizar exorcismos cuando hay posesiones ocasionadas por maleficios, que, según él, es la causa en el 90% de los casos. Además, el padre Amorth también asegura que el nuevo ritual prohíbe hacer exorcismos cuando no se está seguro de que hay una presencia demoníaca. Y eso, según él, solo puede saberse cuando ya se está atendiendo el poseído. Para él, el ritual modificado es una farsa producto de un grupo de integrantes de la Iglesia que no tienen ninguna experiencia en exorcismos y que no tuvieron en cuenta las recomendaciones y peticiones de los exorcistas alrededor del mundo.

Ed y Lorraine Warren.

Según la última versión del Rituale Romanum, que fue aprobada por Juan Pablo II, los exorcismos de las películas se conocen como exorcismos mayores, y solo pueden ser ejercidos por miembros autorizados de la Iglesia. Es decir, por sacerdotes. Pero para hacer un exorcismo primero hay que pedirle permiso al obispo diocesano, es decir al jefe inmediato, quien le dará el aval solo a un sacerdote que reúna todas las virtudes que se puedan enumerar: humildad, confianza, caridad, prudencia, integridad, sabiduría, experiencia, etc. Una vez autorizado, el sacerdote exorcista tiene que ser escéptico, y sólo creer que la posesión demoníaca es la explicación cuando haya descartado otras explicaciones como enfermedades físicas y mentales. Para identificar que lo que está viendo es en efecto una posesión, el Rituale Romanum indica ciertos síntomas propios de la presencia de un demonio en el cuerpo de una persona:

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1. Hablar o entender lenguas que la persona no conoce.

2. Poder mover cosas que están lejos o escondidas.

3. Manifestar una fuerza mayor a la que debería tener el sujeto por su edad y condición.

4. Aversión a los símbolos y nombres de la religión católica, como crucifijos, ritos católicos, imágenes sagradas, o la mención de Dios, Jesús, la Virgen, etc.

En adelante, después de hacer aspersión de agua bendita sobre el poseído, el exorcista tiene que rezar una lista casi interminable de oraciones y de lecturas del Evangelio que deben repetirse cuantas veces sean necesarias para que haya una liberación real. Esto se acompaña en cierto momento de la imposición de las manos y de un crucifijo. Leerlo en un manual no es ni la mitad de entretenido como verlo en una película.

Sin embargo, según el padre Amorth y otros exorcistas opositores, una serie de instrucciones que hacían que el rito del exorcismo fuera efectivo fueron omitidos en esta nueva versión, por lo que hicieron llegar las quejas al Vaticano. En respuesta, en 2007 Benedicto XVI dio permiso para que los exorcistas usaran el Rituale Romanum y el Misal antiguos. En 2011, y por si acaso, el padre Francesco Bamonte, exorcista de la Diócesis de Roma, envió una consulta al Vaticano para emplear el Rituale Romanum antiguo, ante lo que recibió una respuesta afirmativa que autoriza a los exorcistas del mundo a hacer exorcismos según como se dictó en 1614, sin permiso de su obispo diocesano. Esto volvió a quedar confirmado en 2013, cuando el Papa Francisco reconoció oficialmente al exorcismo y a los exorcistas bajo la ley canónica.

Es decir, todo está de nuevo como en el siglo XVII. ¿Tranquilos con eso?