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Hay otra historia sobre la relación de mis padres que siempre le cuento a la gente y que probablemente también sea mentira. Empieza con mi madre hablando por teléfono con mi padre. Enojada, si mal no recuerdo, o quizá no. La pelea —discusión, conversación, lo que sea— era por quién conduciría. El problema era que mi mamá nos llevó a casa de mi padre un viernes por la tarde saliendo de la escuela. El domingo por la tarde, después de misa, nuestro padre nos llevó a nuestra casa (no le gustaba que dijéramos "nuestra casa" pero, cuando uno es niño, es imposible que tuviéramos el mismo cariño por el lugar donde nos quedábamos dos días a la semana que por el lugar donde nos quedábamos lo otros cinco días). El calendario siempre fue igual. El problema era que esa vez ninguno de los dos quería dar esa vuelta en plena tormenta de nieve.Si mis padres se separaron cuando yo creo, entonces significa que me gesté escuchando gritos y llantos. La melodía de una relación fallida.
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"Al menos no tuvieron que escoger". Todos hemos escuchado esa frase. De acuerdo, no lo hicieron, al menos no de forma directa. Nuestra madre siempre decía que no teníamos que sentirnos culpables por rechazar a nuestro padre. Que no tenía nada de malo. ¿Será porque sentía lo mismo? Al final le hicimos caso. Probablemente lo hubiéramos rechazado de todas formas pero, de todas formas, su opinión ayudó. ¿Nuestro padre tiene la culpa por no haber sido tan cercano a nosotros como para pedirle una explicación? ¿Se ganó puntos por no decir lo mismo que nuestra madre? Porque, por ridículo que parezca, todos los hijos llevamos la cuenta.Sólo una vez vi a mis padres pelear en persona. Es lo bueno de que se hayan separado cuando aún era un bebé.
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