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Cultură

"Desperté sin un cacho de dedo": algunas personas nos cuentan por qué dejaron las drogas

No siempre es tan fácil detectar cuando el uso de drogas se vuelve problemático, sino hasta cuando una situación particular te hace pensar en bajarle a la fiesta o dejar las drogas por completo.

¿Te sientes ansioso después de una cruda?, ¿te deprimes constantemente?, ¿dejas tus actividades diarias por andar en el after? No siempre es tan fácil detectar cuando el uso de drogas se vuelve problemático, sino hasta cuando una situación particular te hace pensar en bajarle a la fiesta o dejar las drogas por completo.

Recuerdo una noche de juerga a mis diecisiete años. Desperté sin ropa en algún sillón de un desconocido, igual desnudo y tirado en el piso mientras el efecto del éxtasis me hacía sentir con cruda moral y un poco desorientada. Agarrar el camión de las ocho o nueve de la mañana y a pleno sol dándote vueltas la cabeza, recapacitando lo que hiciste un día antes y valer madres en tu cama dos o tres días. Así es como se te van los meses y se te van esos planes que ya nunca realizaste. Piensas que nadie te ve, que nadie te nota, cuando de lejos se te ven los labios pálidos rotos, las uñas sucias y obviamente la ropa de fiesta.

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Esto me hizo pensar en cómo otras personas se dieron cuenta que era momento de dejar las drogas. Estos son los testimonios de gente que decidió contar de una vez sus historias.

Fernanda, 22 años. Drogas consumidas: piedra y cocaína.

La piedra la probé a los dieciocho años, pero empecé a consumirla diario a los veinte. Eran momentos difíciles; fue cuando me hice stripper. Siempre había tenido la idea de que era una vida muy glamurosa, así que me atrajo el dinero y la vida fácil. Al cabo de un tiempo se me hizo un hábito. Ganaba mucho dinero y me hice dependiente al estilo de vida. Vinieron las drogas y se hizo un círculo vicioso. Me drogaba todo el día, me drogaba en el trabajo, y como llegaban muchos narcos, nunca tenía que pagar mi propia droga.

Sinceramente no tenía ningún problema y nunca quise dejarlo, pero pesaba cuarenta y tres kilos y un día mi mamá me despertó y me dijo que íbamos de compras a Puebla. Lo siguiente que supe es que estaba en una clínica de rehabilitación en Atlixco. Pasé casi tres meses en la clínica. Me ayudó, yo creo que sí, porque estoy limpia en este momento. Llevo meses sin consumir, pero no significa que si se presenta la oportunidad no lo haría. Varias veces me escapé dentro de la clínica porque empecé a llevarme mucho con el dueño y salíamos a escondidas a comer y beber. Pienso que sustituí el hábito.

David, 31 años. Drogas consumidas: cocaína, crack y heroína.

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Consumía ocasionalmente de los diecinueve a los veintiún años. Cuatro veces por año me iba a la playa a consumirla. Ahí había un señor que era nuestro dealer y decidió traerse al DF heroína de ahí para moverla acá en la ciudad; fue cuando caí de lleno. El consumo fue del diario de los veintiuno a los veintidos. Me aislé por completo de la familia, sólo veía a gente que consumía, no salía casi de mi casa. Todo el día encerrado consumiendo y durmiendo. La heroína es un sedante muy potente. Tenía novia en ese entonces y afectó mucho la relación, en especial porque yo perdí las ganas de tener sexo. No trabajaba, ni estudiaba, nada más consumía, robaba en casas para conseguir la dosis del día siguiente. Después empecé a vender heroína para mantener mi consumo y me hice la mula del dealer. Yo me aventaba el tiro de ir cada mes a la playa a comprar un putazo de hero y el dealer me pagaba con lo mismo por esa chamba. Para poder dejarlas mis papás intervinieron y contrataron los servicios de una clínica de rehabilitación que incluye el ir por ti a la fuerza y llevarte al lugar en el que estás encerrado tres meses con terapias sicológicas y juntas de AA, entre otras actividades.

Sentí mucha impotencia y coraje; fue parecido a un secuestro. Con el paso del tiempo, durante el tratamiento, fue cambiando mi manera de pensar y tuve una especie de introspección en la cual caí en cuenta que estaba destruído física, moral y emocionalmente, que debía de dar un cambio radical en mi vida. Eso incluían muchos puntos, empezando por la sobriedad total y acudir a tratamiento psicológico y practicar el programa de recuperación de AA. Me funcionó por nueve años. Estuve seco hasta el tuétano. Sobriedad total por nueve años, yendo continuamente a las juntas de alcohólicos anónimos. Pero tuve una recaída después de esos años por frustraciones y vacíos que no había resuelto debidamente por falta de empeño de mi parte.

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Perla, 27 años. Drogas consumidas: cocaína, mariguana, hash, ácidos, 2cb, salvia, ketamina, tachas, poppers, MDMA, crack, cristal, antidepresivos.

Fue un poco gracioso como comencé. Un día fui a Ámsterdam con mi mamá y nos dieron comida con mota. Las dos estábamos hasta el culo; lo recordamos como una experiencia divertida. Como a los diecinueve años fue cuando comencé de lleno con la mota y después fui probando tachas, MDMA, y subí dependiendo la fiesta, el ambiente y la gente con la que me juntaba. Dos años anteriores ya inhalaba un chingo de coca, consumía cinco tachas por peda, le entraba duro a la ketamina y los aceites fueron como dulcesitos para probar. Me aventaba ya fiestas muy cabronas y eran como de días. Los días que descansaba del trabajo, empezaba en la noche y en la casa de un amigo en Álvaro Obregón. Nos dábamos encerrones de una semana, pero como yo chambeada, dormía un poco, me bañaba, comía, iba a trabajar y regresaba a seguir cotorreando. Así estuve un año.

Justo hace dos años todo se me empezó a salir de las manos. Ya me valía la gente, me valían los sentimientos de los demás, hacia cosas culeras en sus caras. En un after de navidad que nos aventamos cuatro días. Salía con un chico y de la nada me empezaba a agarrar otro en su cara. Me acuerdo perfecto que el chico me dijo que me estaba agarrando a otros güyes y se puso a llorar horrible; me odió un chingo de tiempo. Pasó de todo. De repente en los encerrones me agarraba con amigas y gente desconocida. Simplemente ya ni sabía que estaba pasando, se me perdía la noción. No me acordaba que había hecho días antes o noches antes, estaba muy volátil. Era como la pelicula de Trainspotting, literal estabamos entre basura en casa de una amiga.

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Para poder dejarlas me pasó algo muy culero en mi desmadre. Un día hasta el culo me subí a un taxi y me violaron. Realmente no quería afrontar ese trip. Pero fue ese evento el que me hizo perder el control de las drogas. Poco a poco dejé de consumir ciertas drogas. En alguna ocasión me fumo un porro con mis roomies, pero ya es con otra visión. Me hacía pensar un chingo que me pasó algo malo de verdad. Lamentablemente también dejé una mala imagen con mi familia. Mi mamá en sí me crió muy bien y tenía esa vocecita que me decía que no debía de hacerlo por razones tan estúpidas. Dejé de juntarme con ciertas personas, de salir a ciertos lugares, bajarle al chupe, etcétera.

Pepe, 28 años. Drogas consumidas: mariguana, ácidos, tachas e inhalantes.

¿Te acuerdas cuando se hacían las fiestas en "El Coyol" y nos la pasábamos fumando mota tranquilamente sentados en un sillón y de repente me dejaste de ver un tiempo? Ese era aún yo antes de entrarle a cosas que hoy en día me arrepiento bastante. Yo era un joven muy estúpido. Anteriormente vas a fiestas, te pones hasta la madre y todo muy normal hasta que al siguiente día ya te encuentras tirado en la banqueta con personas viéndote como un vago, encima de tus propias heces, apestando y en ese estado regresándote a tu casa caminando con miles de personas viéndote. Inhalaba mucho chemo, así le dicen en mi barrio. Era de inhalarle al punto de desmayarte, pararte y a seguirle. No recuerdo mucho esa etapa, no sé por qué, creo que me la pasé tirado. Un día recuerdo haber despertado sin un cacho de dedo; sinceramente espero nunca acordarme. Pude dejarlas gracias a que mi mamá me empezó a llevar a la iglesia y ahí conocí a una chica que me cambió la vida hasta el momento. Me enamoré de ella y ahorita es la mamá de mi hija. Fue el cambio radical que necesitaba, y esas mujeres me dieron todo el amor que me hizo ser como soy ahora. Actualmente trabajo en un empresa, radico en la ciudad de Veracruz y soy muy feliz siendo padre.

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Franco, 23 años. Drogas consumidas: mariguana, cocaína, Clonazepam y Fluoxetina.

Empecé a los 14 años. Yo sentía que era algo normal; todos en mi familia toman y yo empecé a salir con mis amigos a esa edad. Al inicio me daba miedo por todo lo que se dice, pero la verdad es que después me daba curiosidad saber que se sentía y pues ya… las probaba. Era un desastre casi todos los sábados y domingos. Perdía mis cosas, mis tarjetas e identificaciones, hacía cosas que me apenaban mucho, como besarme con mil tipos o irme con desconocidos a otros afters y amanecer en casa de quien sabe quién. Corría de los taxis una vez que me dejaban en mi casa porque ya no tenía dinero para pagar. Me empezó a afectar cuando también mi familia ya se comenzaba a sentir triste por mí. De hecho el día que decidí dejar de beber fue el peor; toqué fondo muy cabrón.

Fue una noche muy extraña. Todo inicio cuando fui a Oaxaca después de un tiempo de estar en el DF. En ese tiempo tomaba mi Fluoxac y mi Clonazepam porque me gustaba sentirme muy bien en las fiestas. Una de mis mejores amigas y yo salimos de antro, comenzamos bebiendo lo normal y nos topamos con otros amigos que también beben mucho. Bailamos, tomamos y tomamos. Yo me acuerdo que ya para las 11 de la noche estaba ahogado. De ahí fuimos a otra fiesta a ver a uno de los chicos de mi amiga y fumamos mariguana. Hasta ahí haciendo osos, pero nada feo.

Terminé en una narcofiesta, eran como las siete de la mañana y abrieron una especie de putero solo para nosotros seis. Todo estaba vacío y el güey que nos llevó era un amigo del dueño. Recuerdo que nos trataron súper bien pero después empezaron a llegar más tipos raros. Era el lugar más nefasto que te puedas imaginar. Sacaron la cocaína y nosotros nos pusimos super locos. Desperté en casa de un vecino muy amigo mío. Yo no tenía ni llaves, ni celular, ni identificaciones, ni zapatos. Me asusté mucho. Recuerdo que antes estaba saltando en un trampolín que un chavito tiene afuera de su casa y nada más…

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Lo que realmente me hizo dejarlo tal vez suene raro y tal vez ridículo, pero pues es lo que pasó. Mis papas me regalaron un celular meses atrás y pues yo siempre he perdido esas cosas, pero ese cel era especial porque ellos me lo habían regalado. Lo perdí y estaba muy triste y muy enojado conmigo. No paraba de pensar en eso. Una noche me fui a dormir muy resignado y soñé con un señor que me preguntaba por qué estaba así y yo platicando con él le decía que por el celular; le conté todo lo que me pasó. Me preguntó que si me gustaría tenerlo de vuelta; yo obvio le dije que si y recuerdo súper bien que le dije que si ese celular se recuperaba yo dejaba de beber. No sé cómo pasó, pero el celular se prendió y emitió la alarma, apareció en Huajuapan, una ciudad en Oaxaca. Resultó que un señor lo tenía. No te miento, lo tenía un señor super humilde y que vendía piñatas a orilla de la carretera que va a Oaxaca.

No soy muy supersticioso, menos religioso, pero fueron muchas coincidencias y si me espanté, ¿a quién le pasa eso? Y pues por si las moscas, desde ese día, dejé de beber.

Heidy, 23 años. Drogas consumidas: mariguana, piedra, tachas, MDMA, hongos, ketamina, antidepresivos.

Empecé a consumir desde los 16 años. Creo yo que todos empezamos con mariguana y de ahí siempre vamos conociendo que es lo que nos gusta más; si nos gusta estar activos o muy relajados. En mi caso fue horrible: me clavé directamente en la ketamina a los diecisiete años. Iba en la preparatoria y ya vivía sola. Consumía a diario; eso me mantenía despierta todo el tiempo, aparte que tenía una adicción con ser flaca y eso me mantenía sin comida y enérgica. Me acuerdo el día que me dio una sobredosis, era un día de las madres, y yo iba en camino a ver a la mía. Vivía con un buen amigo en ese entonces y de repente le dije que me sentía mal, que no podía respirar y me desmayé. Lo último que recuerdo son cuatro doctores parados en frente de mí diciendo que no me bajaba la taquicardia con nada y yo sentía tanto dolor que gritaba. Me volví a dormir. Al despertar tenía a mi madre en frente y nunca la vi triste; creo que lo que más me dolió fue verla súper emputada.

Al cabo de unos meses volví a recaer. Siempre me iba con una amiga en especial que me regalaba las drogas si se la chupaba; a mi me daba igual. Todo se empezó a poner más intenso. Estábamos en casa de un amigo y de repente yo estaba tan tacha, peda y mariguana que en frente de seis batos me empecé a agarrar con mi amiga. Yo no podía recordar bien que pasaba, sólo me sentía con mucha energía y al voltear veía a todos los chavos con el miembro de fuera haciéndose una chaqueta. En el momento no me importaba, pero con los días me agarró una depresión y cruda moral por hacer esa mamada. Aún así seguía siendo la misma chingadera, hacía mis escenas, me agarraba con dos o tres chicos o chicas a la vez, amanecía con quien sea. Así me la pasé hasta los diecinueve años que me junté con un chico y nos fuimos a vivir a Playa del Carmen. En realidad él no me gustaba tanto, pero me tenía sana, y yo había dejado de consumir.

Un día me aburrí y lo quise mandar a la chingada y él se intentó suicidar. Pensé que era broma. Yo había ido a la tienda y cuando regresé él tenía un montón de espuma en la boca. Llamé rápido a la ambulancia y sí, se había metido más de 60 pastillas. Le hicieron lavado de estómago y demás. Llamé a su familia y de ahí no lo volví a ver. Es muy culero de mi parte, pero yo en ese entonces era alguien que no reconozco ahora.

¿Piensas que todavía le paré? Al cabo de unos meses empecé a ir al siquiatra. Sentía que tenía un trauma por todo lo que había vivido; me diagnosticaron ninfomanía, depresión, ansiedad, etcétera. Yo no me sentía así, pero los doctores me decían que solo era un acto que realizaba cuando me encontraba en otro estado. Empecé a dejar las drogas porque empecé a trabajar de prostituta, pues no tenía dinero para vivir y me drogaba mucho. Caí demasiado bajo. Hoy en día no consumo nada, tengo una relación estable y soy muy feliz. Trato de dejar atrás mi pasado.