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Las elecciones de Bogotá según los skinheads de extrema izquierda

¿Por qué se expondría Clara López a asociarse con un grupo de jóvenes que han sido acusados de ser violentos y subversivos?

Si usted es de los que lee cualquier pendejada solo porque está escrita en uno de los muros de Bogotá, entonces seguramente se ha encontrado con la palabra RASH. Luego de Enseño a bailar, Ciclomotores a 1'300.000, CADC# 13 y esa pendejada del Juego Cashflow es uno de los grafitis más comunes de la ciudad. Corresponde a las iniciales de los Red Anarchist Skin Heads (Skinheads Rojos y Anarquistas) , un movimiento fundado en 1993 por un grupo de skinheads neoyorkinos con posiciones políticas de extrema izquierda que decidieron juntarse para separarse de los demás skinheads. Quiero decir, de aquellos que simpatizaban con las ideas fascistas de la supremacía racial de los blancos y también de aquellos skinheads que, a pesar de estar en contra del racismo, andaban golpeando y asesinando homosexuales en las calles de Nueva York, agrupados bajo las siglas SHARP (Skin heads unidos en contra del odio y el prejuicio racial, por sus siglas en inglés).

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En Colombia la organización se fundó en 1997 y, fuera de sus grafitis, sus miembros aparecen ocasionalmente en los medios asociados a actos de vandalismo y delincuencia. Es por eso que lo primero que me dijo Sarri, el miembro de RASH Bogotá que respondió a mi mensaje de Facebook para conocer la posición de su organización acerca de las elecciones para la Alcaldía de Bogotá del próximo 25 de octubre, es que ellos no suelen conceder este tipo de entrevistas. Luego me citó en la Plaza Che, el miércoles de esta semana a las 10 am.

La primera llamada entró a las 10:18 y me sorprendió comiendo una de las veinte variedades de empanada que se pueden conseguir en la plaza central de la universidad pública más grande de Colombia. "Ya en diez minutos paso por usted. Espereme abajo del Che", me dijo la voz con foto de perfil que estaba al otro lado de mi teléfono. "Genial", pensé,"tiempo suficiente para comer y repetir esta putería de empanada". La siguiente llamada entró después de las 11 a.m., un lapso adecuado para comer dos empanadas, ver a un grupito de estudiantes de diseño y arquitectura armar y fumar un blunt completo, a un comerciante de libros usados vender varios títulos de Nietzche y al cielo gris bogotano abrir y cerrar las compuertas de la lluvia unas cinco veces. A las 11:14 a.m. un tipo pasó frente a mí ojeando a todos los que estábamos sentados bajo el mural del Che, mientras buscaba un número en su celular.

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Ya tenía el teléfono en la mano cuando entró la llamada. Un saludo de cejas levantadas, seguido de un apretón de manos, y luego un silencio pesadísimo mientras atravesábamos la plaza en busca de un cigarrillo. Pude detallar a Sarri mientras esperábamos frente a una chaza que vende todo lo que va desde un Tumix hasta un habano.

No parecía uno de esos calvos aterradores que pintan en American History X y en las noticias. Era un tipo de baja estatura y hombros anchos, que llevaba una barba de tres días, como la mía, el pelo cortado por la cuchilla # 3, cómo lo llevaba yo hace un año y medio, una chaqueta negra de plumas que, a excepción de parche rojo y negro que tenía cosido en el hombro, era muy parecida a la que yo tenía puesta ese día. Y unas botas color vino tinto sin marca de ese estilo ha hecho tan rico al Dr. Martens.

Las pocas referencias que se encuentran en la prensa a la RASH asocian a esta organización con milicias urbanas, grupos guerrilleros y asesinatos en plena carrera Séptima. Y a pesar de que jamás se haya comprobado que un militante activo de la RASH sea culpable de una de estas conductas, una parte de mí esperaba ser llevado a una bodega recóndita en algún edificio venido a menos de la Nacional. La otra, esperaba ser conducida hasta el asiento trasero de un Chevrolet Monza con placas de Choachí en el que sería vendado para luego aparecer en un garaje anónimo frente a una docena de cabezas rapadas. Sin embargo, nuestra entrevista tuvo lugar frente a la facultad de ciencias humanas de la Nacional, sentados en una grada: hombro a hombro con los estudiantes.

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"Nosotros, al ser una organización marxista leninista que comparte las ideas de Stalin y de Mao, no creemos en esta democracia burguesa en la que vivimos los colombianos", me dijo Sarri tan pronto como entramos en materia, "sin embargo, creemos que es una buena oportunidad para educar a las masas. No compartimos ese sentimiento apolítico que ha venido creciendo entre los jóvenes bogotanos. Es comprensible que a los hijos de los ricos no les importe la política, pero cuando ese sentimiento se hace generalizado es preocupante. Como organización, no tenemos como objetivo llegar al poder y sentar a uno de nuestros miembros allá en el Palacio de Liévano, pero sí nos gustaría hacer sentir nuestra voz y ganar protagonismo con nuestra construcción del socialismo desde la juventud y las calles. Pensamos que el Polo, por el solo hecho de romper con las estructuras de la política tradicional colombiana, es un partido acertado y necesario para adelantar nuestros objetivos".

Semanas antes de nuestra entrevista, Clara López y la asamblea de la RASH en Bogotá sellaron una alianza política de la manera más tradicional: con una foto de abrazos y sonrisas. "Nosotros sabemos que Clara no es una socialista, más bien es una liberal rectificada. Pero es la única candidata que habla de inclusión social, la única que no responde a los grandes grupos económicos y que parece estar dispuesta a hacerle frente al imperialismo. También somos realistas. Sabemos que la revolución no se va a hacer mañana, y tampoco nos interesa, porque ¿qué vamos a socializar ahora? ¿La pobreza? ¿La violencia? ¿La indigencia? No. Primero deben venir unos gobiernos de transición, unos gobiernos que protejan nuestra riqueza y desarrollen el país para ahí sí tener algo que socializar y creemos que Clara López es la persona adecuada para liderar esa transición".

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A pesar de que Sarri me había dejado muy claro cuál era la candidatura predilecta de la RASH, le pregunté por sus opiniones frente a los demás candidatos y de inmediato se volcó sobre Enrique Peñalosa, quien hoy figura como puntero en las encuestas: "no solo representa a los intereses del sector de la construcción, que es muy cercano a su patrón Vargas Lleras, sino que además es un lacayo de Sarmiento Angulo y Ardila Lulle", fue lo primero que Sarri tuvo a bien decir acerca del canoso exalcalde y eterno candidato. "Además Peñalosa ya tuvo la ciudad en sus manos y lo único que hizo fue promover un modelo neoliberal, privatizando las empresas públicas y la educación para favorecer los intereses de los grupos económicos que lo apoyan. ¿Cuál es su gran logro como alcalde? ¿haber pegado dos buses de los viejos y llamarlos Transmilenio? Por culpa de ese invento es que hoy no tenemos metro".

En cuanto a Pardo, de lejos el candidato que menos pasiones despierta, Sarri tuvo menos cosas que decir: "Económicamente lo veo muy parecido a Peñalosa, representan lo mismo pero con gente distinta detrás. Hay que entender que en las elecciones lo de menos son los candidatos y lo que cuenta son las personas que los ponen ahí, esos son los grandes grupos económicos que están detrás de esa bolsa grande que es Bogotá".

Luego le tocó el turno a un tipo que está ubicado al extremo contrario del espectro de sus pasiones electorales, Pacho Santos, del Centro Democrático, quien a pesar de no haber participado antes en unas elecciones (apenas en una precandidatura del Centro Democrático), se llevó el calificativo de "perdedor electoral", seguido de otros que podrían ser más merecidos como "títere de Uribe" y "payaso sin legitimidad". Sarri despachó a Pacho recordándole uno de sus más graves errores del pasado reciente: "En el pasado, lo único que le ha ofrecido Francisco Santos a la juventud es represión y choques eléctricos, así que no veo ninguna buena razón para votar por esa persona".

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Sarri no tuvo nada que decir acerca de Alex Vernot y Ricardo Arias. Sin embargo, sí tuvo palabras para Daniel Raisbeck, cuya candidatura calificó de "saludable", a pesar de considerar que el tipo del corbatín "es un de esos liberales radicales que quieren privatizarlo todo" y que también ha llegado a lanzar "algunas propuestas fascistas, como llenar la ciudad de cámaras".

En cuanto a su pronóstico para los resultados del próximo 25, Sarri se mantiene optimista en cuanto a las posibilidades de su candidata, sin importar lo que digan las encuestas. "Obviamente las encuestadoras también responden a esos intereses económicos y tratan de ajustar los resultados a su conveniencia, por eso cuando alguien menciona los resultados de esta o aquella encuesta yo siempre le pregunto: ¿y usted lo encuestaron? Y nunca nadie me ha dicho que sí. Lo que yo siento en la calle es que la gente está con Clara".

Sin embargo, la unión de estos socialistas formados en la calle con una mujer que viene de una familia que no ha puesto a uno sino a dos presidentes de Colombia, me despierta algunas inquietudes:

¿Por qué se expondría una candidata a la Alcaldía de Bogotá a asociarse con un grupo de jóvenes que, independientemente de la veracidad de los señalamientos que hay sobre ellos, han sido acusados de ser violentos y subversivos?¿Para qué se aliaría una mujer que logró reunir más de 100.000 votos en Bogotá para su candidatura presidencial de 2014 con una organización que en cuya asamblea participan 40 personas y que, a juzgar por su cantidad de seguidores en Facebook y su poder de convocatoria en demostraciones populares, podría aportar, en el mejor de los casos, unos 2.000 votos a sus cuentas? ¿Quién y qué esta ganando acá?¿Será que en su afán por alejarse de la política tradicional, la RASH ha resultado envuelta en el mismo juego que tanto odia?

Sospecho que, hasta cierto punto, Sarri comparte algunas de mis inquietudes y por eso se mantiene cauteloso a la hora de hablar de su nueva amiga de temporada electoral: "Nosotros tampoco somos ingenuos. Puede que gane el Polo y vuelva a pasar lo que sucedió con Samuel Moreno, pero así son las elecciones. Esto es como pescar en río revuelto", me dijo finalmente.