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¿Dónde vamos a parquear tantas bicicletas?

Algunos recogen firmas para conseguir que el servicio sea gratuito, otros dicen 'gratis ni el saludo' y el resto prefieren comprar un señor candado y hacer de cualquier palo su parqueadero. ¿Cuál prefiere?

Montarse en la bici para transportarse por Bogotá no es una decisión fácil. El tráfico es intimidante, las ciclorutas parecen estrechas, los ladrones amenazan y el clima es caprichoso. Sin embargo, solo toma un par de semanas andando en burra para darse cuenta de que nadie sale de la casa con el firme propósito de atropellar a un ciclista, que a pesar de no haber crecido significativamente en los últimos 12 años la red de ciclorutas todavía lo lleva y lo trae, que en una ciudad como Bogotá el atraco es una ruleta y que un poco de agua no ha matado a nadie.

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Al final uno llega a salvo del punto A al punto B en menos tiempo del que hubiera tomado en cualquier otro medio de transporte. Sin embargo, es ahí que empieza el verdadero pedo: ¿dónde voy a dejar mi bicicleta?

En teoría, la respuesta es sencilla: cualquier parqueadero debe cumplir esa finalidad. Según el decreto 036 de 2004 de la Alcaldía de Bogotá, por cada 10 cupos para automóviles, todos los parqueaderos de Bogotá deben destinar al menos uno para bicicletas. Pero eso dice el papel, que aguanta todo: así como muchos usuarios de taxi reciben a diario el "yo para allá no voy", los ciclistas recibimos el "yo aquí ciclas no guardo".

Las 900 bicicletas robadas que han sido reportadas ante la Policía de Bogotá en lo corrido del año demuestran lo urgente que es atender esta demanda. En lo que hay serias diferencias es en la manera en la que debería ser ofrecido este servicio.

Hay cierta respuesta. De acuerdo con el Bicycle Account 2014, realizado por la ONG Despacio, se construyeron en Bogotá, durante la última década, 2.500 cicloparqueaderos repartidos a lo largo de 17 estaciones y portales de Transmilenio. Aparte de esto, la solución a la que acudimos los ciclistas suele ser la siguiente:

O esta:

O, para los más arriesgados, esta:

Foto cortesía de Rafael Cabrera.

Hay otras tres, que considero mejores.

Si usted cree que no debería tener que pagarle a nadie por parquear su bicicleta en un lugar cómodo y seguro, debería sumarse a las 7.000 personas que al día de hoy han apoyado con su firma a Juan David Duque, uno de los integrantes del colectivo "La Llave del Cambio", que se ha dedicado durante las últimas dos semanas a reunir firmas para llevar una iniciativa al Concejo de Bogotá que consiste en ofrecer estacionamiento gratuito para bicicletas en todos los parqueaderos públicos de la capital.

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"No tener un lugar cómodo y seguro para parquear la bicicleta es uno de los principales problemas a las que nos enfrentamos los ciclistas de Bogotá, por eso salí a buscar estas firmas", me dijo Juan David por teléfono. Y las estadísticas lo respaldan: el 30% de los bogotanos, de acuerdo con el Bicycle Account 2014, se mostraron inconformes con la situación de cicloparqueaderos en la ciudad. Otro 48% de los encuestados afirmó que contar con parqueaderos gratuitos los animaría a transportarse en bicicleta más a menudo.

Si usted, a diferencia de lo que opinan Duque y sus firmantes, cree que los ciclistas debemos pagar por el servicio de parqueadero, entonces debería invitar a una cerveza a Andrés Felipe Vergara, consultor de la Secretaría Distrital de Movilidad, quien afirma que parquear una bicicleta debería tener un costo "amigable pero no regalado".

Para Vergara, si los usuarios de la bici queremos un lugar seguro y cómodo para parquear, tenemos que estar dispuestos a pagar aunque sea unos pesos. No solo porque el intercambio de dinero por productos y servicios es, básicamente, la forma en la que funciona el mundo, sino porque, dice, es la manera más realista de conseguir que esta iniciativa popular prospere. "Cuando este tipo de iniciativas llegan al Concejo, usualmente las recibe una oposición muy fuerte impulsada por el lobby de los parqueaderos, que es un gremio bastante poderoso en Bogotá. Obligar a los empresarios a prestar el servicio de cicloparqueadero de manera gratuita solo va a hacer que esta oposición sea más intensa". Para Vergara es más importante hacer cumplir las reglas existentes que inventar otras: "antes que exigir gratuidad, es más importante asegurarnos de que todos los parqueaderos estén recibiendo las bicicletas y de que respondan por ellas tal y como el decreto les obliga a hacerlo".

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Pagar por lo que yo uso suena muy razonable, aunque cabe preguntarse: ¿qué tan comprometida con los ciclistas está una ciudad en la que parquear una bici durante una jornada laboral completa cuesta casi lo mismo que tres pasajes de transporte público?

Realicé un sondeo por Facebook en el grupo "Bicicletas Robadas Bogotá". La gran mayoría se quejó de la manera en que los parqueaderos vehiculares eluden su obligación de albergar bicicletas. Sin embargo, se muestran satisfechos con el servicio de cicloparqueadero prestado por los centros comerciales de la ciudad, así en la mayoría de ellos haya que pagar una tarifa plana que oscila entre 500 y 2.000 pesos. A alguno le pareció exagerada la tarifa de 10 pesos por minutos que establece el decreto y cobra City Parking (la empresa de parqueaderos que más rigurosa ha sido con el cumpliemiento de la regla). Pero un comentario de una mujer a la que le habían robado una bicicleta de uno de los bicicleteros públicos del Parque Simón Bolívar resumió el hallazgo fundamental de este sondeo: "Prefiero pagar lo que sea pero que no me roben".

Hierro Perdido. /Imagen vía Wikimedia Commons

Estos bicicleteros que se ven en la imagen son (en teoría) la tercera opción para ofrecer parqueo gratuito de bicicletas sin tener que lidiar con la oposición y escasa cooperación del gremio de los parqueaderos en Bogotá. Sin embargo, los bicicleteros instalados por el Distrito en varios puntos de la ciudad no le inspiran confianza a nadie y por ende suelen estar vacíos. "Mientras la situación de inseguridad no mejore, poner bicicleteros en la calle va a seguir siendo hierro perdido", me decía por teléfono Jesús Acero, de la Dirección de Transporte e Infraestructura de la Secretaría de Movilidad.

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Piensa distinto Carlos Felipe Pardo, de la ONG Despacio, para quien la culpa no es tanto de los ladrones sino del bicicletero. He aquí la tercera opción, afianzada: "La seguridad de una bicicleta depende de un cicloparqueadero bien diseñado y de un buen candado. En realidad, no se necesita que nadie las cuide". Para Pardo, los modelos de cicloparqueaderos que se encuentra en la cartilla de mobiliario de Bogotá son los menos seguros y los más difíciles de usar. Primero porque no se ajustan a todos los tipos de bicicleta (son inviables para las bicis con guardabarros), y segundo porque no permiten asegurar el marco de la bicicleta . En 2012, Pardo envió a la Secretaría Distrital de Planeación los planos para un nuevo tipo de cicloparqueadero en la ciudad, la U invertida, un diseño de cicloparqueadero que por su comodidad y seguridad ha sido implementado por la mayoría de ciudades del mundo: "solo tenían que pegarlo y ya, nosotros les hicimos hasta el plano detallado y la ficha técnica en el formato que necesitaban, pero por alguna razón nunca quisieron".

Así se ve una U invertida. / Imagen vía: Wikimedia Commons.

Probablemente la Secretaría consideró que los diseños de Pardo se convertirían inevitablemente en hierro perdido. Y algo de razón tienen. Por más de que en Bogotá nos esforcemos por instalar en la calle cicloparqueaderos bien diseñados, nadie los va utilizar sin antes armarse de lo que Pardo llama "un buen candado", cosa que en el mercado cuesta entre 100.000 y 200.000 pesos, la mitad de lo que vale una bicicleta nueva en el 7 de Agosto.

En resumen, si usted cree que no debería tener que pagarle a nadie por parquear su bicicleta en un lugar cómodo y seguro, entonces firme la iniciativa popular (y luego cruce los dedos para que su proyecto tenga buena acogida en el Concejo). Si le gustaría poder guardarla en un parqueadero, y está dispuesto a pagar, exíjale al gobierno local que haga cumplir la legislación existente. Y si no quiere hacer ninguna de las anteriores, es mejor que empiece a ahorrar para conseguirse un buen candado.

Lo único cierto es que Bogotá es una ciudad en la que el uso de la bicicleta ha aumentado a pesar de todas las adversidades y la demanda de este servicio sube a todo vapor. ¿Con cuál opción se queda?