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Cultură

"Uno tiene que reinventar el mainstream": Santiago Rivas

Santiago Rivas se inaugura en VICE el próximo lunes 22 de febrero. Será un espacio quincenal, gráfico, que hablará con humor sobre la política colombiana. En esta entrevista habla sobre periodismo, cultura, política y humor.

Los puros criollos, "Moteles".

Santiago Rivas es un hombre-orquesta. Enumerar sus proyectos se asemeja más a la enunciación de una larga lista de mercado que a la redacción de una hoja de vida. Aquí van: crucigramas y pasatiempos, Pariodiario, Los puros criollos, El pequeño tirano, La Recontra, La Repuerca, El desmadre ilustrado, En órbita, Por eso estamos como estamos, Zona girante, Componte niña… Todo. O, por lo menos, todos los temas que a uno se le ocurren para etiquetar la agenda cultural colombiana: libros, teatro, televisión, música… Escribirlo aquí resulta agotador. Los hombres-orquesta despiertan, por igual, una admiración profunda o la idea de que al final no están haciendo nada.

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En una entrevista que le concedió a Paola Velandia, para algo que se llama La mochila viajera, Rivas decía que su único rasgo distintivo (luego de barrer las cosas que hace) es ser hijo de sus padres e hincha de Santa Fe. Sus padres: Alejandro Rivas Franco, crucigramista por vocación en El Tiempo, ingeniero electrónico de profesión, e Inés Elvira Camargo, crucigramista de Al Día, el periódico amarillista de El Heraldo de Barranquilla, diseñadora gráfica. Y Santa Fe: un equipo que juega muy bien pero dueño al mismo tiempo de una fanaticada que le es fiel sin llenar un estadio.

De todo lo que habla de él mismo (porque Santiago Rivas habla mucho de Santiago Rivas), Santa Fe y sus padres son las dos cosas que rescata de su identidad. Pero a Rivas la opinión pública lo juzga de forma diferente: a unos les gusta y a otros no; a unos les da risa y a otros no; a unos les despierta admiración, amor, curiosidad. A otros no. Néstor Oliveros, el cerebro que hay detrás de Los puros criollos, declaró hace poco, para el lanzamiento de la tercera temporada del programa, que Rivas era el Anthony Bourdain colombiano: chismosea, toca, pregunta, prueba.

Pero dejemos a un lado las opiniones y vamos a las cosas concretas: programas suyos del principio, como Parodiario, no fueron reconocidos de forma multitudinaria: de hecho, mientras escribo esto, pregunto al aire quién de la redacción de VICE lo conoce. Nadie dice "yo". El programa que hoy presenta, Los puros criollos, de Señal Colombia, reproducido también en Youtube, tuvo un arranque más bien flojo pero luego logró posicionarse dentro de la dictadura del clic en Internet y hacerlo merecedor de varios premios India Catalina, llevados bajo el brazo a título de Mejor Presentador y Mejor Programa de Entretenimiento. Hablando más de él que de sus actos concretos, uno puede decir que Rivas es, en efecto, gordo y calvo. Tiene el don del histriónico: hace voces, desempeña mímicas. Es chistoso. Busca ser chistoso.

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Nuestra cita, por un mal cruce de correos, no se concretó en una amanecida panadería La Florida del centro de Bogotá, sino en las afueras de Caracol Radio (porque ahí habla en La ventana, de Frank Solano). Caminar con Santiago al lado es verlo saludar gente, mandar mensajes de voz por celular (que la banda esto, que Los Puros Criollos,aquello, que yo creo, que yo pienso), oírle decir atropelladamente cosas sobre fútbol. El restaurante para consolidar este texto terminó siendo Noreste, un local de dos plantas que queda sobre la octava con 66: churrasco mojado en chimichurri rodeado de papas, arroz y ensalada (un delito, ahora que mi meta próxima es caber en una camiseta de Keith Richards para el concierto de Rolling Stones).

Ahí, en la incómoda situación de grabar una entrevista y comer al mismo tiempo, con el miedo de que su voz se ahogara en mi grabadora entre golpes de cubiertos y titulares de noticiero, aprovechamos que próximamente va a lanzar una columna gráfica en VICE para sentarnos y conversar.

VICE: Santiago, ¿no le abruma hacer tantas cosas? ¿No le parece excesivo?

Santiago Rivas: Sí, claro. Me abruma, sobre todo, cuando me empieza a salir mucho trabajo. Una cosa que me pasa es que yo le digo que sí a muchas vainas. Y de repente descubro que llevo una semana en la que no he podido parar en mi casa, no he podido dormir más de cuatro horas diarias, no he podido verme con ninguno de mis amigos y sentarme a tomar trago, o me tomo un trago y caigo fundido, porque no respondo del cansancio… Sí, me abruma un poco. Digo, "uf, jueputa". Al mismo tiempo, mi cabeza me lo exige. Cuando me estoy quedando muy quieto, cuando estoy haciendo menos cosas, siento el impulso de estar haciendo más vainas. Trabajo llama trabajo: uno hace vainas y llegan más. Solamente le digo "no" a las cosas que no puedo llegar. Y a la publicidad.

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¿Si tuviera que escoger uno de todos sus proyectos cuál sería?

(Piensa. Come fruta. Hace ruidos.)

¿Podría seguir dibujando como pasatiempo?

Sí.

Entonces la radio, que es un medio que siempre me ha gustado mucho.

¿Usted siente el peso de la fama?

Sí, claro. La fama es una rompezón de pelotas. Uno no puede beber. No puede bailar. No puedo estar ni furioso ni deprimido ni despechado en la calle. Una mierda. Tiene un beneficio: trae un poder, me permite decir cosas que quiero decir, fomentar luchas que quiero fomentar. Sentarme aquí a contarle un poco de vainas a usted. Pero un sistema que privilegia la fama es un sistema viciado.

A usted lo describen como un fanático de lo popular. También le he oído de su boca que detesta el arribismo colombiano. ¿Por qué el arribismo es algo necesariamente malo?

Yo creo que son cosas muy distintas. Yo no milito en lo popular. A mí me gusta lo popular, me parece chévere, y me parece sobre todo importante que la gente lo conozca, lo sepa, lo entienda. He conocido a fondo cosas populares gracias a Los puros criollos. Pero el arribismo me preocupa más como un problema político y social del país que como una molestia. El arribismo nos ha hecho mucho daño, ha dejado por fuera de nuestros diseños políticos a los indígenas, a los negros, increíblemente a las mujeres, que las tratan como una minoría. Nosotros tenemos una división del trabajo completamente mediada por el arribismo. Dejamos de comer cosas. Les pagamos de más a unos idiotas que ni cocinar saben. ¿Sí? Hay muchos restaurantes especuladores, y hay unos caros, buenos, pero hay muchos especuladores. Y les damos plata por el arribismo. Y le creemos a cualquier gringo, y no creemos en lo nuestro. El lugar donde uno nació uno no lo elige, pero marca lo que uno es. Ese arribismo nos niega la posibilidad de entenderlo, de tener una identidad.

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Pero usted se ha declarado un "antipatriota". ¿Por qué, además de lo que me dice, presenta un programa que se llama Los puros criollos, que ahonda en una identidad colombiana?

La identidad y su fortalecimiento, la alegría de pertenecer a una comunidad, la importancia de conocer de dónde venimos nos provee de una relación mucho más sana con las personas que somos y con el país en el que vivimos. El patriotismo no. Eso es la repetición de una serie de consignas y un amor injustificado por un país. El patriotismo es un valor vacío, un valor de repetición, es ir hasta el cansancio en las mismas tres huevonadas. Normalmente los más patriotas son los que menos quieren al país. Quieren un país idealizado. Idealizar no es querer: es inventarse algo que uno quiere y que no está ahí.

¿Bajo esa definición, quién sería un patriota?

¿Un patrioterista, podría ser?

Dele, un patrioterista.

Podría ser Uribe. Mire: hay una frase muy buena, que no me acuerdo nunca de quién es, que dice "el patriotismo es el último recurso del canalla". Todos esos políticos que están agarrados a esa curul, que no se pueden soltar esa pensión ni por la verga, porque es que, jueputa, si les quitan ese puesto pierden todo y se van a la cárcel… Todos esos hijos de perra son los que salen a decir "mi patria, Colombia". La patria mi culo. Eso no es nada. El patrioterismo, por Dios, cada uno de esos que está acusado por un delito de guerra (Mancusso, Carlos Castaño), todos esos son unos patriotas. Yo prefiero mil veces ser un antipatriota. Yo prefiero mil veces el anarquismo…

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¿Cómo así, cómo así? ¿Usted cree ser anarquista?

Como dice Antonio Caballero, "yo no soy, pero quisiera serlo". Es muy difícil ser anarquista en la práctica. En donde yo esté trato de limar las dinámicas de poder hasta que sean horizontales. La Recontra [un parche con el que organiza fiestas bajo el lema "Celebra y resiste"] funciona como un colectivo anarquista aunque somos cuatro y así es muy fácil. Es una cosa en la que es muy difícil estar. O ser. Lo que le digo: yo, más que todo, me declaro anarquista, porque creo en la supresión de las cabezas. Caballero lo dijo mejor que yo, siempre lo va a decir mucho mejor que yo.

Cada generación del periodismo tiene una sucesora y esa es la que va a ser parte del mainstream del periodismo del futuro. ¿Usted cree que es parte de ella?

Está por verse. Para mí, depende de los proyectos a los que me inviten. No sé cómo seré yo en diez años, pero yo aspiro a seguir sin venderme. La entrada al mainstream está mediada por los proyectos que usted acepte. Antonio Morales es un súper periodista pero él no es del mainstream porque es un tipo muy de izquierdas, porque es un tipo que odian los canales privados, porque es un tipo con posiciones radicales, cosas que de alguna manera atemorizan o incomodan a los que manejan la corriente principal del periodismo. Además yo pertenezco a una generación de gente muy talentosa, muy buena. No sé. Ojalá, porque uno no tiene por qué aspirar al underground. Uno tiene que reinventar el mainstream.

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Lo que más cubre usted es cultura. O bueno, lo que se entiende por cubrir eso. Pensándose como un lector, ¿cómo ve el periodismo cultural?

Muy pobre. Un problema es que el periodismo cultural no da un puto peso. Los periodistas culturales terminan siendo relacionistas públicos de cantantes, de actores de teatro. Pero al mismo tiempo, en el ejercicio de ir a los sitios, de entrar a los festivales, de conseguir las escarapelas, uno entra en contacto con todas las personas que serían objeto de su crítica. Y se hace amigo de ellas: entonces uno está destinado a no criticar a sus amigos aunque se lo merezcan. Ese es el problema de todo el periodismo, en general. Cae en el vicio de hacerse amigo del objeto de su trabajo: los periodistas políticos son íntimos de los políticos, los deportivos se hacen íntimos de los futbolistas y los técnicos. ¿A quién le sirve eso? A nadie. La lambonería es tan grande que estamos condenados a seguir igual en todo.

Aterricemos ya en las generalidades de su columna en VICE. Acá siempre pasa algo chistoso en la política, ¿por qué el humor político no es tan prolífico?

Por miedo y por la misma lambonería. La gente quiere hacer humor en Colombia, pero caerle bien a todo el mundo. Hay miedo y hay dosis de lambonería. Y muchas veces existe el inteligentismo: hacer unos chistes súper elaborados, sofisticados, que nadie los entiende. Entonces pa' qué putas le sirve. Yo creo que todo parte de lo mismo, que es el miedo, a decir las cosas de frente. Muchas veces uno lo oculta por arriba, otras por abajo. O se vuelve zalamero, que es lo peor: coger un programa de humor político para darle duro a un solo lado. El humor debería servir como un catalizador.

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Hoy lo que manda en el mundo, en cuanto a los chistes gráficos, son los memes y los Gifs. ¿Por qué seguirle apostando al humor gráfico? ¿No se estará volviendo cosa del pasado?

El humor gráfico seguirá existiendo, porque el dibujo lo permite todo. La caricatura política sigue siendo tan importante que mataron a unos manes en Francia por eso. Sin entrar en debates de si son unos hijos de puta, nadie se merece morir por lo que piensa o por lo que dice. Lo que ellos hacían era tan fuerte que acarreó este movimiento. Es importante. Sigue siendo poderoso. Ojalá podamos ver una nueva generación de caricaturistas. Me parece que Colombia tiene caricaturistas. Muy pocos son buenos. Porriquiticos son buenos.

¿Cuáles?

Siento que sería juez y parte. Mire: Osuna es excelente, pero siento que es un facho insoportable. Pero es un putas. Osuna es un putas. Bacteria me gustaba mucho, aunque renunció. Matador me parece que es bueno. Mico es un tipo muy agudo. Como él maneja la palabra (escribe la columna de Tola y Maruja), es más elocuente. Igual Caballero y Osuna. Gente como Bacteria tiene una vaina mucho más de imagen y tiene unas vainas fantásticas de Photoshop, copiando, pegando. Ese ejercicio era muy, muy bueno. Vladdo es excelente, de figura pública, un bodrio, pero es un gran caricaturista. Y Betto, que hace como comentarios. Los demás no me gustan. Gova es un buen dibujante pero le falta afinar el mecanismo retórico. Pero es un súper dibujante.

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¿Qué es "El Lado Positivo", la columna gráfica de Santiago Rivas en VICE?

La razón por la cual yo no quería darle nombres en la pregunta anterior. (Risas).

"El Lado Positivo" es una columna dibujada. Sigue un poco, en ese sentido, el esquema de Vladdomanía, pero no es como Vladdomanía, porque mi idea es hacer una sola cosa. Cada entrega de "El Lado Positivo" será de un sólo tema. Además quiero ver si puedo hacer, primero, buen humor gráfico; segundo, buen humor político y, tercero, infografías. Es decir, hacer buen humor político a partir de explicarle a la gente ciertas cosas de nuestra realidad política con dibujitos. Vamos a ver. Es una apuesta que estoy haciendo a ver si me da el rigor, el tiempo, todo, pero estoy convencido de que sí.

Tengo cuatro ya hechas en el papel. Además, hace rato quería hacer una columna para VICE pero el año pasado estuve muy mal de tiempo. Decidí hacer una cosa que se saliera completamente de lo que yo estaba haciendo. Hace mucho tenía una caricatura en El Espectador, en la sección Bogotá, bajo el seudónimo Chisgarabís: eran unas tiritas cómicas que tenían muchas palabras para un espacio tan reducido y me gustaba mucho lo que salía, los chistes, la síntesis. Me parecía chévere volver a tratar. "El Lado Positivo", el nombre, es para que sonara como una columna de autoayuda. Pero no lo es.

¿Algún mensaje final para los lectores?

Que mi Twitter es @Rivas_Santiago, bien puedan comentar, y, ahí sí, trabajamos por su comodidad.

"El Lado Positivo" se estrenará el próximo lunes 22 de febrero en la página web de VICE. Un futuro no tan próspero le augura a los pobres colombianos. Estén atentos.

Páramo también es charlador y mamagallista, si no está haciendo entrevistas, responde mensajes por acá.