Dinero

Qué piensan los ‘sugar daddies’

“Mentiría si dijera que es algo altruista, pero tal y como yo lo veo, prefiero gastarme el dinero en alguien que me aprecia en vez de gastarlo todo en un club nocturno”.
Shamani Joshi
Mumbai, IN
Qué piensan los ‘sugar daddies’
IMAGEN DE OWI LIUNIC

Cuando la gente habla de los sugar daddies, lo primero que viene a la cabeza es la imagen de un hombre de mediana edad, exitoso y bien vestido con una sed insaciable por jóvenes de unos 20 años y una cuenta bancaria con fondos ilimitados para consentir a esas jóvenes a cambio de su tiempo, compañía y/o relaciones sexuales.

Estos viejos ricos existen desde hace siglos. De hecho, el historiador Kyle Livie señala que ya en el siglo XIX existían hombres que sustentaban a mujeres que tenían poco dinero a cambio de su compañía.

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Al día de hoy, muchas personas mayores adineradas ayudan a jóvenes y gente con bajos ingresos a mejorar su estilo de vida. De hecho, a causa de las repercusiones financieras de la pandemia y el aumento del desempleo, los sugar daddies se han convertido en un medio de escape y ayuda para los jóvenes de todo el mundo.

Sin embargo, la cultura popular sigue mostrando a los sugar daddies como hombres controladores y cascarrabias a los que les gusta el whisky añejo y las mujeres jóvenes. Aunque mucha gente bromea con conseguir un sugar daddy, la verdad es que el estigma asociado al trabajo sexual sigue salpicando a estos acuerdos poco convencionales, avillanando a ambas partes.

Pero es fácil olvidar que debajo del dinero y los regalos hay una persona con unas motivaciones y experiencias que lo llevaron al mundo de las relaciones acordadas.

Para entender sus razones y por qué se sienten atraídos a la idea de suministrar dinero a un extraño, hemos hablado con sugar daddies de todo el mundo.

Complejo del salvador

“Desde el punto de vista del hombre, hay un deseo genuino de querer ayudar a alguien a tener un futuro”, cuenta Richard Doe*, consultor administrativo de 42 años que vive en Adelaida (Australia) y quien es sugar daddy desde hace cuatro años. “Muchas de las chicas con las que he estado han sido criadas por madres solteras y necesitan el apoyo económico. Como sugar daddy, siento que soy su sostén y creo que el dinero que invierto no se malgasta porque alguien lo utiliza para llevar comida a la mesa y además quiere estar conmigo”.

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Tras divorciarse de su mujer en 2016, Doe decidió buscar una sugar baby que pasara con él el tiempo que le quedaba libre después de cuidar a sus hijos. Cree que la atracción de ser el benefactor viene del placer de ayudar a alguien. “Mentiría si dijera que es algo altruista, pero tal y como yo lo veo, prefiero gastarme el dinero en alguien que me aprecia en vez de gastarlo todo en un club nocturno, donde las mujeres suelen apremiarte en vez de establecer una conexión”.

No es el único.

Desai*, banquero de inversiones de 52 años que vive entre India, Singapur y Hong Kong, dice que el principal atractivo de ser un sugar daddy es la satisfacción que viene de ayudar a alguien con menos experiencia y oportunidades.

“Mi sugar baby tenía problemas en el trabajo”, nos cuenta. “Entró en una empresa tecnológica al terminar los estudios, pero no le gustaba el trabajo. Ella necesitaba alguien que la orientara y yo fui capaz de hacerlo gracias a mi experiencia tecnológica”. Desai, que se registró en el sitio de citas Seeking Arrangement hace tres años, nos contó cómo su posición económica y sus conexiones no solo sirvieron de ayuda para que su sugar baby tuviera mejores oportunidades laborales, sino también para que ella pudiera sobrevivir a los primeros meses del duro confinamiento que sufrió India. “Su padre falleció de repente cuando se declaró el confinamiento en el país y lo pasó muy mal. Pude ayudarla ofreciéndole transporte y dinero cuando ella estaba en una situación económica terrible, además de apoyo emocional”.

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Teniendo en cuenta todo esto, podríamos decir que las motivaciones de estos sugar daddies podrían estar relacionadas con el complejo del salvador, que es la necesidad psicológica de ayudar a los demás para sentirse mejor con uno mismo.

El sentimiento de control absoluto

Aunque el complejo del salvador podría ofrecer una explicación al interés de ser un sugar daddy, muchos disfrutan también teniendo el control cuando se trata de relaciones acordadas.

“Los sugar daddies se sienten bien cuando tienen la oportunidad de ayudar a los demás a conseguir algo que sus familias no han podido ofrecerles. Aunque esto puede tener que ver con el complejo del salvador, también puede que tenga que ver con el poder”, dice Seema Hingorrany, psicóloga afincada en Mumbai que ha trabajado con varios sugar daddies. En las relaciones convencionales, el equilibrio del poder puede inclinarse peligrosamente si el benefactor es siempre un hombre mayor con poder y la beneficiaria, una mujer joven e inocente. Sin embargo, en las relaciones entre sugar daddies y babies, los límites y las expectativas parecen fijas desde el comienzo, aunque en muchas ocasiones no se mencionen.

De hecho, tal y como señala Hingorrany, el poder económico que los hombres suelen tener en nuestra sociedad es parte de la razón por la que los sugar daddies están más aceptados que su equivalente femenino.

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“Siento que tengo el control de la situación sin que parezca que he contratado a una prostituta o una acompañante”, dice Jack Manning*, un sugar daddy de 60 años de Singapur. Para Manning, la naturaleza económica de la relación hace que se sienta más seguro en ella.

“Al principio, solía preocuparme que mis sugar babies solo me quisieran por mi dinero”, admite Desai.

Para algunos, la perspectiva económica sirve para establecer límites más claros. “Cuando usas aplicaciones de citas tradicionales, la gente espera que la relación acabe en matrimonio o hijos. Pero como sugar daddy, las expectativas quedan establecidas desde el principio”, explica Michael Swan*, un ingeniero que vive entre Londres y París. Aunque Swan se ha comprometido ahora con su sugar baby, la flexibilidad del acuerdo le ha permitido tener una relación abierta con su futura mujer.

Transferencia de emociones

Aunque algunos sugar daddies prefieren mujeres jóvenes por el poder, muchos lo hacen debido a traumas ocultos o complejos que todavía no han procesado. “Ofrecí terapia a un sugar daddy que no se llevaba bien con su hija, que murió de cáncer”, cuenta Hingorrany. “Me dijo que, aunque no veía a su sugar baby como a una hija, porque se sentía atraído hacia ella sexualmente, había una transferencia de emociones por su apoyo económico”.

La transferencia es un fenómeno psicológico que consiste en redirigir emociones reprimidas hacia otra persona.

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“Siempre quise una hija, pero mi mujer y yo solo tuvimos un hijo. Creo que una de las razones por las que disfruto manteniendo a mi sugar baby es porque nunca he tenido una hija por quien pudiera hacer eso”, admite Desai.

Recuperar el tiempo perdido

“No tuve muchas citas antes de casarme y mi matrimonio no funcionó”, explica Desai. “Pienso que estar con una sugar baby más joven me ha ayudado a creer que puedo tener una segunda oportunidad”. En muchas situaciones, los sugar daddies sienten que están recuperando el tiempo perdido cuando están con una mujer más joven que los admira.

“El deseo de convertirse en sugar daddy puede surgir de complejos profundos o de traumas escondidos que empujan a estos hombres a querer sentirse deseados por una mujer más joven que busca ser validada”, señala Hingorrany. Además, añade que, en muchos casos, estar con una mujer más joven puede servir de terapia e incluso provocar un efecto rejuvenecedor. “Uno de mis clientes, que era sugar daddy, me dijo que no solo se sentía más deseado gracias a su relación, sino que también le había dado más vitalidad”.

El fetiche de la dominación económica

Aunque algunos opinan que ser un sugar daddy en sí es un fetiche sexual, otros creen que el placer físico que surge al intercambiar dinero es la razón principal por la que optan por este tipo de relación.

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“Es como una versión mejorada y más excitante de los juegos de rol sin la prostitución y el proxeneta”, dice Manning, quien confiesa que el placer sexual de pagar a alguien para dominarlo le produce orgasmos intensos.

Aunque el dominio parece una razón común entre las motivaciones de los sugar daddies con los que hemos hablado, algunos dijeron que a muchas sugar babies también les excita ser sumisas.

“He tenido sugar babies que venían de familias adineradas, pero les excitaba el intercambio de dinero”, admite Doe. “Al final, es más seguro y hay un acuerdo más consensuado entre las partes beneficiadas, mientras que la prostitución beneficia o complace solo a una persona”.

*Se han cambiado los nombres por petición.

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