Coronavirus

Ha hecho falta una pandemia mundial para que baje el alquiler en España

Los pisos turísticos se han reconvertido ofreciendo "pisos para pasar la cuarentena" o "alquileres de temporada", por un máximo de seis meses.
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Imagen de fondo vía Pexels/Free to use. Montaje por VICE

En agosto de 2019 la burbuja del alquiler turístico tocaba techo: la oferta alcanzaba su máximo histórico en España, superando el millón de viviendas. Nuestro país tenía entonces el 7% de los pisos turísticos que hay en todo el mundo y eso en nuestro parque de vivienda -de 25,7 millones de inmuebles- equivalía a que el 4,1% del total eran viviendas turísticas. Pero de repente llegó una pandemia mundial y dio al traste con muchas cosas, entre ellas el turismo. Desde hace meses no hay turistas porque no podemos viajar y puede, de hecho, que hasta dentro de meses no haya turistas porque sigamos sin poder viajar.

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En esta tesitura, los pisos turísticos son uno de tantos sectores que se han llevado una buena hostia: la Federación Española de Asociaciones de Viviendas y Apartamentos Turísticos (Fevitur) alertaba ya a mediados de abril de que el sector acumulaba una caída de ingresos de 448 millones y preveía que el golpe alcanzara, a finales de 2020, los 2.900 millones de euros. Para proteger a los que hacen negocio con la vivienda turística, la patronal trasladó al Gobierno una propuesta con un paquete de medidas urgentes que incluyen la moratoria del cobro de tasas turísticas de locales durante todo 2020, el aplazamiento de cuotas de la Seguridad Social o la agilización de los ERTE por fuerza mayor para el sector.



Mientras tanto, los propietarios que sacaban buena tajada de sus pisos en Aibnb y otras plataformas de alquiler vacacional lloran sus penas. Como Vanesa, que le contaba su historia a El Confidencial la semana pasada: de ingresar 11 000 euros al mes -3700 limpios tras quitarle comisiones, servicios de limpieza y dinero para los propietarios directos- por los alquileres de sus 14 pisos en Barcelona ha pasado a ingresar cero. Dice que se da dos meses de margen y que si sigue sin facturar pedirá la ayuda del Gobierno para autónomos por cese de actividad, por la cual le corresponderían 661 euros al mes.

Jorge, por su parte, se la contaba a El Español: tiene dos pisos en el centro de Madrid cuyo alquiler vacacional le procuraba 7000 euros al mes. Es jefe de cocina en un hotel de lujo de Madrid y con la crisis del coronavirus ha sufrido un ERTE. Ante esta situación, se ha visto forzado a poner sus pisos en alquiler de larga duración, pero claro: ni, por el momento, tiene inquilinos, ni se va a poder llevar 7000 al mes. "Multiplica eso por los meses de aquí a marzo del año que viene. Es mucho dinero", le decía al periódico. Y claro que es mucho dinero, Jorge. De hecho es que a la mayoría no nos da pena tu historia por eso: porque es mucho dinero. El que te vas a dejar de llevar, pero también y por tanto el que te estabas llevando.

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Durante las ocho semanas que dura ya el confinamiento muchos han sido los sectores económicos que se han visto afectados y muchas han sido las muestras de solidaridad para con ellos, desde redes vecinales hasta aplicaciones para localizar y poder comprar en pequeños comercios. Sin embargo, los arrendadores de alquiler vacacional y su hundimiento económico han provocado risas más que otra cosa. "He salido al balcón a aplaudir al tío ese que deja de ingresar siete mil eurazos al mes porque nadie alquila sus pisos turísticos. Me he dejado las manos en carne viva", decía un usuario de Twitter. "Cuando veáis llorando a los dueños de pisos turísticos les podéis decir lo que dijeron a todos los que sufrieron despidos masivos a partir de 2010. Que debían haberse formado, salir de su zona de confort, que crisis en chino significa oportunidad…", decía otro.

A algunos les venían a la cabeza las supuestas palabras de Andreíta Fabra en el Congreso allá por 2012. Y es que ver llorar por los designios de la Mano Invisible del Mercado a sus más férreos defensores, a quienes durante años se han dedicado no solo a moverla sino a defenderla y a utilizarla para justificar sus ingresos a fin de mes no deja indiferente, claro. "A mí me causa orgasmos saber que se le fue a la mierda el negocio especulador que hace que las que vivimos de alquiler estemos estranguladas y casi asfixiadas por los precios de la vivienda que los putos pisos turísticos han provocado", decía otra usuaria de Twitter en relación a la historia de Jorge publicada en El Español.

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Otro tuit publicado la semana pasada listaba una serie de cosas que a la usuaria que lo compartía con sus seguidores le estaban haciendo feliz durante esta cuarentena: "las lechugas, rabanitos, tomateras, perejil, cilantro y chiles creciendo en el minibalcón de 1 metro cuadrado. El dumping de pisos -antes turísticos- en Idealista. Las rebajas de precio de esos pisos. Sus delirantes SOLO CONTRATO DE CUATRO MESES".

Y es que en su confianza ciega en el mercado, los propietarios de pisos turísticos han decidido, masivamente, reconvertirse, jugársela. Porque, como bien saben, "sin riesgo no hay beneficio", así que han apostado por el optimismo. Por poner sus casas en alquiler de temporada, una opción a caballo entre el alquiler vacacional y el de larga duración en previsión de que todo esto pasará pronto y que cuando todo esto pase no quieren tener un alquiler por cinco años que les impida volver a poner sus pisos en Airbnb.

Así lo recoge un artículo que habla del fenómeno en Idealista, que en palabras de Samuel Población, director nacional del área residencial y suelo de CBRE, dice que "un elevado número de propietarios que antes del covid-19 destinaban sus viviendas 100% al alquiler turístico -por días- han reaccionado previendo la parálisis del sector turístico durante varios meses y reorientando sus sus viviendas al alquiler temporal por meses, no al alquiler de largas temporadas o al uso conforme la LAU Vigente (5 o 7 años dependiendo del tenedor), como forma de minimizar la ausencia de ingresos en el alquiler turístico".

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El alquiler de larga duración, el no turístico, empieza también a salir cada vez menos a cuenta. El coronavirus puede haber pinchado la burbuja del alquiler en España dado que la caída de las rentas por el frenazo total de la economía ha empezado a provocar un flujo no demasiado grande pero sí constante de rescisiones de contratos de alquiler. Esto hace que los precios, aunque no vayan a bajar demasiado, o eso dicen los expertos, sí que vayan a estabilizarse, a congelarse. La tan ansiada bajada de los precios es, sin embargo, difícil que se produzca, ya que sigue habiendo más familias en busca de casa en algunas zonas de España que inmuebles disponibles.

Así que desde que se declarara el estado de alarma no fueron pocos los que vieron filón en publicitar alquileres como pisos para pasar únicamente la cuarentena. El diario ABC recogía hace unas semanas las guerras vecinales desatadas con motivo de esta práctica y glosaba un anuncio de Idealista que decía: "PISO EN ALQUILER DURANTE LA CUARENTENA COVID 19 MADRID. Casa perfecta para pasar la cuarentena en el centro de Madrid. ¿Te hace falta más espacio durante esta cuarentena? ¿Sois demasiados en casa? ¿Necesitas tranquilidad y privacidad para trabajar? Este piso amplio y luminoso es perfecto para ello (…)".

En su cuenta de Twitter, el investigador y miembro del Sindicato de Inquilinos Javier Gil advirtió de la práctica con algunos ejemplos que él mismo se encontró en Idealista: descubrió casos como el de un estudio de poco más de 30 metros cuadrados en la calle Leganitos que se alquila por 850/mes -solo por meses, máximo seis- en Idealista y 39/noche en Airbnb. O el de otro piso de 70 metros que se alquila como turístico en una plataforma y como alquiler tradicional (también por meses, a la espera de que se estabilice la situación del turismo) en otra.

Si, como Javier Gil, has entrado en Idealista en los últimos meses lo habrás podido comprobar: cada vez hay más pisos cuquis y con fotos en las que aparecen toallas dobladas como si fueran aves en las fotos. El precio del alquiler, aunque se resiste, va bajando. Y cada vez más se ven también nuevos requisitos para acceder a un alquiler, ya sea arrendar solo por unos meses o presentar nóminas correspondientes a profesiones esenciales. Mientras tanto, Vanesa sigue pensando en qué hacer con sus 14 pisos en Barcelona y en cuándo y cómo va a pedir la ayuda de autónomos y Jorge se lamenta por los dos que tiene en Madrid y que este verano se van a quedar sin guiris. "Es el mercado, amigo", decía Rato. Y ellos hace unos meses también.

Sigue a Ana Iris Simón en @anairissimon.

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