Tecnología

Emilio Herrera, el español que inventó el traje espacial 30 años antes que la NASA

Desarrolló su escafandra estratonáutica en 1935.
Emilio Herrera traje espacial español
Imagen vía Wikimedia Commons

El primer traje espacial utilizado en el espacio fue el Sokol SK-1, que fabricó la Unión Soviética y que llevó Yuri Gagarin en el 61. Pero 26 años antes de esto y 34 antes de que el hombre pisara por vez primera la Luna, el ingeniero militar Emilio Herrera ya había inventado y desarrollado su escafandra estratosférica, que se usaría como prototipo para el desarrollo de los trajes espaciales.

Herrera nació en Granada y, tras unos años estudiando arquitectura, ingresó en la Academia de Ingenieros de Guadalajara. Al finalizar sus estudios y graduarse como teniente solicitó su traslado a la Escuela de Práctica de Aerostación y comenzó su gran carrera como ingeniero aeronáutico. Participó en ascensiones científicas como la observación del eclipse solar de Burgos de 1905, colaboró estrechamente con Juan de la Cierva en el desarrollo del autogiro y diseñó y construyó un túnel de viento que, en su época, marcó un antes y un después, además de dirigibles. También formó parte del primer grupo de aviadores militares españoles que atravesó el estrecho de Gibraltar en avión. Más tarde se cartearía con Albert Einstein.

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Calculó, también, la órbita en la que se debía situar un satélite artificial y cuánto debía pesar antes de que la Unión Soviética pusiese el Sputnik 1 en órbita. Participó en la Primera Guerra Mundial como observador militar, fue gran defensor del esperanto y miembro de la Asociación de Militares Esperantistas, además de de la Real Academia de Ciencias Exactas, Físicas y Naturales y avisó, en 1945 y antes del desastre de Hiroshima, de lo que podía ocurrir si se utilizaban las bombas nucleares.

Pero tras la inauguración del Laboratorio Aerodinámico de Cuatro Vientos, en cuyo diseño y construcción participó, pasó unos años dedicado casi por completo a investigar la vestimenta y los sistemas de respiración más propicios para la navegación aérea. Se animó a ello cuando, tras sus trabajos con globos aerostáticos, se dio cuenta de que desde allí se observaban cosas que no se apreciaban desde la Tierra, pero la única manera de llegar a verlas en ese momento era muy limitada: desde una barquilla presurizada.

Entonces empezó a investigar un método que permitiera a los hombres superar la atmósfera y mantener la movilidad, y de su investigación y experimentos nació la escafandra estratonáutica, el precedente del traje espacial con el que se podía llegar hasta las capas más altas de la atmósfera.

Cuando, en el año 1935, hizo las pruebas de resistencia de su invento, el traje resolvía todas las necesidades del momento, como proteger de la radiación solar, permitir la total movilidad, resistir a cambios de temperatura y presiones extremas y suministrar oxígeno gracias a una botella con autonomía para más de dos horas. Pesaba 127 kilos, tan solo tres menos que los trajes que llevan los astronautas de la NASA desde 1982.

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Estaba hecho por capas de lana, caucho, lona reforzada con cables de acero y una última con reflectante de plata para evitar el calentamiento. Además, contaba con un casco de chapa de acero forrado de fieltro y recubierto de aluminio pulimentado con sistema de comunicación radiotelefónico y un triple cristal irrompible con filtros que protegía la vista de la luz ultravioleta y los ultrarrojos.

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Herrera trabajando junto a su equipo en la escafandra estratonáutica. Imagen vía Wikimedia Commons

Pero su investigación y sus avances en este sentido se vieron frenados porque, en paralelo a su carrera en la aeronáutica, la vida de Herrera tiene también otra dimensión relacionada con su condición de militar: la política. En 1931 rompe con Alfonso XIII, que le había nombrado Gentihombre después de su vuelo sobre el Estrecho.

Aunque era monárquico, creyendo fervientemente que el poder castrense ha de estar sometido al gobierno legalmente constituido, jura lealtad a la II República. Ese mismo año es nombrado también experto internacional de aviación por la Sociedad de Naciones y uno después ingresa como miembro en la Academia de las Ciencias y su discurso habla, precisamente, de la escafandra estratonáutica.

Fiel al gobierno republicano, es nombrado jefe de los servicios técnicos y organiza las escuelas de aviación de la República. Cuando finaliza la Guerra Civil, en la que había perdido a su hijo José Herrera Petere, militante comunista, se encuentra de viaje en Sudamérica, por lo que decide exiliarse a París, hasta donde viajará posteriormente su esposa. Desde allí consiguió continuar con su carrera científica. Durante la ocupación nazi de Francia, el gobierno alemán le ofrece trabajar para ellos en el Laboratorio de Vibraciones de Berlín y declina la oferta, que es vetada, además, por el gobierno de Franco.

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También declina otra sustanciosa oferta de la NASA. Al parecer, cuando conocieron los descubrimientos de Herrera, se interesaron por la escafandra. Le hicieron una oferta para hacerse con el diseño del traje espacial, y la única condición que puso él para aceptarla fue que en el supuesto de que los astronautas americanos llegaran a la Luna, colocaran, junto a la de Estados Unidos, la bandera española de la República. Fue durante su exilio y la NASA no aceptó esta condición, así que las negociaciones cayeron en saco roto.

Después de la guerra continuará residiendo en Francia junto a su mujer, viviendo de sus patentes y de sus artículos. Es seleccionado como miembro de la ONERA francesa y nombrado consultor de la UNESCO en asuntos de física nuclear pero dimite tras la entrada de España en la ONU. Entonces es elegido miembro de la Academia de Ciencias de Francia, donde propone un proyecto de lanzamiento al espacio de un satélite artificial. En paralelo a ello, milita desde el exilio en el antifranquismo, lo que le lleva a ser primero ministro sin cartera y después Presidente de la República entre 1960 y 1962, cuando le sucede Claudio Sánchez- Albornoz.

Fallece en Ginebra, en la casa que tenía allí su hijo Petere, a los 88 años. Pero no fue hasta hace dos cuando el Consejo de Ministros, basándose en la Ley de la Memoria Histórica y a propuesta del entonces ministro de Ciencia, Innovación y Universidades, Pedro Duque, se propuso recuperar su honor y memoria y el de otros miembros de reales academias sancionados durante la Guerra Civil y la dictadura franquista. A Emilio Herrera se le retiraron en su momento una quincena de medallas académicas.

En 2017 su figura empezó a ser reivindicada también por la Asociación Granadina para la Recuperación de la Memoria Histórica, que organizó una exposición en torno a su figura y que consiguió que el creador de la escafandra estratonáutica tuviera una escultura en su honor, en el Campus Universitario de Fuentenueva de la Universidad de Granada. Mira al frente y en la mano lleva el casco de la escafandra estratonáutica.

Sigue a Ana Iris Simón en @anairissimon.

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