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Lo personal y lo político

El tiempo para abortar no se limitó en Colombia, pero la lucha sigue

OPINIÓN| Anoche pudimos dormir tranquilas, pero no podemos bajar la guardia. Que las redes y las calles se inunden con el clamor cada vez más fuerte, exigiendo aborto legal, seguro y gratuito en todos los casos.
Aborto en colombia
Foto: Camila Acosta | VICE Colombia.

Artículo publicado por VICE Colombia.


El día de ayer miles de mujeres en Colombia nos levantamos nerviosas. Desde las nueve de la mañana, la Corte Constitucional se dispuso a revisar una ponencia presentada por la magistrada Cristina Pardo que intentaba limitar las semanas en las que se podía abortar en Colombia. Esto es, bajo las causales permitidas, que son riesgo de vida para el feto, riesgo de vida para la madre y violación.

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Esta misma magistrada fue la que intentó pasar la ponencia que señalaba que el Estado colombiano es propietario de los recursos del suelo y del subsuelo, y que por eso las consultas populares no podían seguir prosperando en el país. Es decir: las poblaciones ya no iban a poder levantar su voz en contra de proyectos extractivos si sus territorios se veían afectados. La ponencia pasó en la Corte pero un fallo de tutela del Consejo de Estado que salió hoy diciendo todo lo contrario se está enfrentando a esta decisión.

Ayer la sala plena de la Corte se demoró 10 horas revisando la ponencia. Diez horas estuvimos en vilo nosotras, desde nuestros trabajos, nuestras casas o en la calle, manifestándonos en defensa de alguno de los aspectos que nos está tocando defender a capa y espada en este gobierno de Iván Duque. Y estábamos en vilo por muchos motivos: la aprobación de esta ponencia no solo significaba un retroceso que atravesaba las tres causales, sino que se daba en un momento coyuntural a nivel regional, en el que el clamor de las mujeres del continente cada vez se hace más grande, reclamando el aborto legal, seguro y gratuito en todas las situaciones.

Argentina lo ha reclamado, México lo ha reclamado… Ahora nos llegó la hora de hacer sentir nuestro propio clamor.

La ponencia de ayer era problemática no solo porque significaba un retroceso en materia de derechos reproductivos. Muchos funcionarios de las clínicas y las EPS afirmaron durante estos días que, en promedio, las entidades prestadoras de salud se estaban demorando entre 9 y 12 semanas para prestar el servicio. Ese hecho, sumado a que muchas mujeres no se dan cuenta de su embarazo hasta que está en un estado avanzado (ya sea por falta de síntomas o porque siguen menstruando), también a que, según varios médicos obstetras, las malformaciones que amenazaban la vida del feto se detectaban hasta el segundo trimestre de embarazo.

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También a que en los casos de violación, los procesos judiciales se demoran (como todos los procesos en este país, sobre todo los que tienen que ver con mujeres): entre enero y marzo de este año se registraron 5.020 casos de violencia sexual reportados por Medicina Legal, de los cuales el 86% corresponde a niñas entre los 10 y 14 años.

Sumado todo esto, insisto, no solo hubiéramos tenido que aplicar a un aborto por alguna de las tres causales, sino que tendríamos que cruzar los dedos para que el feto gestándose adentro de nosotras no superara las 24 semanas, periodo en el cual, según la magistrada y la población anti derechos de este país, logra "su viabilidad autónoma". Sino, por más que quisiéramos, por más que lo necesitáramos, no íbamos a poder abortar, e íbamos a tener que asumir una maternidad obligada para el resto de nuestras vidas.

Según Oriéntame, la tragedia vendría en partida doble para las mujeres que aún siguen necesitando un aborto luego de la semana 24 de gestación, que según esta organización, suelen ser las más vulnerables: las de áreas rurales, las más pobres y las que menos información tienen sobre salud y derechos reproductivos. Estas hubieran sido las primeras mujeres en no poder acceder a un aborto por las vías legales, las primeras en abortar clandestinamente y las primeras víctimas mortales de una reglamentación de este tipo.

Una vez más, y lo repetiré hasta el cansancio: toda opresión de género va a estar atravesada por muchas otras opresiones, como la de clase. Razón tienen nuestras compañeras de Argentina cuando gritan en sus calles que sobrevivir a un aborto es un privilegio de clase.

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Durante diez horas esperamos y al final la ponencia se cayó. Con una votación de seis magistrados contra tres, los funcionarios tumbaron la propuesta de la honorable magistrada, que quería limitar en tiempo, y a su criterio, algo que siempre ha sido una necesidad urgente en el país. Y con los ojos puestos en este tema, el país pudo darse cuenta de algo que muchas mujeres, desde muchos frentes activistas, llevan diciendo desde hace 12 años, cuando la sentencia C 355 de 2006 aprobó las tres causales en Colombia: tratar de abortar en este país bajo esas tres razones sigue siendo un martirio lento y tortuoso para miles de mujeres colombianas.

Es decir, lo que desde 2006 se siente como un gran paso hacia la legalización total del aborto, en realidad ha sido un avance lleno de tropezones, pues por la negligencia de las instituciones, las creencias religiosas llevadas al extremo por parte de algunos funcionarios de la salud, las barreras culturales, el estigma alrededor del tema, el maltrato psicológico y físico a las embarazadas y la ralentización y burocracia de todos los procesos que implica un proceso como estos, abortar en Colombia bajo estas tres causales es muy difícil. Lo más grave de todos estos obstáculos es que hacen que el tiempo corra en la barriga de la mujer embarazada, empeorando el proceso para ella y arriesgando su vida con cada día que pasa.

Lo de hoy, sin duda, es una victoria. No vamos a retroceder un paso ante los derechos que hemos logrado. Pero también es un aviso para despertar: aún nos falta mucho camino por recorrer para lograr legalizar totalmente el aborto, la única salida posible si queremos que más mujeres sigan muriendo por abortos clandestinos en nuestro país. Una mujer que fue violada tiene el mismo derecho a abortar que una mujer que no lo fue, porque debería ser un derecho fundamental decidir sobre nuestros cuerpos, sobre nuestra sexualidad y sobre nuestra maternidad: la maternidad será deseada o no será.

Lo que me ha generado más gracia de toda la discusión de los últimos días es que para muchas personas que se autodenominan pro vida, las mujeres nos morimos de ganas por abortar. Queridos pro vida con sus lemas de "salvemos las dos vidas" y su incapacidad para separar los derechos humanos de la religión: sepan que abortar no es bonito, las mujeres no nos levantamos una mañana con el deseo irrefrenable de experimentar la experiencia placentera de un aborto. Interrumpir un embarazo es un proceso doloroso física y muchas veces mentalmente, y muchas mujeres necesitan acompañamiento psicológico después de él.

Sin embargo, como tuiteó Mónica Roa, una de las abogadas a las que le debemos los derechos que ya tenemos, el aborto debe hacerse "tan pronto como sea posible y tan tarde como sea necesario".

Anoche pudimos dormir tranquilas, pero no podemos bajar la guardia. Que las redes y las calles se inunden con el clamor cada vez más fuerte, exigiendo aborto legal, seguro y gratuito en todos los casos.