Es normal que sigas pensando en follar con tu ex

Tu ex sabe cómo eres y cómo follas.
expareja sexo
Imagen vía usuaria de Flickr jazzmoon12

Cambias de pareja y descubres un nuevo McMenú sexual. Otra salsa y un sabor que puede cambiar de kétchup a bacon con mayonesa en cada lametón y en cada Whatsapp para ponerte cachonda.

Recuerdo a mis parejas sexuales por su cadencia. Por ejemplo, Jaime, autor reconocido y votante de derechas, ese que follaba lento, tan lento como hablaba y como se explicaba. Tardaba en llegar al orgasmo y tardaba en irse de mi casa en taxi. Me lo encontré la semana pasada en una presentación, lo escuché tartamudear y, tal vez fue por su presencia con aires de político, o esas canas, o su pinta de intelectual yendo a un casting de profesor de literatura comparada lo que me hizo repetirme que no, ¡este no es el turrón que quiero que vuelva por Navidad!

Publicidad

En cuanto al cuerpo también hay una memoria. No es lo mismo ese que follaba sentado porque ya era mayor y esperaba que la pastilla no se olvidara de él que el campeón de jiu-jitsu que te empotraba contra la pared de tu cuarto y te hacía llegar al orgasmo mientras te penetraba sin dejarte casi respirar durante más de 120 minutos. ¿Qué habrá sido de él, por cierto?



Los polvazos pasados se quedan instalados en el cuerpo. Hay examantes que recuerdas porque follaban con más ganas que Zeus en cuarentena y de esos no te libras tan fácilmente. Camila, una amiga y editora, me cuenta que a sus mejores polvazos pasados prefiere mantenerlos en la casilla de la fantasía, y a ser posible bien lejos del "haga clic aquí". “¡No hay que cumplirla! En cuanto vuelvo a tocar a ese examante, la cago. Y como truco, si lo hago con mi pareja habitual, puedo imaginarme a la otra persona que no está, y que deseo”.

Quizá haya algo de sensatez en no irse a la cama con su examante, así puede seguir su vida de madre de dos niños, casada, con un vino por la noche mientras su marido le mima los pies sin saber que ella está pensando en el otro. A mí me resulta tremendo follarte a Agustín pensando en Rafa, o correrte con Marta mientras te remueves en tu cama recordando los orgasmos de Patricia. Es como vivir el síndrome del impostor pero en el sexo, y rezarle a Santa Frígida para que no se den cuenta. ¡Ni-de-coña!

¿Cuánto dura el recuerdo de un polvazo? Ricardo, mi amigo músico, me dice que aún recuerda “sus ojos en blanco, el sabor de su sexo y la forma en que nos vaciábamos al tiempo que llenábamos nuestra vitalidad. Cuatro años después, no puedo evitar terminar desabrochando el cinturón y masturbarme como un adolescente”. ¡Cuatro años en ese encoñe deben ser para volverse loco! Y la verdad es que me puso un poco cachonda mientras me lo contaba.

Publicidad

Pero Ricardo tiene novia, sigue tocando la guitarra y seguramente se tocará otras cosas cuando el día está chungo o cuando sale de un concierto con ganas de más. Maldita sea. Pobre Ricardo, que no la ha vuelto a ver pero sigue chateando con ella entre bloqueo y bloqueo. Contacté con ella, me costó trabajo, pero me dejó dos audios en los que pasaba decía una cosa y su contraria en 11 segundos. “No creo que vuelva a verlo, no me interesa ya quedar con Ricardo, pero…. verás, a veces, cuando estoy sola en casa, me acuerdo de él y aunque piense que fue un capullo, porque lo fue, me entran ganas de desbloquearlo y de echarle un polvo hasta quedar desmayada. ¡Una puta ruina!”. Creo que volverán a encontrarse y a follarse en cuanto lean esto.

¿Quiénes deciden irse con su ex entonces? Un estudio de la Universidad de Arizona a adultos recientemente separados estableció que un cuarto de los encuestados admitieron haber tenido sexo con su ex. Los estudios publicados hablan de exesposo y exesposa, con todas las letras, y han descartado la popular figura del examante. Otro estudio preliminar publicó que 137 personas que volvieron a acostarse con su ex, no catalogaron la experiencia como angustiante. A mí me alegra que esas 137 almas puedan dormir tranquilas después de haber follado con su ex, cuando lo que yo busco al terminar con una relación es precisamente no volver a tener contacto con él, léase: nunca jamás.

Publicidad

Pero ojo, ¡esto quiere decir que el 25% de la población busca tener sexo con su ex! Esto es 1 de cada 4 personas. Así que si pensamos que nuestro amor no se iría jamás a la cama con su ex, a lo mejor nos estamos equivocando, pues es mucho más habitual de lo que se pensaba. Según ese estudio, los que decidían irse a la cama con un ex, lo encontraban más beneficioso que dañino. Y lo más curioso es lo siguiente: ¡de 10 ocasiones que habían buscado sexo con su ex, lo habían conseguido en 9!

Aún así, la ciencia no han ahondado en los motivos del sex-ex (como lo denominan) y es Justin Lehmiller, del Instituto Kinsey, quien complementa estas motivaciones con la gratificación sexual, la seguridad, el confort, motivos emocionales o porque de forma secreta (o no tan secreta) quieren volver a ligar con esta pareja.

En resumen, las personas buscan sexo con su ex porque les mola y les hace sentirse mejor, fin del misterio. Pienso que es más fácil tener sexo con alguien conocido que con un extraño, al fin de cuentas tu ex sabe cómo eres y cómo follas y si decides repetir, será porque te gusta lo que hace, cómo lo hace y lo que sientes cuando lo hace. Ahora bien, si te gusta más el sexo con tu ex que con tu pareja actual, ya la cosa se te puede complicar bastante.

Para Sonia, que es periodista freelance, su vida sexual cambia como el tiempo y, en temporada de borrasca, puede irse a la cama con tres en un mes porque entra al día más a Tinder que al baño.
“Cada uno es distinto, aunque yo recuerdo sobre todo a un chico que me hacía el amor como si estuviera bailando allí dentro. Eso no lo volví a sentir jamás. El problema es que quise volver a contactar y me dijo que era gay”.

Publicidad

Me interesa que Sonia, que lleva la vida etérea de una autónoma con tres pagadores, que va de cínica en sus estados en redes y que parece que no se ha enamorado desde que la conozco, me hable de hacer el amor, no de tener sexo. “Hay una diferencia, porque sexo tienes con cualquiera, pero a lo mejor te pasas toda la vida sin hacer el amor”, me dice convencida. ¿Alguien habla de hacer el amor en Tinder? Imagino algo así como: “Hola petardilla, te espero en el Hotel Patilla de Santa Pola, que quiero hacerte el amor esta noche”.

El tiempo les pasa factura de las campanadas a los amantes. Unos perderán el encanto, y otros lo ganarán en habilidades. Como dice un amigo mío, “nunca serás más joven que hoy”. Y en el sexo también te puedes hacer viejo. Aunque el que es buen amante no deja de serlo sin más y esto no tiene que ver con el peso, ni con el físico, ni con la edad; sino con la capacidad de entrega y la empatía de dar y recibir un buen polvo.

Con cada pareja sexual aprendes algo y adquieres conocimiento. Por ejemplo Teresa, que jamás había practicado el sexo oral en doce años de matrimonio, ahora me cuenta que es lo primero que hace en cuanto llega a la casa de su nuevo novio. “Me encanta tener sexo oral y además lo he descubierto ya de mayor, porque con mi exmarido todo era siempre lo mismo. Misionero viendo el telediario. Eyaculación y a la cama. La primera vez que mi novio quiso comerme el coño no sabía ni cómo dejar de suspirar, te digo que estaba tan excitada que sentía que el coño me pedía más y se contraía. ¡Con mi novio he tenido mis mejores orgasmos y si se terminara nuestra relación, lo volvería a buscar!”.

De mis parejas sexuales no volvería a repetir polvo. Por algo ya no están conmigo y ya no me ponen. Tampoco los stalkeo porque he perdido toda química con ellos. Nadie que haga parte de mi amplio repertorio sexual me hace sacar el consolador, salvo uno, así que no me libro de las estadísticas de los estudios. Este hombre no es ni de lejos el más guapo, ni el más acrobático, ni mucho menos el más joven. A lo mejor era el capullo que sabía hacer el amor.

Me rompo las neuronas imaginando qué diablos pasaría si nos viésemos las necesidades sexuales con media botella de vino. Pienso que daría para un buen polvo –o varios– consecutivos y apilados en el mismo día. No volvería a hablar con él para evitar la repetición, para no dormirme con la duda de que no lo hemos superado. Admito que quizá sería más bueno que malo volver a tenerlo dentro de mí. Una vez, una sola. Si las estadísticas acompañan, sobreviviría alegre y sin traumas a la escena animal que me estoy imaginando. Le he escrito un Whatsapp en plan “¿nos follamos?” y ha contestado un mensaje con su ubicación.