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¿Por qué nos debemos quedar tranquilos con la última ejecución de Estado Islámico?

El lema de la organización yihadista reza ‘permanecer y expandirse’. Pero el grupo no se está expandiendo en absoluto y recurre al uso de imágenes violentas como cortina de humo para simular ante el mundo que el terrorismo ha llegado para quedarse.
Immagine via Stato Islamico
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Cuando 2016 está amaneciendo y se inaugura un nuevo ciclo, la organización terrorista Estado Islámico (EI) se empecina en recuperar sus viejas estrategias. El grupo terrorista recurre a sus ejecuciones teatralizadas para recuperar su presencia mediática. La propaganda yihadista ha dado la bienvenida al 2016 con un vídeo pensado hasta el detalle.

Se trata de la ejecución de cinco presuntos espías a manos de un verdugo encapuchado de nacionalidad británica. En el vídeo, el verdugo también lanza amenazas agoreras, una directamente dirigida al primer ministro inglés, el conservador David Cameron. En este caso, la estrategia mediática consiste en anegar medios de comunicación del Reino Unido, de especulaciones sobre la procedencia del verdugo y sobre el mensaje proclamado.

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La retórica del discurso previo a la ejecución no supone ninguna novedad en relación al contenido del reguero de vídeos amenazantes difundidos por EI contra Occidente. El tono amenazante en referencia al Reino Unido, al que el encapuchado se refiere como "insignificante" a nivel global y militar, es la única parte del video que se sale del guión preestablecido, usualmente generoso en triunfalismos sobre la inevitable victoria de EI — una reivindicación que el grupo se ha hartado de proclamar, a pesar de la larga e imparable sucesión de derrotas que ha padecido en 2015.

El último mensaje lanzado por la organización criminal consistió en un discurso de su líder y autoproclamado Califa, Abu Bakhr al Bagdadi que pasó bastante inadvertido para los medios occidentales. Pese a todo, su última estrategia se ha basado en difundir el mismo contenido del mensaje cambiando el continente y con un nuevo estilo. El nuevo discurso proclama que los tiempos son duros y que el grupo está herido, pero que Occidente terminará siendo derrotado en Afganistán e Irak, de manera que su supervivencia y su victoria en Oriente Medio están garantizadas.

Si hay alguna esfera de Estado Islámico donde la influencia baazista ha quedado al descubierto, se trata, sin duda, de esta — difundir una serie de proclamas mediáticas que alternan la violencia más gráfica, con una sarta de promesas jactanciosas, sino delirantes, en las que se asegura que la victoria militar será consumada. Y es en tal extremo, donde la propaganda yihadista resulta inequívocamente paralela al discurso de Saddam Hussein en Irak.

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La propaganda de EI discurre por distintas corrientes. Y el teatro de la ejecución es solo una de ellas. Otras publicaciones se han propuesto mostrar que la vida en el interior de EI discurre como la seda, que se trata de un lugar donde disfrutar de una rutina en el paraíso en la tierra que la organización asegura haber fundado, donde los combatientes yihadistas llevan a cabo tareas de mantenimiento para preservar la formidable salud de sus infraestructuras. Otra corriente propagandística está destinada a exhibir las victorias militares del grupo a través de apasionados montajes fotográficos y de secuencias en el campo de batalla editadas de manera deslumbrante.

En los últimos meses, mientras el grupo se tambalea en sus bastiones sirios e iraquíes, esta última corriente ha rebajado su frecuencia y su intensidad. Si hace solo un año el grupo seguía celebrando su conquista de su segunda gran ciudad en Irak, las nuevas publicaciones muestran — con idéntico sentido del bombo publicitario — la conquista provisional de un refugio desértico y embarrado, o las ofensivas contra las desoladas posiciones de control iraquíes, una incontestable evidencia del saldo cada vez más irrisorio que arroja la guerra de EI contra el resto del mundo

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Lo que la organización yihadista está ignorando de manera deliberada, un fenómeno que su club de fans en internet han enmascarado bajo el logrado eufemismo "desconexiones mediáticas", son las cada vez más frecuentes derrotas militares que están padeciendo. En las seis semanas que han pasado desde los atentados perpetrados en París, los terroristas han perdido la ciudad iraquí de Ramadi, la segunda más importante del país que tenían bajo su control. Al mismo tiempo, la ofensiva de tres días desplegada por la alianza de las Fuerzas Democráticas Sirias (FDS) en Siria bajo el liderazgo de los combatientes kurdos, ha permitido reconquistar decenas de aldeas, centenares de metros cuadrados de territorio, la estratégica presa de Tishrin y el puente que cruza el Éufrates.

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A día de hoy, las FDS han cruzado el Éufrates y se encuentran a solo 15 kilómetros de la ciudad de Manbij, la segunda más grande bajo control yihadista en suelo sirio, y un enclave fundamental para asegurar los suministros y el sustento desde Turquía. Las fuerzas del régimen del presidente sirio Bashar al-Assad, apoyadas por los encarnizados bombardeos rusos, avanzan lentamente rumbo a la ciudad de al Bab, situada en el extremo sur del desierto de Homs. La campaña de reconquista está avanzando muy lentamente, algo que debe achacarse antes a la debilidad de las fuerzas de Assad, que a la fortaleza de las tropas de EI. De hecho, la última gran ofensiva desplegada por EI contra las tropas kurdas tuvo lugar en la primera línea de batalla, en Mosul, y terminó en pocas horas.

Más allá de los reportajes fotográficos que muestras las labores de mantenimiento de los combatientes yihadistas encalando las calles, o de los cada vez más grotescos vídeos sobre presuntas atrocidades, la mayor herramienta de la que dispone EI para reclutar a nuevos seguidores y mantener vivo el aliento de quienes todavía les apoyan, son las evidencias de sus victorias militares. Y la promesa de la que vendrán.

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La coalición occidental liderada por Estados Unidos ha procurado hasta la fecha desalentar a los seguidores online de la organización yihadista con campañas que daban un poco de vergüenza ajena, y con provocaciones en las redes sociales. Aunque parece que, finalmente, se hayan percatado de que la mejor manera de contrarrestar el discurso de EI consiste en derrotarles en el campo de batalla, y en matar a sus portavoces más prominentes. Así, las ofensivas desplegadas con drones hna liquidado ya a varios yihadistas británicos, entre ellos a Mohammed Emwazi, más conocido como 'Jihadi John', predecesor del actual verdugo británico. De tal modo, es de suponer que el flamante verdugo inglés ya debe de formar parte de todas las listas de objetivos inmediatos a los que abatir.

El lema de Estado Islámico reza Baqiya wa Tatamaddad y podría traducirse como "permaneciendo y expandiendo". Ahora que la consigna atraviesa por momentos de estreñimiento en el campo de batalla, todo el fervor mediático se concentra en la supervivencia. Al igual que sucede con las personas famosas cuando sus estrellas se extinguen y se buscan en la prensa sensacionalista sin resultados, EI está dispuesto a hacer todo lo que haga falta para mantener su nombre en los titulares occidentales, ya sea con vídeos como el recién publicado con el verdugo inglés de protagonista, o con salvajes atentados como los de París.

Y, pese a todo lo demás, lo cierto es que el control del grupo sobre el corazón de sus territorios se debilita a cada día que pasa. Sus dos grandes ciudades, Raqqa y Mosul, están situadas en los extremos de su territorio, y ambas serán intensamente cercadas por las fuerzas de la coalición a lo largo de este año. De tal forma, el auténtico mensaje del último vídeo es que con cinco balas, una cámara y un acento inglés ligeramente forzado, EI solo pretendía eclipsar su triste situación estratégica. Una artimaña que revela que, a día de hoy, a la organización yihadista le resulta más sencillo copar los titulares occidentales que avanzar en el campo de batalla. Una conclusión de lo más halagüeña para la coalición.

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