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Sexo

Estas mujeres se convirtieron en esclavas sexuales por unos libros de ciencia ficción

En sus crónicas de Gor, John Norman retrató un mundo de fantasía en el que todas las mujeres eran esclavas al servicio de sus amos, los hombres. Hoy, más de tres décadas después, sus fans siguen recreándolo.
La portada de 'Mercenarios de Gor', por John Norman  

En 1966, el escritor de ciencia ficción y profesor de Filosofía John Norman publicó la primera novela de una serie basada en el mundo de Gor, a la que también se conoce como “Saga goreana”.

Sus libros son una mezcla de tratado filosófico, novela de ciencia ficción y narrativa erótica y son muy conocidos por su planteamiento de la sexualidad. En el universo de Gor, la sociedad se basa en una dinámica de dominación-sumisión entre hombres y mujeres. Estas, esclavas a las que se conoce como kajiri, son sumisas hasta extremos inconcebibles y son brutalmente sometidas física y sexualmente por sus amos. Pese a todo, las kajiri han aprendido a amar su existencia misógina-BDSM, que en los libros llaman “orden natural”.

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Los libros de Norman han sido extensamente criticados por ser, en esencia, porno para activistas de los derechos de los hombres. Pero como en el mundo hay gente de todo tipo, muchos lectores se han inspirado en ellos para adoptar un estilo de vida “goreano”, que es exactamente lo que parece. No obstante, los aficionados a Norman interpretan la cultura de distintas formas y, aunque a muchos ni siquiera les gustan los libros, sí que les encantan determinados protocolos. De hecho, hay muchas parejas goreanas que han incorporado felizmente dinámicas de amo/kajira de forma consensuada, tanto dentro como fuera de la cama.

Para saber más de este mundo, hablé con varias autodenominadas kajiri que me contaron cómo es llevar una vida de esclava inspirada en una serie de libros de fantasía.

Vivienne, 28 años, empleada de servicio de atención al cliente

VICE: ¿Cuándo te hiciste kajira?
Vivienne: Empecé hace once años. Juego a Second Life y allí me vendieron a un amo goreano en una sala de subastas. Me preguntó si conocía ese estilo de vida, pero yo no tenía ni idea de qué era. Al final me leí los libros y me encantaron. Se lo dije a mi amo de ese entonces y así empezó todo.

¿Qué te atrajo del estilo de vida goreano?
El primer libro que leí fue La esclava de Gor, y la relación que se establecía entre amo y esclava me atrajo desde el primer momento. Me fascinó. Me di cuenta de que el BDSM no satisfacía mis necesidades, que me sentía vacía cuando terminaba una sesión. Gor era una forma de ir más allá. Mi amo actual y yo llevamos juntos cuatro años; tengo la enorme suerte de estar con alguien que ve más allá de la simple gratificación sexual. Esto es mucho más profundo, sobre todo entre el amo y la kajira.

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"Empecé a crecer y a sentirme más empoderada cuando descubrí Gor. He sufrido depresión y ansiedad y este estilo de vida me ha ayudado a controlar mejor mis emociones"

¿Alguna vez desobedecerías a tu amo?
Mi amo siempre bromea con que, si alguna vez me ordenara que me tirara por un barranco, estaría quejándome y protestando todo el camino hasta la cima, pero al final saltaría. Tengo ciertos límites debido a traumas de la infancia, pero creo que en todo el tiempo que llevo practicando BDSM y llevando el estilo de vida Gor, solo he tenido que pronunciar la palabra de seguridad tres veces. No me gusta hacerlo porque siento que he decepcionado a mi compañero.

¿Crees en el “orden natural”?
Pues es un tema con el que tengo un debate interno desde hace años. He servido a hombres y mujeres, pero creo que nadie puede controlarme mejor que un hombre. No juzgo a nadie por su papel, pero cuando conozco a hombres sumisos, mi parte goreana sale a la luz y dice “no”.

¿Te sientes empoderada siendo kajira?
Empecé a crecer y a sentirme más empoderada cuando descubrí Gor. He sufrido depresión y ansiedad y este estilo de vida me ha ayudado a controlar mejor mis emociones. Sigo teniendo mis momentos de ansiedad, pero tengo la suerte de estar con un amo que sabe cómo controlar la situación. Ahora me veo en el espejo y aprecio un crecimiento, tanto físico como mental. No me metí en esto porque alguien me obligara. Lo hice para encontrarme a mí misma y reparar el daño hecho. Esto me ha dado un punto de apoyo.

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Anne, 53 años, profesora universitaria jubilada

VICE: ¿Cuánto tiempo llevas como kajira?
Anne: Treinta años, siempre con el mismo amo.

¿Cómo lo conociste?
Mi marido de entonces me cambió por un par de botas en un evento de recreación medieval. Supongo que pensó que sería una historia de un fin de semana, pero al final el amo se quedó conmigo. Él era goreano, pero yo nunca había oído hablar de eso, ni tenía experiencia en BDSM ni nada. Una de las primeras cosas que me hizo hacer fue leer los libros. Tras hacerlo, llegué a la conclusión de que hacía muchos años que era goreana sin saberlo. Todo encajaba.

¿Cómo funciona la dinámica?
Bueno, el sexo solo es una pequeña parte. Cuando salimos, parecemos una pareja anticuada, de los años 50, en la que el hombre es el que manda. Mucha gente que ser goreano implica seguir un protocolo muy bestia, con látigos y cadenas y azotes brutales a las kajiri, pero nosotros no lo hacemos. ¿Hasta qué punto puede una kajira ir bien cuando la golpean? Para nosotros es más un estado mental. Hacemos lo que él quiere que se haga.

¿Te negarías a hacer algo que te pidiera tu amo?
No, aparte de cortarme un brazo o disparar a alguien. Pero él no es un psicópata y no me haría daño intencionadamente; es un hombre razonable y nunca me ha dado razones para negarme a algo. Para la mayoría de cosas tengo que pedirle permiso, como cuando quiero gastar un dinero extra o comprarme un postre o algún capricho. También es muy abierto respecto a mis peticiones sexuales.

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¿Hay amor en vuestra relación?
Sí, pero no usamos esa palabra a menudo. Él no quiere parecer débil o dar la sensación de que no tiene las riendas de la relación. En cambio, como kajira, es muy apropiado que le diga a mi amo que lo quiero.

Alice, 24 años, militar

VICE: ¿Cuánto hace que eres kajira?
Alice: Pues hará unos cuatro meses. Conocí este mundo hablando con amigos metidos en el mundo de la dominación y el BDSM. Mi amo —que también es mi marido— y yo practicamos una mezcla de otras dos dinámicas, el DDLG [Daddy Dom/Little Girl] y el pet play, así que no somos la clásica pareja goreana.

¿Qué te atrajo de este estilo de vida?
Pues por raro que pueda sonar, me ha ayudado a controlar la ansiedad y la depresión que sufro. las normas que tenemos mi marido y yo me dejan poco margen de maniobra para decidir. Como tengo tareas diarias, no dispongo de tiempo para perderme mentalmente en lo desconocido. Este tipo de vida también ha afianzado la confianza y la sinceridad en nuestra relación. No sería tan honesta conmigo misma si no fuera por la subcultura goreana y el BDSM.

"Básicamente soy una esposa clásica a la que de vez en cuando castigan para que recuerde cuál es su lugar"

¿Cómo sirves a tu amo?
Limpiando la casa, haciéndole de comer, la compra y en el ámbito sexual. Básicamente soy una esposa clásica a la que de vez en cuando castigan para que recuerde cuál es su lugar.

¿Ejerces de kajira todo el tiempo?
Sí, pero eso no quiere decir que no pueda hacer lo que quiera. Simplemente hago saber a mi marido adónde voy por si me reclama. Tengo una serie de reglas, pero son del tipo sexual. Es como si tuviéramos un libro para colorear con dibujos que hemos creado juntos, pero para mantenerme contenta, él tiene que colorearlos. Es como nos sentimos cómodos.

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Jill, 55 años, artista

VICE: ¿Cuánto hace que eres kajira?
Jill: Unos diez años. Conocí el mundillo uno o dos años de meterme porque oí hablar de él a un amigo que practicaba BDSM.

¿Y cómo empezaste a practicarlo?
Soy bipolar y sufro depresión con tendencia suicida. Por aquel entonces me daba miedo lo que pudiera hacer y conocía a un amigo que era amo, así que pensé que lo mejor era cederle el control de mi vida para salvarla. Sabía que teniendo un amo no podría matarme. Fue así como me convertí en kajira.

¿Cómo te sometes a tu amo?
Soy suya, simple y llanamente. No es fácil, porque él vive en Connecticut y yo en Ontario, pero estoy en línea prácticamente a todas horas. Soy kajira todo el tiempo. Si quiere hablar o que le haga compañía, ahí estoy. Llevo collar, pero no es mío. El collar es suyo porque todo lo que tengo es de su propiedad, hasta mi dinero. Tiene acceso a mi cuenta bancaria. Nuestra relación está muy basada en la confianza, que es precisamente lo que más me gusta. Está registrado como mi pariente más cercano y además le he otorgado poderes notariales para representarme.

¿Consideras que este estilo de vida te empodera?
Sí. Se requiere mucha fuerza para hacerlo, y yo soy una mujer fuerte. Soy lo que llaman “primera chica”, lo que significa que, en nuestro grupo poliamoroso, el amo y yo somos la pareja principal. La gente me hace todo tipo de preguntas, no solo sobre el estilo de vida, sino también personales. Me gusta poder dar consejos, aunque en parte me sorprende haber acabado en este papel de líder.

Te autodefines como “kajira progresista”. ¿Qué significa eso?
Soy feminista. Mucha gente sigue los libros de la saga al pie de la letra y dice que es así como hay que vivir. Los libros dicen que las kajiri son animales. Bueno, pues lo siento mucho, pero en mi país las leyes dicen que soy un ser humano y las leyes goreanas son una invención. Soy muy consciente de que estamos en el siglo XXI, en la Tierra, y de que Gor es ficticio… La verdad es que no me gustan mucho los libros.

*Se han cambiado todos los nombres para proteger las identidades de las entrevistadas. Las entrevistas han sido editadas para mayor claridad y concisión.

Este artículo se publicó originalmente en VICE UK.