Los rescatistas estaban desde la cima de un montón de escombros que pocos minutos antes era un edificio de departamentos de siete pisos en la colonia Condesa, al centro de la ciudad y las hileras de vecinos se iban formando para sacar los escombros.Paola llegó corriendo con la desesperación en el rostro de quien lo ha perdido todo. Su departamento, ubicado en Avenida Ámsterdam y Laredo, colapsó luego del sismo de 7.1 grados que azotó la Ciudad de México, después del medio día.
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A penas a las 11:00 horas, Paola y cientos de capitalinos asistían al simulacro número 32 del terremoto del 19 de septiembre de 1985, una actividad ya tan arraigada en México como cualquier tradición. Lo inconcebible llegó dos horas después. Un temblor comenzó a sacudir a la ciudad como si fuera una mala broma del aniversario del sismo que marcó a la Ciudad de México para siempre.Desde los rascacielos se observó cómo decenas de edificios se convertían en polvo en segundos. Entonces se supo que exactamente a 32 años de aquel sismo, la pesadilla se repetía.
Los rescatistas en el edificio de Paola hablaban de más de tres personas atrapadas, posiblemente adultos mayores que no pudieron desalojar a tiempo el edificio. Al principio, quienes comenzaron las labores de rescate eran vecinos, albañiles, oficinistas que unían fuerzas para quitar escombros. Los víveres llegaron con rapidez inusitada. Agua, vendas, jeringas, comida y hasta tablas de planchar para utilizarlas como camillas.
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La Condesa es una colonia exclusiva de la ciudad, conocida por sus parques y por ser una zona con mucha vida nocturna. Luego del sismo, en la colonia solamente había un silencio abrumador, y un pestilente olor a gas por tantas fugas. Parecía que había sido bombardeada. Al menos tres edificios de más de siete pisos están en riesgo de caer.
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La Condesa es una colonia exclusiva de la ciudad, conocida por sus parques y por ser una zona con mucha vida nocturna. Luego del sismo, en la colonia solamente había un silencio abrumador, y un pestilente olor a gas por tantas fugas. Parecía que había sido bombardeada. Al menos tres edificios de más de siete pisos están en riesgo de caer.
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Pero el desastre alcanzó todos los puntos de la ciudad: el sur, el norte, el poniente, el oriente. Con un total de 44 edificios destruidos y más de 117 muertos, hasta el momento.
La alarma sísmica, un sistema bastante presumido por las autoridades del gobierno local, funcionó a la perfección durante el simulacro, pero falló fatalmente durante el terremoto. Segundos después de que comenzó a temblar, las alarmas sonaron, ya sin razón.Lauro Cantú estaba a punto de salir de su consultorio cuando sintió el sismo. Se disponía a ir a comer a su casa. Caminó diez cuadras y no vio ningún edificio dañado. Hasta que llegó a su departamento ubicado en la colonia Del Valle. Se trataba de un edificio viejo al que ya se le notaba el paso del tiempo.—Yo soy solo, no vivo con nadie y acabo de perder todo lo que tenía. Espero que las autoridades me ayuden. Quise entrar a sacar algo, lo que fuera, de mi casa y ya no abrían las puertas.
Su edificio de seis pisos colapsó sobre sí mismo como si alguien lo hubiera aplastado desde el techo. Desde el exterior se podía observar las pertenencias de las personas que vivían ahí, junto con Lauro. Un sillón, una sala, televisores, guardarropas, muebles; todo lo que la gente tarda una vida en adquirir. Y lo perdieron en menos de un minuto.Al sur de la ciudad, en Tlalpan, una zona conocida porque hay una gran cantidad de escuelas, también hubo derrumbes. En el Colegio Enrique Rebsamen los niños estaban a mitad de clases cuando golpeó el terremoto. Padres de familia no tardaron en rodear los escombros, buscando desesperadamente a sus hijos. Pese a que se logró rescatar a 14 personas, hubo 11 muertos y decenas todavía desaparecidos.
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El Tecnológico de Monterrey, una universidad de la misma zona, también fue dañado severamente. A la hora en que es común la actividad escolar, el piso comenzó a moverse. Los puentes que conectan distintos salones de clase se desplomaron rápidamente.—Yo estaba en una junta cuando comenzó a temblar. Les dije: está temblando. Nadie me creía porque acabábamos de regresar del simulacro. Cuando se empezó a sentir un profesor trató de correr y se rompió la pierna. Alcancé a tomar mi computadora— relató Lourdes, profesora de la universidad.Hasta el momento se habla de un muerto en esta escuela. Sin embargo, en redes sociales circulan decenas de nombres de quienes todavía están desaparecidos.
Las vialidades de la Ciudad de México se saturaron de personas caminando sobre el arroyo vehicular; todas ellas procuraron alejarse de los edificios por temor a que se desprendieran los vidrios. Algunos corrían a ayudar y otros deambulaban sin rumbo, pero en la mente de los capitalinos estaba la misma pregunta:—¿En serio esto pasó exactamente el mismo día que el terremoto del 85?
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