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Mundial 2018

Los lunes en la oficina

El colombiano Adolfo Zableh está en el mundial Rusia 2018. Acá nos resume esos aspectos de la rutina que un periodista deportivo debe seguir para triunfar en un cubrimiento.
No se trata de llegar al estadio, ver el partido e irse para la casa. Hay que hacer entrevistas, reportería de campo, preparar los juegos, sacar conclusiones, cumplir protocolos.  | Foto: Adolfo Zableh Durán. 

Artículo publicado en VICE Colombia.

Venir a un mundial en calidad de periodista no es ver partidos y ya, porque esto no es una fiesta. Aunque esté lleno de fútbol, nunca se siente que sea domingo, que es cuando uno puede relajarse frente al televisor y ver un par de partidos. En un mundial todos los días son lunes en la mañana: llenos de chicharrones. No se trata de llegar al estadio, ver el partido e irse para la casa. Hay que hacer entrevistas, reportería de campo, preparar los juegos, sacar conclusiones, cumplir protocolos.

Estos son algunos de los detalles que no se suelen conocer cuando de cubrir un mundial se trata.

  • A la acreditación se aplica al menos seis meses antes, por lo general apadrinado por algún medio de comunicación. Hay acreditaciones para radio, televisión, prensa escrita y fotógrafos. La FIFA suele responder un mes después.
  • Quien queda acreditado no es el periodista, sino el medio. Y aunque tu nombre queda en la escarapela, para asuntos operativos es el medio de comunicación el que es tenido en cuenta.
  • Son 64 partidos de fútbol, la FIFA te permite ver uno al día. Y no se trata de mirar el calendario y presentarse el día del juego, hay que aplicar con meses de antelación. Eso al menos para los de primera ronda. A medida de que se saben qué equipos se enfrentarán en las rondas siguientes, se van abriendo las convocatorias, que duran apenas 24 horas habilitadas.
  • Pero no es solo ver partidos. En el mundial hay de todo: entrenamientos, ruedas de prensa, eventos, conferencias. Siempre hay algo que hacer, algo que cubrir. A ese tipo de cosas sí se puede ir sin inscripción previa, pero no suelen ser tan jugosos. Todo es tan oficial e inmediato que en días de mundial solo se habla de mundial. Sacar tiempo para hacer historias en frío de largo aliento es casi imposible.
  • La rutina es más o menos esta: levantarse, revisar agenda, escribir, moverse al partido, verlo, volver a mandar informe, volver a la casa y dormir para al día siguiente repetir. Eso si no toca viaje, lo cual implica desplazamiento de horas. Ya sea en tren, carro o avión, cambiar de ciudad implica una pérdida de tiempo valioso. Con viaje o sin él, hablamos de jornadas de 16, 18 horas durante los 30 días de mundial, y por lo general tres días antes y dos días después.
  • Eso para los que escogen o pueden darse el lujo de escoger ver los partidos. Muchos de los periodistas que vienen al mundial, en especial los de radio y televisión, no salen del IBC, el centro de prensa central que dispone la FIFA con todas las facilidades para que desde allá transmitan y hagan programas especiales. Es decir, están en el mundial, pero no, perfectamente podrían hacer lo mismo desde sus países.
  • Y si no es en el IBC, emiten desde gigantescos estudios portátiles que suelen armar en lugares representativos de la ciudad más importante del torneo. Hace cuatro años estaban en la playa de Copacabana, en Rusia están acomodados en La plaza roja.
  • Y no es culpa de ellos quedarse fijos en un sitio. Así suelen ser las órdenes de los medios para los que trabajan. Ven el partido por televisión así el estadio esté a la vuelta de la esquina y siguen luego con los análisis en vivo para sus países.
  • En el tema de las entradas para la prensa, la FIFA puede aprobar tu solicitud, negarla o dejarte en lista de espera porque hay sobrepedido. No conozco al primero que se la hayan negado, pero sí suele haber lista de espera. La prioridad la tienen los periodistas de los equipos que juegan, luego los de los demás equipos clasificados al torneo.
  • Si coronas tribuna de prensa, te toca en escritorio con internet, lámpara, botella de agua, pantalla de televisión para ver repeticiones, alineaciones y jugadas desde otros ángulos. Son tres puestos por escritorio y en total suelen haber entre 400 y 600 plazas, de acuerdo a la capacidad del estadio. En partidos importantes pueden caber hasta dos mil periodistas, pero el resto se acomoda en sillas, como cualquier hincha, pero no en las tribunas para los hinchas sino en la misma tribuna de prensa.
  • Tienes hasta una hora y media antes del partido para reclamar tu boleta. Si no llegas, inmediatamente es asignada a la lista de espera para que alguno de los periodistas que originalmente no clasificó la utilice.
  • Los fotógrafos no están en la tribuna de prensa, se acomodan en la parte trasera de las porterías. Muchos de ellos no suelen viajar al mundial con sus propios equipos por comodidad. Acá hay marcas patrocinadoras que les prestan lentes de gran potencia (y mayor precio) que tienen que devolver al final del partido.
  • NOTA IMPORTANTE: los periodistas no tenemos boletas para los amigos. Apenas uno dice que puede entrar a un partido por día, ellos empiezan a preguntar que si se les puede conseguir una, costumbre que va creciendo a medida de que el equipo avanza de ronda. No, no se puede. Las entradas para la prensa no tienen valor comercial y solo te dejan entrar al partido con ella si viene acompañada de la acreditación, que es personal e intransferible. Encima, uno no tiene un canal especial con FIFA donde pueda pedir boletas para amigos y familiares.
  • Por el ritmo de trabajo no se gasta mucho dinero. Son costosos los pasajes para llegar al país que organiza el mundial y la estadía, pero no hay mucho tiempo para conocer, visitar museos, irse de compras y comer rico. Eso ayuda a ahorrar, pero al mismo tiempo es una limitante. Por encima se ven cosas, se repasan lugares importantes, pero todo de afán, por un lado.
  • Los periodistas tenemos acceso también a dos áreas importantes después de los partidos: la zona mixta y la conferencia de prensa. Se puede ir a una de ellas, no a ambas. La zona mixta es una especie de corredor por donde sí o sí tienen que pasar todos los jugadores de los dos equipos. Allí los esperan radio, televisión y prensa para entrevistarlos. Y así como están obligados a pasar por allí, no lo están a responder, cada uno de ellos decide si habla, o no, y conseguir un testimonio de los protagonistas del partido depende del marcador final, del ánimo de los jugadores o de la habilidad del periodista para sacarles unas palabras.
  • A la conferencia de prensa van los entrenadores de ambos equipos y el futbolista elegido como el mejor del partido. Allí sí están obligados a hablar, aunque el número de preguntas es limitado; alrededor de seis para los entrenadores y tres para los jugadores. Ni en la tribuna de prensa ni en la zona mixta ni en la rueda de prensa está permitido tomar fotos o hacer videos, y constantemente aparecen personas de la organización llamando la atención al respecto. En tiempos donde compartimos todo en redes sociales, se vuelve un tema difícil.
  • Tener acreditación no solo implica trabajar y tener acceso a zonas y eventos que el resto no, también da muchas facilidades. En Alemania, con ella se podía montar gratis en los trenes, buses y sistemas de metro del país, e incluso se podía entrar sin pagar a los museos. Lo malo de ese mundial es que cobraban por utilizar el internet en los estadios, algo que desde 2010 es gratuito. En Sudáfrica, la acreditación servía de visa para entrar al país, mientras que en Rusia pasa algo parecido a lo de Alemania: no tienes que pagar por moverte en tren ni tampoco en el metro de Moscú.

Si quitamos todo lo anterior, que no es poco, sí, venir a un mundial es ver fútbol y ya. Y aunque acá todos los días sean lunes, es un placer y un privilegio poder decir que se tienen lunes así. A ver cuánto más dura la cuerda.