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Este hombre terminó su matrimonio, porque la esposa le echó sal a las palomitas

Una reacción totalmente razonable.
Ian Burke
Brooklyn, US
DS
traducido por Daniela Silva
Imagen compuesta; original vía usuario de Flickr CLF

Artículo publicado originalmente por Munchies Estados Unidos. Leer en inglés.

Es el viejo cliché de siempre que todos hemos escuchado muchas veces: "No eres tú, son… las palomitas".

Según informó Milwaukee Journal Sentinel, el 27 de mayo, la policía de Brookfield, Wisconsin, respondió a un llamado de disturbios internos en el Marcus Majestic Cinema. La mujer que llamó a la policía le dijo a los agentes que ella y su esposo estaban esperando en la fila para comprar palomitas cuando él le pidió que no les pusiera sal y se fue por otra cosa. La mujer, sintió que tenía derecho a echarle sal a las palomitas que ella había pagado, entonces lo hizo, a pesar de la petición de su marido. Cuando el esposo se dio cuenta de lo que había sucedido durante su ausencia, supuestamente terminó su matrimonio y se negó a ver la película. ¿Cuáles fueron sus razones? Bueno, por supuesto, que su esposa le había sido infiel por hacer cosas a sus espaldas, como ponerle sal a las palomitas. (Esas fueron sus palabras).

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Luego, en un acto de rebeldía, la esposa (o medio exesposa, supongo) tomó las llaves del auto de su esposo y vio la película sola, mientras el esposo esperaba afuera del cine, pateando piedras con sus manos en su bolsillos y refunfuñando su nombre en voz baja. (Otra vez, son puras especulaciones).

Después de que la película terminó, la mujer encontró a su marido. Aún tenía sus llaves, ya que, como le dijo a los oficiales, él maneja demasiado rápido cuando se enoja. El marido se paró afuera del automóvil, negándose a entrar, y la mujer, ahora preocupada por cómo su marido llegaría a casa, llamó a la policía para preguntarles qué hacer. Le dijeron que lo resolviera por su cuenta y que su marido era un adulto que podía tomar sus propias decisiones. Según el Centinela, la esposa confirmó que no hubo violencia física, que su esposo no la amenazó de ninguna manera y que eso no le preocupaba.

El matrimonio es algo complicado: en un segundo estás feliz y enamorado y al siguiente, tu esposa le echa sal a tus palomitas de maíz y sientes que no tienes de otra más que divorciarte de ella. Es una triste historia, una que todos hemos escuchado muchas veces. La cantidad de matrimonios felices que se han arruinado por la sal es probablemente enorme. Incontable, incluso.

De todos modos, lo hecho, hecho está, lo salado, salado está, y lo único que queda por hacer es vigilar de cerca tus palomitas y quizás, hacer algo loco como tratar de mejorar la comunicación con tu pareja.