Conozca el club cuyo único requisito es haber tirado en un avión

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Conozca el club cuyo único requisito es haber tirado en un avión

Phil Kessler lleva más de 30 años administrando las historias de las personas que no se han aguantado las ganas de echarse un polvito por los aires.

Uno de los fetiches más populares entre la gente es tirar en un avión: en un baño, en un pasillo, donde sea. Lo vimos hace poco en un video que muestra como una pareja lujuriosa calienta motores en un vuelo que iba para Ibiza, España. Y aunque la demostración de amor de ellos no es para nada sutil, todos nos hemos imaginado —si es que no lo han hecho— dando lo mejor de nosotros en un baño incómodo que tiene la perilla corrida hacia el lado que dice "ocupado", esperando que la turbulencia y la adrenalina jueguen a nuestro favor.

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Este deseo, más que un fetiche, parece un mito: no es común escuchar a un amigo o conocido que haya hecho de las suyas por allá arriba. Y el que dice haberlo hecho es escuchado con algo de escepticismo. Sin embargo, lo que hay es gente osada y arrecha en este mundo. Por eso, desde hace un siglo, existe un término que reúne a los suertudos que han tenido sexo entre nubes: el Mile High Club.

El término fue acuñado en 1916, cuando Lawrence Sperry —el man que se inventó el piloto automático para los aviones y el fundador involuntario del club— estaba dándole clases de aviación a Dorothy Rice Sims, la esposa del artista Waldo Peirce. Cuando estaban volando sobre el pueblo de Babylon, ubicado en el estado de Nueva York, hubo un problema con el piloto automático de Sperry y la avioneta se desplomó en una laguna. Al rescatarlos, los dos estaban en bola. Por más que Sperry dijera que el accidente les había rasgado las vestiduras, nadie se comió el cuento: para la sociedad general, ambos estaban disfrutando del adulterio por lo alto.

De ahí nació el término Mile High Club, que se refiere a las personas que tiran una milla por encima de la tierra. Y sí, aunque esta membresía tiene un gran componente simbólico, desde hace unas cuantas décadas unos tipos decidieron crear la página oficial del club.

Según me cuenta Phil Kessler, un señor de 70 años que administra el MHC desde 1984, "la idea de oficializar el club la tuvo un oficial de la Fuerza Aérea Estadounidense que se dio cuenta que nadie había comercializado este término". Aparentemente, a los pilotos de las fuerzas aéreas les encanta el concepto, así que "decidió montar la página, la manejó por unos años y luego decidió cederle la administración a dos amigos y a mí", me explica Kessler desde San Diego, California.

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Los interesados en hacer parte del club pueden enviar sus historias eróticas a través de la página, donde Phil es el encargado de curarlas y decidir si sus protagonistas son merecedores de la membresía. Si pasa el filtro, aparecerá en la sección de "historias del Mile High Club".

"No sabemos cuántos miembros hay", dice tajantemente, "a lo largo de todos estos años, ha habido millones de miembros calificados y nosotros no llevamos la cuenta". Y eso que hay muchas historias que son descartadas porque, como me cuenta, "se sienten totalmente fabricadas".

Aunque trabaja en una compañía de marketing y hace coaching para empresarios, no hay nada que divierta tanto a Kessler como administrar el Mile High Club. "Siempre me ha interesado leer este tipo de historias y ver cómo se emociona la gente con esta página web y los productos que vendemos ahí". Sí: tienen una tienda virtual donde venden los diplomas que te certifican oficialmente como un arrecho transnacional.

"Mi historia favorita es la de unos médicos suecos que estaban volando a África para ayudar a una comunidad", me cuenta Phil. "Tuvieron sexo en el vuelo, se volvieron miembros y ahora están casados".

Aunque aquí no solo se van a topar con polvos de una noche, sí se van a encontrar con historias como esta: "Tengo 32 años y considero que soy bonita. Siempre había creído que mi esposo era un buen amante, pero ahora me doy cuenta de que nunca me satisfizo apropiadamente. Estaba regresando con mi familia del Caribe. Ellos quedaron sentados al otro lado del pasillo y yo quedé sola en mi propia esquina.

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"Al lado mío se sentó Gary, un hombre en sus 20 que no era nada excepcional, pero que tenía una linda sonrisa. Nos presentamos y me dijo que su novia estaba con él pero que no habían podido quedar juntos. Todo transcurrió normal y hacia las 11:00 p.m. apagaron las luces. Me quedé dormida y luego de un tiempo me desperté y me di cuenta de que tenía la cabeza recostada en el hombro de Gary. Pero también me di cuenta de que una de mis manos estaba recostada en su entrepierna, la cual estaba cubierta por la cobija.

"De la nada, me sentí débil y empecé a acariciar el bulto en su pantaloneta. A medida que lo acariciaba, su pene empezó a crecer, pero él seguía dormido. Cuando menos me lo esperaba, él ya estaba despierto. Me hice la dormida nuevamente, pero él ya se había dado cuenta. Me cogió la mano y seguimos tocándonos lentamente.

"Nos desabotonamos suavemente y sentí su pene completamente. Nunca había estado tan excitada en mi vida. Lo hicimos todo en silencio y tuvimos sexo sin despertar a ningún pasajero. Toda la escena duró como una hora y tuve el orgasmo más fuerte y potente de mi vida. Cuando acabamos no volvimos a hablar en todo el vuelo. Mi esposo no se dio por enterado y no le he contado esto a nadie".

Hay miles de anécdotas que se remontan hasta mediados de los noventa. Unas más eróticas, otras más románticas, pero todas inyectadas con ese sentimiento de "me van a pillar… qué delicia". Además, según la página del MHC, la reducción de oxígeno que se da cuando se está volando, sumada a la presión atmosférica, puede generar hipoxia, algo que para muchos potencia el orgasmo.

Luego de llevar más de 30 años leyendo al respecto, "lo único que les recomiendo es que tomen algo de trago, no hagan ruido y no molesten a los otros pasajeros o sino van a tener problemas", concluye Phil.

Si la lujuria se apodera de usted durante el vuelo, tenga cuidado porque en determinados casos puede ser sancionado fuertemente. Lo mejor que puede hacer es comer callado o sino quédese sentadito viendo por la ventana.

Si usted es de los que sucumbió ante la tentación y está interesado en hacer parte de este club, mande su historia bien detalladita y en inglés por acá.