Del tributo a la interpretación: La epopeya de The Crystal Ship Band
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Música

Del tributo a la interpretación: La epopeya de The Crystal Ship Band

Llevan más de una década interpretando temas del mítico cuarteto angelino, pero Roberto Eslava, vocalista de The Crystal Ship Band, lo tiene claro: “Nunca vamos a ser The Doors”.

Después de una decena de canciones, Roberto se avienta al público. El concierto está en su clímax y los asistentes responden al atrevido acto del vocalista alzando sus manos para recibirlo y luego paseándolo por todo el lugar hasta dejarlo de nuevo en el escenario. Roberto agradece y el público estalla en aplausos.

Entonces empieza otra canción. Por el ánimo y la buena convocatoria, parece que es viernes o sábado por la noche, pero es domingo y apenas van a dar las 7 pm.

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Arriba del escenario Roberto sabe que, a pesar de que lo que canta no son sus composiciones, la que se escucha es su voz. Tampoco imita o exagera movimientos. Está consciente de que su papel es más de transmisor que de actor. Y Mahatma (guitarra), Miguel (batería), Juan (bajo) y César (teclados), el resto de la banda, también saben su rol respecto a lo que suena.

¿Y qué suena? The Doors. Pero solo Jim Morrison, Ray Manzarek, John Densmore y Robby Krieger fueron, son y serán The Doors. Por eso Roberto y compañía, los responsables de revivir al Rey Lagarto esta tarde, tienen claro que lo que hacen es un homenaje. Y lo vienen haciendo desde el 2005.

Una amplia trayectoria —más de una década— al ritmo de "Roadhouse Blues", donde destaca el haber ido a tocar a Alemania y Cuba; volverse "grupo de casa" en foros como en el que estamos, el Multiforo Alicia; y compartir escenario con Ty Dennis, baterista de The Doors Revival.

Pero Roberto y compañía afirman que mantienen su individualidad, que son una banda con esencia propia: The Crystal Ship Band.

Del tributo a la interpretación

Roberto Eslava dice sobre lo que siente al momento de cantar: “Una invitación a sobrepasar ciertos límites que en la vida cotidiana no estarías dispuesto a hacer”.

Este lunes se encuentra en la cafetería del Centro Cultural del Bosque porque su trabajo se lo demanda: desde 2009 es director y dramaturgo de la iniciativa Traslapo Teatro y esta tarde tendrá una función: “En el caso del teatro, dirijo más que actuar. Ya no me interesa actuar simplemente por actuar, sino que sean proyectos que me llamen la atención. Como vocalista es una labor semejante a la actuación; sin embargo, no estoy representando a un personaje. Mi idea de abordar a un personaje tiene que ver con cómo abordo el asunto de cantar. Más que estar en una máscara, estás en un vehículo en el cual te colocas en una cierta situación de riesgo y fragilidad frente a la gente, y eso finalmente te permite encontrar cosas que te sorprenden de ti mismo”.

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El 18 de julio de 1992 ocurrió la primera gran sorpresa del también conductor en Código CDMX, (radio por Internet de la Secretaría de Cultura de la CDMX): con 14 años acudió al Auditorio Nacional para presenciar la primera visita de la banda inglesa Marillion. “En el momento de ver a Steve Hogarth, su vocalista, me dije 'Es lo que quiero hacer'. Durante muchos años Steve fue mi modelo a seguir. Hace algunos años tuve la oportunidad de conocerlo y platicar con él, y fue muy curioso porque le dije: 'Por ti es que me decidí a cantar', y él me dijo: 'A mí me pasó algo semejante con Ian Gillan [Deep Purple] y también tuve la oportunidad de decírselo, es como cerrar un ciclo'. A partir de eso siempre tuve la inquietud de tener una banda”.

Un año después, a los 15, Roberto formalizó su primer grupo musical. Así empezó una trayectoria sobre escenarios que incluyó bandas de cochera —una de sus primeras agrupaciones fue junto con su tío Miguel Caldera y su primo César Garduño, actualmente parte de The Crystal Ship— y grupos de death metal, hasta que decidió entrar a una banda de tributos para generar dinero: “Tocábamos en un lugar fijo pero era muy complicado, porque generalmente los bares tienen esta idea de que lo último que importa es el grupo; que cuando eres un grupo de covers, eres la rockola de la gente que va a tomar, a platicar, a una serie de cosas, menos a escuchar a la banda”.

El grupo tenía en su repertorio un par de canciones de The Doors: las que Eslava más disfrutaba debido a la similitud en la tesitura vocal y la rebeldía que estos temas proyectaban.

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Tras invitar a su primo César a los teclados para ampliar los alcances sonoros del ensamble, la idea de hacer un concierto-homenaje dedicado al cuarteto de Los Ángeles cobró fuerza hasta volverse realidad: “El guitarrista de aquel momento tenía una escuela de música con un pequeño escenario: ahí lo organizamos. Invitamos a unos cuantos amigos y sacamos un repertorio muy reducido, de 13 canciones. El experimento salió bien. Nos sentimos bien saliendo de la dinámica de grupo de bar. Al no ser de peticiones, tuvimos que planear un concierto, los puntos climáticos, el desenlace. Eso nos fascinó. Esa libertad de decir 'Es un concierto de homenaje a The Doors' y que la gente que fue tenía esa idea, de escuchar a The Doors”.

Así surgió The Crystal Ship Band, en el escenario de una escuela de música en la Delegación Tlalpan, al sur de la capital mexicana.

“Conforme fue evolucionando el proyecto, comenzamos a sentir más responsabilidad con la gente. Al dejar de ser un grupo de covers, que lo digo con todo respeto a estos grupos porque hay unos que se lo toman muy en serio, no podría decir que es la generalidad, pero cuando asumes el hecho de tocar un solo repertorio y volverte un grupo de concierto, comienza a haber una mayor responsabilidad con la gente. No es lo mismo que estés en un bar con gente que de repente reacciona o te llega a aplaudir, que estar en un escenario frente a miles de personas que te están viendo y están conectadas con tu música, aunque no seas el compositor”.

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La casa que guarda tesoros

Un parche de tarola firmado por Ty Dennis cuelga en la pared. Hay que subir unas escaleras y ver este objeto para llegar al espacio de ensayo de The Crystal Ship Band.

Está dentro de una casa ubicada a 15 minutos del metro Ciudad Azteca. Aquí se reúnen desde hace años Roberto, César, Mahatma, Juan y Miguel para darle forma a sus interpretaciones de The Doors. “Ya estamos construyendo un cuarto de ensayo arriba”, dice Roberto. El espacio actual es reducido: están literalmente en el pasillo del primer piso, entre cuadros, sillones y el barandal.

Es sábado, han pasado pocos minutos después de las 3 de la tarde y cada quien está tras su instrumento. El objetivo de hoy es sacar un par de canciones nuevas. Empiezan a sonar los amplificadores pero de pronto alguien pide silencio: cualquier error de inmediato trae consigo un “shhhhh, a ver, toca esa parte otra vez”. Para detallar las armonías usan un iPod que reproduce los temas del cuarteto angelino en su versión de estudio. Todos escuchan, dan con la parte que quieren definir, la escuchan de nuevo, dos veces más, luego discuten sobre qué tecla cambiar para llegar al sonido exacto y vuelven a tocar para probar.

El ensayo es minucioso: si algo caracteriza a The Crystal Ship Band es que privilegia la ejecución sobre la parafernalia.

TCS ensayando

Pasan una hora detallando el teclado de una canción, luego tocan otra nueva que sale más rápido. Al final repasan parte del set que darán en el próximo show. “Preparamos los conciertos para que los fans siempre vean algo nuevo”, dice César terminando el ensayo.

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A las 5 de la tarde, ya en la sala de la vivienda y sin el estruendo de los instrumentos, César revela sus expectativas a futuro: “No quitar el dedo del renglón; seguirnos esforzando; poner tiempo, dinero y esfuerzo en continuar con el proyecto. El no pretender ganar dinero aunque sería padrísimo; pero no lo hacemos por dinero, lo hacemos por esa pasión que tenemos por el proyecto. En todo este tiempo hemos dado mucho, hemos invertido mucho, y el resultado es toda la gente que nos sigue”.

Luego interviene Miguel para contar que también tienen la invitación para ir a Estados Unidos y poder palomear con Robby Krieger, pero la negativa de visas para varios integrantes ha imposibilitado este suceso.

“Estamos trabajando para que se pueda dar. La relación con Ty continúa, que a través de esa relación pueda estar Robby con nosotros”, complementa Roberto.

Mientras tanto el quinteto se mantiene constante. Quieren volverse autosustentables. Quieren salir a otras ciudades y volver a pisar otro país. Y también quieren The Crystal Ship and Friends, un espectáculo invitando a sus amigos “del rock mexicano” al escenario.

Nunca vamos a ser The Doors

En la cafetería, Roberto confiesa que discernir entre la interpretación y el tributo es un aspecto que ha beneficiado a The Crystal Ship Band. “A nosotros mucha banda nos ha dicho ‘Muchas cosas que ustedes hacen no las hacían los Doors’, y pues claro que no porque nosotros no somos The Doors; asumimos que no hay la intención de 'me voy a convertir en', que luego es el objetivo de muchos grupos de tributo: entre más parecido estoy… Nunca nos ha pasado, lo tenemos muy claro. Retomamos su música como lo haría con la música clásica una orquesta sinfónica; cuando tocan a Mozart no se disfrazan a la usanza de Mozart. A veces, cuando la gente escucha tributos, probablemente va esperando un disfraz. Y hemos visto que muchos grupos se preocupan por eso y dejan la música de lado. Con nosotros es al revés”.

Parche de tarola firmado por Ty Dennis

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Precisamente esta honestidad creativa les favoreció para tocar con Ty Dennis, pues el reconocido baterista los contactó después de investigar a varias bandas. “Dijo: 'Quiero tocar con ustedes porque no están clavados en imitar a The Doors'. Eso lo apreciaba Ray (Manzarek), le molestaban las bandas que imitaban a Jim. Les decía: 'Clávate en la música pero no trates de imitar'. Ty también nos contó una anécdota muy curiosa: el primer cantante de esta banda que hicieron, Ian Astbury, tenía un parecido sorprendente con Jim. Pero la anécdota es que Ray una vez llamo a Ian y le dijo: 'Ian, no eres Jim, deja de pretender que eres Jim, tu eres tú, canta y tu personalidad tienes que ser tú'. Esa fue la anécdota y supongo que una de las razones por las que Ian salió de la banda”, recuerda Roberto.

Participar en el Festival Feast Of Friends —evento realizado anualmente en la ciudad de Magdeburgo, Alemania que reúne bandas tributo a The Doors de diversas latitudes— fue otra gran experiencia. “Vimos la página web y pensamos 'Estaría muy bien tocar ahí'. Eso fue primero. Dos años después (2009) ellos nos contactaron: nos pidieron material, les gustó la manera en que lo estábamos haciendo y nos invitaron. Evidentemente allá te ponen todo, pero tú tienes que pagar el viaje. Es un festival al que fundamentalmente van grupos europeos, entonces en aquel momento tuvimos la oportunidad de alternar con el que se supone es el mejor tributo de Europa: The Doors in Concert (de Inglaterra). No había otro tributo americano más que nosotros; entonces fue una convivencia interesante porque, a pesar de que estás tocando la misma música, no sientes un ambiente de convivencia malsana. Nos sorprendió que… uno tiene esta idea de que el público alemán es frío, pero fue muy curioso porque en el momento en que nosotros subimos al escenario el público fue muy efusivo, muy cálido. La segunda vez que nos invitaron (2013) fue porque había gente esperándonos, recordando la primera presentación. Eso nos comentó el organizador”.

Póster del primer evento de TCS en el Multiforo Alicia

Pero Eslava hace mayor hincapié en que su "barco de cristal" ha llegado a foros o festivales no enfocados per se en grupos de homenaje o tributo. Un ejemplo es el Multiforo Alicia, donde primero hablaron con Nacho (gestor del lugar) y se mostró dudoso ante la propuesta, pero les concedió una fecha. Después de verlos sobre el escenario —que compartieron con el poeta José Vicente Anaya, traductor de los poemas de Morrison en México—, les abrió para siempre las puertas del lugar.

“Para nosotros es importante romper esos esquemas de 'Son imitadores, no son buenos músicos porque se conforman la música de alguien más'. Más allá de decir ‘bandas de tributo, bandas original’, creo que hay buenos y malos músicos. Hay una cantidad equis de bandas originales que de original tienen lo mismo que la tesis de Peña Nieto. Es difícil que haya algo nuevo, siempre tienes referencias, es difícil innovar completamente. También está esa cuestión de 'Las bandas de tributo le quitan espacio a las bandas de música original', pero creo que más bien tendría que haber más espacios para todos. Más espacios para música original, más espacios para que las nuevas generaciones conozcan esta música en vivo que, curiosamente, es un puente para adentrarse a la música original”, dice Roberto.

Y antes de incorporarse y fijar su rumbo hacia una sala de teatro, reafirma: “Nunca vamos a ser The Doors”.

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