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El numero del postre y el cigarrito

Tensiòn

Historias para largos recorridos.

Munster Records acaba de poner en circulación Tensiòn: Spanish Experimental Underground 1980-1985, un álbum que recopila 18 cortes de bandas estatales que eran poco conocidas en el período que el disco abarca y aún menos lo son ahora, una inopia generalizada que es pertinente subsanar. Grupos muy distintos entre sí pero con un denominador común, el de ir a contrapelo de las corrientes mayoritarias; entre ellos New Buildings, Claustrofobia, Depósito Dental, II Época del Hombre o 429 Engaños. Si no sabes quiénes son, ahora tienes la oportunidad. Nos pusimos en contacto con cinco de sus protagonistas para que nos dieran sus opiniones, y luego ensamblamos con ellas este recortapega de declaraciones. Con vosotros, Tres (Klamm, La T), Markus Breuss (Clónicos), Servando Carballar (Iniciados, Aviador Dro), Javier Hernando (Xeerox) y Julián Sanz (La Fundación, Mar Otra Vez), éste último también impulsor del álbum. Julián Sanz: Una comunidad no creo que hubiera. Escena, matizando la palabra, creo que sí. Una escena de gente que coincidía en el tiempo y en las intenciones de hacer algo nuevo, abrir caminos, incluso inventarlos, o al menos transitar por unos que no estuvieran tan trillados. En un 99% los grupos eran de bajo, guitarra, batería y "algo más", un hecho diferenciador, algo suyo, su invento. Cada cual tenía su rollo.
Servando Carballar: En la escena, digamos, pop, no éramos muchos, pero había cierta interacción. En la escena experimental la gente era más aislada. Cada uno se consideraba un poco un caso aparte y no había ese espíritu de participación o de hacer algo con los demás. En ese sentido, no creo que hubiera una escena colectiva. Nuestro impulso no era experimentar por experimentar. Nos gustaba lo que salía en Ralph Records, los Residents, Tuxedomoon, y queríamos hacer algo parecido. Ése era el impulso, ver algo que considerabas brillante y querer participar.
Tres: Yo había estado colaborando con Die Haut en Berlín, algo bastante anecdótico. Me uní a ellos en sus ensayos durante un par de meses y no llegamos a tocar juntos en directo. Regresar a España fue un choque, pero presentar el disco de Klamm en [la sala] Metro fue una gran experiencia. Eso me animó a seguir con ellos. Esa "comunidad underground" no la viví demasiado, si es que existía. Había amistad con algunas de las bandas, pero yo personalmente no conocía a más de tres o cuatro en Barcelona.
Javier Hernando: Nosotros no nos planteamos nunca cortar o no cortar con el pasado, ni yo consideraba a Xeerox un grupo de vanguardia. De no haber existido el punk, yo jamás habría pensado que podría hacer música… Alguna vez nos catalogaron como grupo de garaje, no en una onda 60's sino entendiendo como tales a Chrome y Pere Ubu. Con el tiempo ves que, en Barcelona, grupos como Xeerox, Tendre Tembles o Suck Electronic éramos underground porque ni siquiera estábamos documentados a nivel musical.
Markus Breuss: Supongo que sí había una escena underground, pero muy dispersa. Había grupos con una intención consciente de experimentar. El factor sorpresa era importante, y a mí, con Clónicos, no me interesaba repetir viejas fórmulas. Algunos Clónicos colaboramos también con la Movida "oficial": Derribos Arias, Inquilinos del 5º, Esclarecidos, los Coyotes…

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El Caballero T, del grupo Klamm, alrededor de 1980.

T: Creo que Madrid, debido al éxito comercial y mediático de la "Movida" (qué horror de nombre) se convirtió en el referente nacional de esa época. Barcelona no tenía nada que ver con eso y quedó ignorada. A mí, personalmente, los grupos bandera de la Movida no me interesaban demasiado.
JH: Yo no me sentía en contra de la Movida, para nada. Ni a favor ni en contra, es algo que ni me planteo. Y por lo que sé de algunos grupos que participan [en Tensiòn], tampoco lo creo.
SC: Madrid era como decían, la ciudad más divertida del mundo. Lo sabíamos aquellos que teníamos la fortuna de visitar Londres o Nueva York. Madrid era insomne, impenitente y probablemente más transgresora, porque aquí no se había hecho nunca nada parecido. Esa libertad recién adquirida se gestionaba con verdadera pasión. La gente consumía radio, prensa musical, y estaba ávida de que Madrid pudiese de alguna forma ponerse a la altura de Nueva York, Berlín o San Francisco.
JH: A nosotros, antes que Londres o Nueva York, nos influyeron muchísimo San Francisco y París. Escuchábamos a los grupos que comentaba antes, y de París nos gustaban Metal Urbain, entre otros. Eran dos escenas que nos motivaban. Más tarde sería la de Düsseldorf, los primeros grupos de la nueva ola alemana, pero San Francisco, sobre todo, muchísimo.
JS: Supongo que por ser del segundo mundo nos fijábamos en las capitales del primero. La fascinación nos venía por ahí, y en eso coincidíamos con el mainstream. Consumíamos las vanguardias de esas tres o cuatro capitales, aunque afortunadamente empieza también en esta clase de músicas una apertura hacia cosas de otros países.

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Foto promocional de 429 Engaños

MB: ¿Problemas tocando en directo? Los grupos musicales raros, raros como los diamantes, nunca lo han tenido fácil. Los músicos y el público disfrutaban, no había aburrimiento. Encontrar bolos dignamente pagados ya era otra cosa, y de la distribución y difusión de este tipo de músicas mejor ni hablar…
T: No puedo responder. La T era un proyecto de estudio y Klamm tocamos poquísimo en directo. No teníamos mánager y no había nadie entre nosotros con vocación suficiente para
mover el grupo.
JS: La precariedad era absoluta. La mayoría de los grupos éramos, como buena parte de la población, tirando a pobres. No éramos pijos de la nueva ola, dicho sin insultar a nadie. Las nuestras eran las típicas vicisitudes de un grupo de rock sumadas a la incomprensión hacia propuestas más arriesgadas. A las dificultades de estar en un escenario de un país en vías de desarrollo, pues uno que se lleva un yunque, otro al que le da por empapelar [la sala] Rockola… Lo del Do It Yourself era brutalmente cierto.
MB: En algunas performances decidíamos improvisar con elementos teatrales: televisores distorsionados, un gaitero debajo de una sábana que tocaba cada vez que la levantábamos,
maniquíes prestados de El Corte Inglés con altavoces en la boca, circulando con una moto por el escenario, tocando bajo el Viaducto procesando los ruidos del puente y del entorno…
SC: [Los Iniciados] No llegamos a tocar mucho, y sólo en Madrid. Nos lo planteábamos como un happening. Participaba mucha gente, sucedían cosas, había elementos escénicos, teatrales… La música era un elemento más. Nos divertíamos mucho, pero era un esfuerzo de coordinación bastante grande. Cada una de ellas era irrepetible.
JH: El mayor problema era yo, que tenía un pánico escénico brutal. Estuvimos a punto de ser teloneros de Siouxsie & the Banshees, pero yo no tenía claro si lo que hacíamos en el
local de ensayo, meramente improvisando, sería trasladable a un escenario. Tampoco me situaba yo con el público de Siouxsie… No sé qué habría pasado.

Póster promocional de New Buildings

JS: No es que [a partir del 86] hubiera una disolución, pero sí una cierta disipación. La gente empezó a repartirse en otras cosas. La atención se dirige en parte a la escena mainstream, y los inventos, los hallazgos, los riesgos, los heredan otros grupos que vienen después.
SC: Yo no percibí nada. Más bien diría que, a partir del 82 u 83, el pop nacional ya estaba establecido, con las compañías sacando discos de éxito de gente como Gabinete, Loquillo y Alaska. Una vez establecida esa escena básica, la escena experimental empezó a conservar sólo la relevancia que pudieran tener grupos que habían conectado con el extranjero, como Esplendor Geométrico. Creo que nunca hubo voluntad de crear un movimiento experimental, sino de hacer obras que en aquel momento tenían sentido para alguna gente. Luego, unos y otros evolucionaron, o cambiaron, o pasaron a otras historias.
JH: Si se habla de que [la energía] se empieza a disipar, se habla de un concepto parecido al de la Movida, y a los grupos de Barcelona no se les puede incluir en la misma evoluciónque los de Madrid, que está claro que arranca en el 80 y en el 85 llega a un punto de banalización total.
T: La influencia del punk, los sintetizadores y cierta simplicidad conceptual, junto con la libertad para experimentar, hicieron de esos años algo muy especial. Cualquiera podía comprarse un multipistas de cassette y un Korg MS20 y empezar a hacer música que sonaba nueva. En cierto modo, sí hubo una especie de punto final hacia el 86. Nada dura para siempre.
MB: Ahora me doy cuenta de que esos años fueron un globo sobreinflado, sobre todo económicamente, pero yo llegué en 1982 a Madrid desde Suiza, sin hablar castellano aunque con mucha energía, y a los dos meses ya estaba teloneando al Art Ensemble of Chicago. Ahora tengo más experiencia, pero, sí, estaba feliz en aquella época.
JH: Lo que está ocurriendo últimamente de ir a los archivos de absolutamente todo tiene varias traducciones. La primera, que la gente se retrotrae en el tiempo porque hay cosas que nunca les han llegado y les resultan muy golosas, pero tampoco conviene mitificar.
JS: Yo siempre miro hacia delante, madurando, creciendo. Con este trabajo de recopilación me he puesto en una posición aséptica, de cirujano. No siento nostalgia ni quiero magnificar nada, pero la música es revisable y debemos tener interés por conocerla, desde los albores de la humanidad hasta ahora mismo. Y eso incluye las vanguardias musicales de la escena del rock en España de la primera mitad de los 80.