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En el albergue de Mamá Rosa 'teníamos todo excepto libertad'

Casi 600 personas vivían en condiciones deplorables en el albergue La Gran Familia, que ahora se encuentra bajo investigación.

Las autoridades mexicanas dejaron en libertad a Rosa María del Carme Verduzco, quien llevaba el albergue La Gran Familia, en Zamora, Michoacán, cerca de la frontera con Jalisco, después de que oficiales federales hicieron una redada en sus instalaciones y descubrieron que estaban en condiciones deplorables. Mientras, han comenzado a surgir alegatos de abuso sexual y demás horrores entre los 600 niños y adultos que vivían en el lugar.

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Mamá Rosa, como también se le conoce a la directora del albergue, una figura muy respetada en el estado de Michoacán, quedó en libertad el domingo sin ningún cargo en su contra y fue trasladada a un hospital de Guadalajara para recibir cuidados médicos por una afección cardiaca.

Seis empleados del albergue de La Gran Familia que fueron detenidos después de la redada el día 15 de julio siguen bajo custodia gracias a que el lunes pasado algunos testigos los acusaron de abuso sexual, maltrato y de retenerlos contra su voluntad en condiciones deplorables. Otros dos empleados ya están en libertad.

Mamá Rosa se mantuvo estable el fin de semana. Durante esos días recibió visitas de personas que la aprecian en el hospital y le dijo al periódico El Universal que esperaba recuperar su albergue y que pueda seguir funcionando.

A pesar de que los investigadores aseguraron la semana pasada que la casa hogar La Gran Familia era un foco de delincuencia y el abuso, las relaciones que Verduzco formó por décadas en México han dado como resultado un gran apoyo por parte de figuras prominentes, entre las que destacan la escritora Elena Poniatowska hasta el ex presidente de México Vicente Fox. El domingo, Fox anunció que ofrecía todo su apoyo para ayudar a reabrir el albergue La Gran Familia.

Durante los días después de la redada, cientos simpatizantes de “Mamá Rosa” se han manifestado a favor de su liberación y en apoyo al albergue mientras que otros, lo que vieron el sufrimiento dentro de ese lugar, se han unido en su contra. Como señal de las consecuencias políticas que han surgido a partir de este caso, las figuras líderes que han salido en defensa de Mamá Rosa son principalmente miembros del PAN.

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Los dormitorios en La Gran Familia no tienen camas, sólo tienen marcos metálicos destartalados. Fotos tomadas por Andrés Garcés.

“Era como un infierno”

Lo que no se puede cuestionar son las condiciones deplorables e insalubres que descubrieron los agentes en las que se encontraban las instalaciones de La Gran Familia, y que testimonian algunos de los reclusos en el lugar, donde se encontraban retenidos 278 niños, 154 niñas, 109 hombres y 50 mujeres y seis bebés.

José Gómez, de 14 años de edad, vivía en el albergue con otros nueve hermanos. Con respecto a Mamá Rosa” José dijo que debería “pagar por lo que hizo”.

“Golpizas, más que nada”, dijo Gómez. “Solían golpearme, a veces me encerraban sin darme de comer y no me dejaban salir hasta que ella les decía que lo hicieran”.

Y aún así, “la apoyamos”, continuó. “Si no fuera por ella, justo ahora mis hermanos y yo estaríamos por ahí, no sé, muertos, secuestrados o drogándonos. Este era como nuestro hogar. Teníamos todo excepto libertad”.

Una víctima que solía vivir en el albergue, un chico de 20 años que se negó a revelar su nombre, declaró que vivió en La Gran Familia por “cuatro años, cuatro meses y dos días”. Dijo que escapó después de ese tiempo.

“Cuando estaba dentro, todo era como un infierno: la comida, los cuartos, el trato que recibíamos”, dijo el chico. “Era un situación mala y desagradable”.

Los familiares de las víctimas que vivían dentro del albergue esperan su turno para hacerse una prueba de identificación por ADN para poder recuperar a sus seres queridos.

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VICE NEWS entrevistó a otras personas que se encontraban fuera del albergue, familiares que esperaban información sobre sus hijos, hermanos o nietos. Estas personas afirmaron que una vez que sus seres queridos entraron a la casa de Mamá Rosa, la comunicación era muy poco frecuente.

“Vine a ver a mi hijo en abril y me corrieron de una manera muy fea. No me permitieron verlo ni dale dinero. No le avisaron que había ido a visitarlo y cada que llamaba no me dejaban hablar con él”, dijo Raquel Gallegos, quien llevó a su hijo al albergue como castigo.

“Lo inscribí para que estuviera ahí hasta que cumpliera 18 años pero no me dejaron sacarlo”, añadió. “Por fin me lo van a regresar ahora que tiene 20 años”.

Algunas madres aseguran que cuando lograron contactar a sus hijos se dieron cuenta que, al igual que otros que entraron, ya habían formado sus propias familias dentro del albergue.

“Tengo un hijo de 22 años. Entró al albergue desde hace seis o siete años” dijo Libia Magaña, quien pasó tres días fuera del albergue con la esperanza de poder entrar. “Definitivamente lo trataban muy mal. Metía alimentos a escondidas para que pudiera comer. Ya hasta hizo su vida ahí dentro. Tienen una hija, una bebé de seis meses.

Una niña baila en una puerta que da a uno de los dormitorios del albergue.

Dentro del albergue

Abrió sus puertas por primera vez en 1947. Por más de seis décadas, las familias de Michoacán y de los estados aledaños han dejado a sus hijos al cuidado de Rosa Verduzco con la esperanza de que ella les ofreciera una vida mejor o que los disuadiera del mal comportamiento. Ahí, Mamá Rosa prometía convertir a sus pupilos en “buenas personas”.

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Ella tenía mucha experiencia. Verduzco, quien quedó huérfana desde pequeña, comenzó a cuidar de los menores no deseados cuando era una adolescente. Con el tiempo, formalizó su trabajo y estableció el refugio al que llamó La Gran Familia en el mismo lugar en el que está hoy.

El gobierno autorizó el acceso de los medios al interior del refugio la semana pasada. Desde la calle, el hedor a excremento, orina y moho era penetrante.

El albergue tiene tres patios, que los ocupantes llaman primera, segunda y tercera “vida”. No queda claro por qué se les llama así a los patios, pero según los que viven ahí, cuando se permitía  la entrada a visitantes, sólo los dejaban entrar al primer patio. Del área de la cocina y el comedor emana un hedor insoportable, y se encontraron una pila de comida rancia y sobras que se habían acumulado por años.

En el patio llamado “segunda vida” había montañas de basura, juguetes y electrodomésticos rotos, libros, revistas y todo tipo de objetos que invadían el espacio designado para que los niños jugaran. Los cuartos alrededor estaban llenos de basura, por lo que era imposible entrar. Los cuartos de los inquilinos estaban en el segundo, tercer y cuarto piso.

Los cuartos estaban protegidos con barras de metal, que a veces estaban cerrados con candado, lo que indica que vivían en condiciones similares a las de una cárcel.

Aunque era evidente el estado deplorable de las instalaciones, algunos de los jóvenes que seguían dentro cuando hicimos la visita reconocieron que Verduzco era responsable de abusos múltiples, y que aún así estaban agradecidos con ella. En algunos casos, algunas de las chicas, aunque seguían siendo menores de edad, comentaron que habían tenido hijos mientras estaban dentro de La Gran Familia.

Karen Edith, una chica de 16 años de edad que tuvo un hijo con uno de los empleados del albergue, dijo que se había alojado en el albergue por cuatro años. Afirma que se siente agradecida con Mamá Rosa por brindarle ese refugio.

“Para bien o para mal, Mamá Rosita nos ha dado su apoyo”, dijo Edith mientras arrullaba a su hija de seis meses que tuvo con un hombre que ahora tiene 22 años. “Sí quería irme para ir a la escuela y a trabajar para poder ofrecerle una vida nueva a mi bebé pero Mamá Rosa dijo que no podía salir por que ya habíamos firmado un contrato hasta que cumpliéramos 18 y tenía que esperar”, finalizó.

En algunos casos, según los padres y los familiares de los inquilinos, Mamá Rosa les pedía dinero para dejar salir a sus hijos del albergue. Sin embargo, la mayoría de las familias eran de bajos recursos y no podían pagar los 50 mil pesos que les pedía.

De acuerdo a algunos reportes, el lunes pasado las autoridades siguieron trasladando a las personas que vivían en La Gran Familia a otros albergues del gobierno. Las autoridades dijeron que carecían de evidencia para mantener detenida a Rosa Verduzco y no quedó claro qué sería de las instalaciones del albergue en Zamora mientras continúe la investigación.