Historias de estafas en el extranjero

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Historias de estafas en el extranjero

Espero que alguna de estas anécdotas te sirva para que no te dejen sin dinero la próxima vez que estés perdido y vulnerable.

Claro, viajar puede ser muy divertido. Sin embargo, ser turista —tomarle foto a todo y preguntar cosas obvias— significa que eres vulnerable a los fraudes.

Hay cosas que no puedes evitar cuando estás en el extranjero, como gastar demasiado en suvenires o en taxis. Pero también existe la posibilidad de caer en fraudes mucho más elaborados. Hacer que una persona te entregue una suma considerable de dinero es difícil. Por eso, los mejores fraudes son absurdamente complejos, creativos y bien ejecutados.

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Como me fascinan este tipo de fraudes, platiqué con personas que han caído en ellos para saber cómo funcionan. Sus historias son intrigantes, tristes y, a veces, divertidas. Espero que alguna de estas anécdotas te sirva para que no te dejen sin dinero la próxima vez que estés perdido y vulnerable.

Sulty

Estaba de viaje por Europa y decidí quedarme un rato en París. Me metí a Craiglist para buscar departamentos en renta hasta que encontré una casa compartida que no se veía nada mal. Contacté a la chica que lo anunciaba, me reuní con ella y nos fuimos de fiesta juntos. Nos llevamos muy bien, me llevó a un mercado de pulgas parisino y sentí que me estaba enamorando.

Después de mensajearnos por una semana entera, acepté mudarme con ella y le hice una transferencia con el depósito y la renta de la primera semana. En total fueron como mil euros (21 mil pesos).


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En la fecha de la mudanza, llegué con todas mis cosas pero no la encontré. Me mandó un mensaje en el que decía que no iba a estar en casa pero que había dejado la llave en el lugar secreto y que entrara y me pusiera cómodo. Pero no había ninguna llave y después de un rato ya no me contestaba ni los mensajes ni las llamadas. Me esperé tres horas y al final toqué la puerta del vecino, quien me explicó que la chica se había ido a vivir a EU tres días antes y que los nuevos inquilinos ya se habían mudado.

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La fui a buscar a su trabajo pero nadie la conocía. Se inventó un nombre falso y todo. Descubrí que la cuenta a la que hice la transferencia estaba a nombre de su mamá y traté de localizarla pero no encontré nada. Terminé regresando a casa de mi tía y durmiendo en el sillón.

Jasper

Tenía 19 años y estaba muy verde. Me fui de viaje solo a Goa, India, y ahí conocí a un chico muy agradable. Salí con él varias veces por unos días y nos hicimos amigos. Dijo que trabajaba en una empresa textil y poco después me presentó a su jefe, quien me ofreció trabajo de inmediato.

Me pidieron que enviara un paquete de joyería a Australia, a un tipo que vivía en Sídney. Dijeron que las tarifas de importación de Australia eran muy altas pero que si yo —un australiano— mandaba joyería por correo, se consideraba parte de mi propiedad y no me cobraban impuestos. Se suponía que las joyas valían en total 10 mil dólares (188 mil pesos) y que me iba a tocar el 40 por ciento, es decir, 4 mil dólares (75 mil pesos).

Sonaba demasiado bien para ser cierto pero como no tenía teléfono, acceso a internet o alguien a quién preguntarle, terminé aceptando.

Envolví las joyas para que nadie metiera droga y aseguré el paquete por 10 mil dólares. Ya que lo mandé, dijeron que iban a cuidar de mí hasta que el paquete pasara por la aduana. Me hospedaron en un hotel, me dieron un tour, me dieron de comer, me emborracharon y pagaron prácticamente todo.

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Unos días después, recibí una llamada de la aduana de Bombay. Me preguntaron por qué quería enviar un paquete de joyas que valían alrededor de 10 mil dólares sin adjuntar un recibo. Entré en pánico y fingí que la línea telefónica estaba fallando. Poco después, el tipo gritó "Sabemos lo que planeas. ¡Estás tratando de exportar joyería de forma ilegal! Tienes 24 horas para ir a la aduana para probar que pagaste la tarifa de importación. Si no, vamos a poner tu pasaporte en la lista negra".


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Entré en pánico porque creí que me iban a meter a la cárcel. El "jefe" dijo que teníamos problemas pero que iban a apoyarme e insistió en que él tenía mucho más que perder que yo. Dijo que necesitaba que le hiciera una transferencia con todo el dinero que tenía para tener un recibo y que me lo iba a devolver después. Ahora suena estúpido pero en ese momento sonaba como mi salvación.

Solo tenía como 1,700 dólares (32 mil pesos) en mi cuenta bancaria, lo cual fue muy decepcionante, pero hice la transferencia de inmediato y prometí pedir más dinero cuando llegara a casa. En cuestión de cinco horas ya estaba en un avión de regreso a Sídney.

En casa, mi hermano buscó en Google lo que había pasado y me dijo que era una estafa ya muy conocida. Las joyas no valían nada y el agente de la aduana de Bombay era falso. Así de fácil me hicieron darles todo mi dinero y me mandaron de regreso a Australia.

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Ian

En septiembre del año pasado, me fui de viaje a Tokio por 10 días con unos amigos. En la segunda noche, recorrimos los callejones de Roppongi y conocimos a un hombre muy alegre que insistía mucho en llevarnos a un bar. Pasamos la noche rechazando su oferta pero al final dijimos ¿Qué es lo peor que podría pasar?

Nos guió con entusiasmo a dicho bar, donde había tres chicas esperándonos: era su harén. Rechazamos la oferta de las chicas y dijimos que solo nos íbamos a tomar una cerveza. Nos sirvió nuestras cervezas y nos empujó a una cabina.

Lo siguiente que recuerdo es haber despertado solo en el piso del bar, rodeado de chicas y apenas consciente. El tipo empezó a gritarme que le pagara por algo. Le pregunté dónde había un cajero automático y me acompañó a buscar uno. Cuando vi una salida de emergencia, corrí lo más rápido que pude.

Desperté en la mañana, otra vez tirado en el piso, pero esta vez era el piso de nuestro departamento. Mis amigos estaban ahí en las mismas condiciones que yo. Nos drogaron y vaciaron nuestras cuentas bancarias. En total perdimos 4 mil dólares (75 mil pesos) y una cámara que valía 5 mil dólares (94 mil pesos).

Lo más raro era que nuestras tarjetas seguían en nuestros bolsillos. Seguro el tipo tomó nuestras carteras mientras seguíamos inconscientes y las regresó a su lugar cuando terminó de sacar el dinero. Llamamos al banco para avisar que nos habían drogado y nos habían robado pero nos informaron que nuestras tarjetas se habían usado en varias transacciones en vez de solo una suma muy grande. Estos dos factores daban la impresión de que nos dejamos llevar en una noche de fiesta y por eso el banco nunca nos regresó nuestro dinero. Lo peor de todo es que nunca voy a saber qué pasó esa noche.

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Daniel

Hace poco, en Bombay, un inglés de origen indio se me acercó y me dijo que lo acababan de asaltar y que le robaron su pasaporte. Le creí porque tenía el rostro todo golpeado y le faltaba un diente. Dijo que podía hacer que su hermano le mandara 500 euros (10 mil pesos) por Western Union pero que la transacción tenía que ser a mi nombre porque también se llevaron su identificación.

Como el consulado inglés estaba cerrado por la celebración de independencia de India, era imposible ir a reportar y reemplazar su pasaporte. Platicamos un rato y acepté que su hermano hiciera una transferencia a mi cuenta y nos pusimos a buscar un Western Union que estuviera abierto. Ya era tarde cuando empezamos y estuvimos buscando cuatro horas pero nos detuvimos porque ya había anochecido. En India, si no tienes dinero ni pasaporte, eres muy vulnerable. Para ese punto, yo ya estaba muy preocupado por su seguridad.

El inglés decidió que su mejor opción era tomar un taxi a Delhi, donde vivía parte de su familia. Como estaba seguro de que había 500 libras más en mi cuenta, saqué 22 mil rupias (más o menos el equivalente) y se las di para que no tuviera problemas en el trayecto.

En ningún momento dudé de él porque se veía genuinamente alterado y había hecho una transferencia a mi cuenta. Pero cuando regresé al hotel, por si acaso, lo busqué en Google. Resulta que este tipo lleva años haciendo el mismo fraude.

Sigue a Nat en Twitter. No es un fraude, lo prometo.