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La seguridad en Río es tema de preocupación porque a pesar de los 85 mil agentes de seguridad que el gobierno brasileño desplegó por las calles, los actos de violencia no han parado. Hay tiroteos en las favelas, asaltos a los turistas y el domingo en la madrugada cuatro nadadores de Estados Unidos, entre ellos el medallista Ryan Lochte, fueron asaltados a punta de pistola cuando iban de regreso a la Villa Olímpica tras una fiesta. Por otra parte, el martes pasado un autobús lleno de periodistas internacionales fue atacado a pedradas, el saldo fueron dos personas con heridas leves.Mientras que las denuncias sobre los abusos de la policía y la inseguridad que se vive en la ciudad continúan, algunos de los habitantes afirman que los costos de las entradas para las competencias son muy altos e incosteables para ellos, y argumentan que no les alcanza para comer y asistir a las competiciones; es una o la otra.Aún queda una semana de los Juegos Olímpicos y eso significa que Río de Janeiro seguirá en los reflectores. Veremos correr de nuevo al hombre más rápido de la Tierra, Usain Bolt, y quizás la delegación mexicana nos sorprenda con otra medalla. Aunque sin duda el mejor escenario sería que se superara esta violencia para que las competencias deportivas ocuparan las primeras planas sean el centro de atención de estos Juegos Olímpicos.