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Luis Suárez, guache y todo, pero puede bajar un balón desde 35 metros de altura

Lo desquiciado no le quita lo crack. El balón iba a 100 kilómetros por hora.

El delantero uruguayo Luis Suárez protagonizó uno de los momentos más absurdos, desconcertantes y estremecedores de la historia de los mundiales de fútbol. En 2010, cuartos de final contra Ghana, el partido 1-1, último minuto del segundo tiempo extra, el Pistolero evita el gol de la derrota manoteando el balón en la puerta del arco. Lo echan. Asamoah Gyan patea y la estrella contra el palo. Luego Uruguay gana y pasa a semifinales. Y Suárez llora y se convierte en héroe por romper la regla más básica del fútbol: no coger el balón con las manos.

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Cuatro años después, en el siguiente Mundial, con una facilidad que solo él procesa, se convirtió en villano tras morder en pleno partido a un central italiano. Y se sobó los dientes, como si fuera la víctima ––como un niño de un jardín de párvulos––, y el árbitro no se percató de nada y lo dejó seguir jugando. Pero era el tercer mordisco de su carrera. El tercero: Luis Suárez está loco.

Es curioso, cuando menos, porque no es que tenga que rogar atención. No tiene que ser polémico para tener todas las miradas sobre él: es el mejor delantero del mundo en este momento. Una bestia imparable e impredecible.

A Luisito, el rockstar, todavía más atención le cayó encima hace un par de días, cuando salió a la luz un video viral que protagoniza.

Esta vez no muerde ni hace trampa ni sale con insultos racistas. Simplemente baja un balón. Pero no de cualquier forma: lo baja como si lo desinflara, como si lo que cayera sobre su pie no fuera una esfera que rebota sino un ladrillo. Un balón que le cae a 100 kilómetros por hora desde 35 metros de altura. Messi está a su lado. Lo mira, se ríe y tal vez piensa lo mismo que el resto: ¿qué putas?

En fin, véanlo, repítanlo e inténtenlo. Como cuando trataban de imitar a Ronaldinho en los videos de Joga Bonito.