¿Por qué la controversia detrás del documental de FACT Magazine?

Hace unas horas, el sello Cómeme, dirigido por Avril Ceballos y Matías Aguayo, realizó una (muy acertada) declaración en respuesta al documental The Rise of Mexican Culture, publicado hace unos días por FACT Magazine. En ella, se invita al diálogo y al entendimiento mutuo que libere a la exposición de la escena electrónica mexicana de cualquier tipo de elitismo. Como señalaron –y me sumo a dicha declaración–, este documental sólo se puede interpretar como irrespetuoso y dirigido en términos de eurocentrismo.

En el cuerpo de la entrevista que acompaña la entrega audiovisual, podemos encontrar una declaración de Man Power, sobre el sentimiento de unidad que hay en nuestro país. Esta declaración es completamente acertada. Por lo mismo, presentar un despertar colectivo va más allá de uno de los clubes más exclusivos de la ciudad. Uno que no necesariamente ofrece la experiencia sino que la invita, a aquellos que permite pasar, a vivirla. El elitismo en aquel espacio es tolerable de acuerdo a su conjunto de valores, intereses y propias economías. El monopolio en la exposición, cuyo elitismo se vuelve insostenible, es la cuestión realmente crítica con respecto a la publicación del medio inglés. No se puede presentar una porción como un todo a través de un título que parece buscar únicamente métricas favorables en la pantalla.

Como editora de

THUMP México

, entiendo de complicaciones al hablar y exponer entornos ajenos al nuestro, también entiendo que esto se trata de una comunidad en la cual me respaldo. Como agente involucrada en las noches de vela en la

CDMX

, estoy consciente del espacio y refugio que la escena electrónica representa y que no busca protagonismo sino,

como bien mencionó Discos Mono

, una correcta interpretación de lo que sucede en el panorama actual de la música electrónica en nuestro país. Estamos colaborando, no compitiendo. Como

medio de comunicación mexicano

, es frustrante encontrarse con plataformas de exposición internacional que nuevamente reducen el camino a validaciones turísticas que,

como se menciona en la declaración de Cómeme,

carecen de curiosidad e inclusividad. La oferta en las cloacas de la ciudad suele ser más interesante en el sentido de que brindan una experiencia más allá de la seguridad que brinda la exclusividad de un club. Somos una colectividad que va más allá del factor mariachi y sombrero; evitemos mentalidades colonialistas y nociones capitalistas de progreso. No necesitamos ser descubiertos, estamos a la par.

La vida nocturna en la ciudad se viene cocinando desde hace más de veinte años, existen leyendas vivientes que han construido espacios y momentos para el desarrollo de la misma. Contamos con personajes como Mijo y sus beats de procedencia dudosa que salen de la aprobación y buscan lo mejor de lo peor. O Siete Catorce, dedicado a estirar posibilidades dentro de la exploración musical. Ambas son muestras claras del éxodo de la zona de confort que va directo a la acción. Ese pensar se siente más mexicano. Podemos encontrar el mismo discurso pero trastornado de manera distinta con NAAFI, cuya exploración es más oscura y menos satírica. La solidez de esta colectividad también se construye a través de plataformas como ENSAMBLE, que desde hace un par de años vienen alimentando las noches de esta jungla de concreto. También existe TRAICIÓN, que brinda espacios seguros de exploración cultural acompañados de música y performances, una apuesta noble para la comunidad. DYN sabe de fiestas en la oscuridad hasta el amanecer, Spider Galaxy de intensidades nocturnas fuera de los focos de atención, Puro Ghetto de fiestas simultáneas en dos estados del país, los Viernes de Perreo te enseñan a bailar sin importar el sudor del otro. Project Sound y Born in Mexico son otros más que podemos agregar y esa es sólo la superficie, la realidad es que definitivamente existen más ofertas en la CDMX que constantemente construyen la escena de nuestra localidad.

Girando el radar hacia Monterrey, la otra zona abordada por el documental –y presentada a través de uno de los clubes más icónicos del país, TOPAZdeluxe–, podemos encontrar la misma falta de diversidad. En esa localidad también podemos encontrar Casa Morelos, cuya historia también es digna de relatarse al ser parte de las cifras de la violencia que vivió en el norte del país alrededor de 2010. Akbal Monterrey, Skizzo, ART y Club Viral son otros nombres que podemos agregar a la lista de venues disponibles a la construcción de nuestro interés. La única interpretación correcta en los siete minutos de documental es la noción centralista –de la que estamos tratando de salir- en el país que vivimos. No se trata de un sonido sino de un sentido y eso lo primero que se debe entender al hablar de la escena electrónica mexicana. El pie del cañon no permite el glamour; aquí nos gusta ensuciarnos las manos y eso es lo que se debe mostrar desde un principio.

La publicación del medio inglés provocó tanto memes como el alzamiento de varias voces que construyen esta pasión que llamamos escena. Así mismo evidenció la unidad que procuramos. Es sumamente necesario que este sentido de colectividad y unión comience a permear de costa a costa en este océano que es la música electrónica. Hagamos uso de nuestras herramientas en pro de una construcción social y cultural. Llevemos esto más allá de restricciones y paradigmas anticuados que no retan el status quo. Esta es una invitación abierta a todos aquellos que se quieran sumar a la misión.

¡Nos vemos en la pista!

Valeria Anzaldo, Editora en Jefe de THUMP México, el canal de cultura y música electrónica de VICE.

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