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Décadas | 1950-1970 | La Ruptura: inconformidad con el encierro ideológico nacionalista

Esta nueva era exigió la apertura de 'La Cortina de Nopal' en palabras de José Luis Cuevas.

Exordio:

La historia de México, al igual que la de otros países de Latinoamérica, se ha forjado a bandazos, y la del arte no es una excepción. ‘Décadas’ es una columna dedicada a congregar la trascendencia artística de México; partimos de 1950 con La Ruptura, hasta llegar a las propuestas contemporáneas que actualmente se exponen en galerías.

‘Décadas’ es una cuidadosa disección en periodos de 10 años, con la intención de situar los clavos que continúan sosteniendo nuestra historia en los muros del arte.

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Episodio 2 // La Ruptura: 1950-1970 

1949: Muere José Clemente Orozco y de alguna forma con él moría el Muralismo, o por lo menos la posibilidad de renovación de dicha corriente, ya que tras la Segunda Guerra Mundial y la toma de poder de Miguel Alemán Valdés, México sufrió una importante transformación: el país dejó de ser principalmente agrario para industrializarse. Situación que trae una cultura que responde al surgimiento de la metrópoli, poniendo en crisis el nacionalismo cultural para abrirle paso a la otra cara del discurso: La Modernidad.

Esta nueva era exigió la apertura de La Cortina de Nopal en palabras de José Luis Cuevas y nombre del artículo publicado en el suplemento cultural de Novedades: México en la Cultura. El escrito expresaba su inconformidad con el encierro ideológico nacionalista, la necesidad de nutrirse del arte universal y de incorporar valores cosmopolitas, abstractos y apolíticos en las obras de arte. Dichas características sirvieron de vínculo entre los artistas de la época conocida como La Ruptura, o de la Apertura (término dado por Vicente Rojo, artista involucrado en el movimiento). Ellos no volteaban a ver el pasado con nostalgia, sino que se veían situados en el presente y mirando hacia el futuro.

Detalle, PremoniciónLilia Carrillo. Acrilico sobre tela, 100 x 80 cm. 1970, ampliar

Manuel Felguérez, Lilia Carrillo, Fernando García Ponce, José Luis Cuevas, Pedro Coronel, Günther Gerzo, Carlos Mérida, Roger von Gunten, Vlady, Mathias Goeritz, Alberto Gironella, Vicente Rojo, Juan Soriano y Francisco Toledo. Son algunos de los nombres de los artistas involucrados en La Ruptura. Este movimiento no tuvo una inclinación estética en común, sus exploraciones iban desde el expresionismo, al cubismo o la abstracción lírica. Cada uno de ellos creó un estilo particular en sus pinturas, transformando el arte en México.

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La nueva pintura mexicana emergió fuera de la academia. Se manifestó como una asociación autónoma donde coexistieron nuevas propuestas que se presentaban en espacios independientes. Un ejemplo de esto fue la galería Prisse inaugurada en 1952. Alberto Gironella y Vlady son los nombres de algunos de los fundadores de este espacio alternativo que defendía un arte regido por sus propias reglas, desvinculado de los problemas sociales y morales, haciendo énfasis en los factores individuales como el mundo imaginario y los estados de ánimo.

Detalle, Palabras Sueltas, Lilia Carrillo. Óleo sobre papel en madera, 48 x 65 cm. 1968, ampliar

La Galería Prisse cerró al año de haber iniciado sus actividades, ya que no se constituyó como una galería comercial, sino como un centro de reunión. Antes de la apertura de este espacio solo existía una galería privada: Arte Mexicano, fundada por Inés Amor en 1935. Hecho que habla de un casi inexistente mercado del arte. Situación que estaba a punto de cambiar.

En 1954 tres galerías abrieron sus puertas: La Proteo, la Havre y la Tussó, todas ellas situadas en la entonces incipiente Zona Rosa. La galería Proteo fue la que tuvo mayor actividad ya que no discriminaba ninguna corriente artística, propiciaba exposiciones de arte europeo y norteamericano e impulsaba a jóvenes artistas. Este espacio buscó mantenerse “al día”

Torres de Satélite en Ciudad SatéliteNaucalpan, Estado de México, diseñadas por Mathías Goeritz, en colaboración con Luis Barragán

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A partir de 1955 varios artistas de La Proteo empezaron a internacionalizarse. En esa época la guerra fría entre los Estados unidos y la Unión Soviética causó una reestructuración en los programas culturales de dichas naciones, sus lazos con Latinoamérica se ampliaron y con ello la pintura abstracta lírica se vio favorecida como resultado de dos factores: el expresionismo abstracto norteamericano y su enfatización en el individualismo, propiciando un arte social político ecuánime. Esto no le contrarresta valor estético al abstraccionismo lírico, sino que sirve de ejemplo para vislumbrar una parte del complejo engranaje que conforma el mercado del arte. Con el término de la Segunda Guerra Mundial y la Guerra Civil Española, México tuvo una gran emigración de intelectuales y artistas. Uno de ellos fue Mathias Goeritz, el cual al poco tiempo de su llegada comenzó a cimentar el Museo Experimental El Eco. Esta estructura es la puesta en práctica de su manifiesto Arquitectura Emocional, en el que Goeritz se contrapone al funcionalismo. Los diseños de sus espacios posibilitaron la escultura, arquitectura, danza y música, articulándose para producir una obra de arte dinámica y abierta. Los artistas pudieron hacer diversos usos de los espacios incluyendo los happenings de finales de los cincuenta y el concepto de la obra abierta que culminó durante los sesenta.

De la mano del arquitecto Luis Barragán, Goeritz comenzó a construir otra obra sobresaliente: Las Cinco Torres. Colosales columnas a las afueras de la ciudad de México y asimiladas como monumento simbólico del México Moderno.

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Para las olimpiadas de 1968, Goeritz realizó un proyecto sumamente ambicioso: La Ruta de la Amistad.

Este circuito escultórico urbano abarcó un tramo de 17 km del Anillo Periférico. La obra artística salió del ambiente de galería o museo para integrarse al conjunto urbano. Este proyecto incluyó la obra de más de una decena de escultores nacionales y extranjeros. Las piezas fueron creadas bajo la misma línea del manifiesto de Goeritz, la de recuperar en el arte el sentido espiritual que tuvo en otras épocas. Creencia que culminó en 1961, año en el que se inauguró la exposición de un grupo autodenominado Los hartos en la Galería Antonio Souza.

Museo de Arte Moderno en la CDMX

Durante el sexenio de Adolfo López Mateos (1958-1964) hubo un considerable interés por la cultura. En el último año de su mandato, el presidente en turno inauguró más de cinco museos en menos de 3 meses. Entre ellos estuvieron la Pinacoteca Virreinal de San Diego, Museo Anahuacalli, cuyo arquitecto fue Juan O’ Gorman, Museo de Arte Moderno y el Museo Nacional de Antropología. De estos dos últimos, el arquitecto fue Pedro Ramírez Vázquez. Por el lado del diseño estuvo Lance Wyman, creador de los íconos del Sistema Colectivo Metro de la Ciudad de México y de la iconografía de los Juegos Olímpicos de México 1968.

Mil novecientos sesenta y ocho, Gustavo Díaz Ordaz lidera el país y es protagonista en la ofensiva del 2 de octubre contra el movimiento estudiantil. La bayoneta, la paloma ensangrentada, el candado en la boca y la figura presidencial ridiculizada fueron algunos de los símbolos con los que el TGP (Taller de Gráfica Popular) resurgió, y al igual que en sus inicios fue utilizada para reforzar el imaginario de la lucha contestataria y de oposición al régimen. A nivel artístico, 1968 reveló la urgencia de un cambio de paradigma creativo y distribucional. Se buscaron nuevas opciones de expresiones plásticas en el trabajo colectivo, en el arte público y en el diseño gráfico. 1970 fue la década de “Agruparse o morir”.

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