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charlas ociosas

'La inspiración no sirve para un culo': una conversación con Fabio Rubiano

El director y actor principal de la obra de teatro 'Labio de Liebre' publicó hace poco una novela. Nos sentamos con él y aprovechamos para hablar de teatro, de televisión y de política.
Foto: Daniela Echeverry.

Fabio Rubiano suma más de 50 años de vida. De esos, lleva 30 haciendo teatro y apareciendo en televisión.

Recordarlo no es difícil, la verdad. Puede ser por su papel en Vuelo Secreto de hace 20 años o por su obra Labio de Liebre de hace dos. O por esa gran bocota que le expande una sonrisa en media cara. Aproveché el lanzamiento de su libro Soy asesino y padre de familia para hablar con él. De todo.

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VICE: Fabio, deme un consejo para interpretar a un personaje.
Fabio Rubiano: Cuando uno estaba en la escuela de teatro siempre había ejercicios vivenciales. David Mamet los describe en su libro. Era algo así como: "huela el pocillo". El pocillo estaba vacío. "Imagine que es café". "¿Olió el café?". Y todos decían que sí, que habían olido el café. "¿Y que le recordó?". "A mi abuelo cuando estaba en la finca, cuando caminábamos los cafetales".

Y David Mamet decía que "olía esa vaina y no me olía a nada. Me olía a pocillo. Entonces tuve que inventar".

Y esa resulta hacer la historia más atractiva. Y ese es el teatro. El teatro es de creatividad y de esfuerzo, de sudor, de repetición y de ensayo, más que de emoción. Creo que la emoción hace estorbo, como el miedo. ¿Para qué le sirve a uno el miedo? Para cuidarse, sí, para protegerse, pero de resto hace estorbo.

Sentirlo no es transmitirlo. Se transmite técnicamente, no se transmite emocionalmente. Las emociones se guardan para la vida privada. Es una discusión eterna, si es emoción o técnica. Los de la técnica vamos ganando por.. Uff.

Aunque sí hay una noción de la sensibilidad de los autores, de las emociones…
Sí. Alguna vez a una directora brasilera que era muy chiquita y muy brava le preguntaron  que dónde le nacía la inspiración. "Insparaçao, inspiraçao ––dice Fabio, imitándola––, cuando me tengo que levantar todos los días a la madrugada a trabajar 14 horas, buscar la escenografía, ayudar a conseguir actores, reemplazar al que se fue, lidiar con las angustias de todos, escribir el texto, corregirlo, pelear con productores, conseguir, el teatro… Inspiración… Esto es trabajo papito, esto es trabajo, qué inspiración, ni culo".

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El teatro es probablemente doblemente duro, es hacer todo lo que implica el teatro pero también conseguir plata. Hacer el teatro posible. Hay que hacer las dos cosas. Y la repetición… El teatro es un trabajo de repetición, como el ballet. Dígale a un bailarín que por inspiración haga una pirueta que de 11 giros o a un acróbata que haga un triple mortal sintiendo.

¿Cómo está el teatro en el país?
Muy bien. Creo que hay unas nuevas generaciones y una depuración dentro de ellas. No están esperando la inspiración, no se quedaron quejándose de la ausencia de apoyo estatal, sino que empezaron a hacer. Y ya no están haciendo cola en teatros para que los dejen presentar su obra sino que abren su casa y la montan ahí y se convierten en referentes, tanto conceptuales como estéticos.

Lo mejor es que cada vez a la gente le da menos miedo ir a teatro. Antes les daba mucho miedo porque iban a salir regañados o se aburrían, la pasaban mal. Digamos que hay una gran propuesta y una gran presencia del teatro colombiano en el mundo.

Creció también en calidad, hay más futuro que presente, creo…
Hubo un crecimiento en calidad y eso hace que más público vaya. Sí, hay un gran futuro y un gran presente. En este momento se está moviendo mucho.

Otra cosa del nuevo teatro es que todo inicia en la dramaturgia. La aparición de nuevos dramaturgos como Felipe Botero, Felipe Vergara, Manuel Orjuela, Verónica Ochoa, Tania Cárdenas, una serie de dramaturgos jóvenes que hacen y hacen y hacen. No esperan a ver. No tienen ese censor que nosotros tuvimos.

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¿Cómo fue lo que les tocó a ustedes?
A nosotros, que empezamos a hacer teatro en los 80 nos tocó ese teatro político de los 70 que ya no se nos daba, pero todavía no habían aparecido las nuevas propuestas. Fuimos esa generación de transición.

¿Ha pensado en volver a la televisión?
Hago a veces y hago cine, pero mi eje es el teatro. No voy a dejar el teatro para hacer televisión. Siempre está ahí, ayuda. No solo por la plata sino porque le enseña a uno mucho en formas de producción. Si usted necesita una pared, en 10 minutos está. Solucionan muy rápido ciertas cosas de producción que uno en teatro se demora mucho y en las que da muchas vueltas. Está bien acelerar los procesos en el sentido productivo.

¿Se ha venido bajando el nivel de calidad en los actores de televisión?
Toda producción necesita actores con potencia. Usted siempre ve a Andrés Parra, Marlon Moreno, Robinson Diaz, Santiago Alarcón, Ernesto Benjumea, gente que tiene toda la formación teatral que usted quiera. Mientras este ese ahí, manejando el barco, pueden poner otros. Siempre hay figuras que pertenecen al origen real de la actuación.

Suena soberbio decirlo, hay gente que se ha formado sin necesidad de hacer teatro, pero son casos excepcionales.

¿Cuáles son las diferencias de formación entre el actor de teatro y el de televisión?
Los tiempos. Cuando te formas en teatro tienes tiempo para elaborar los personajes. En televisión toca hacerlo rapidito. Elaborar, profundizar. Ensayo y error. La gente que no ha hecho teatro no entiende muy bien lo que significan los ensayos. En televisión, si es que se ensaya, se ensaya poco.

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Pero son mecanismos diferentes. Tú tienes 120 capítulos para desarrollar al personaje, en teatro es una hora y media de plano secuencia, no la puedes cagar.

¿Qué le hace falta a la televisión colombiana?
Lo mismo que le hace falta al teatro: plata. Denle plata a eso. Pongan 2 o 3 millones de dólares para cada capítulo y verá lo que se puede hacer. Porque aquí hay gente, lo que falta es plata.

¿Cree que hace falta tocar el conflicto y esos temas más allá del noticiero?
Se hace. Hay intentos. La niña, Escobar el patrón del mal, El Mexicano, de un lado y de otro. El mexicano giraba mucho alrededor de Rodrigo Lara Bonilla, el primero que dice que hay que parar el narcotráfico. Está muy centrada en su figura que es con quien se inaugura el sicariato, el primer muerto oficial del sicariato de moto. Que no queden en la retina de la gente es otra cosa.

Pero la figura de Pablo Escobar se roba todo el show y opaca lo demás, lo que hay que cuestionarse…
Sí, porque se convierte en una figura ética y estética a admirar. Todo el escándalo que se hace frente a eso yo creo que es peor. Cualquiera puede tener una camiseta con Al Capone y es chistoso. Y Al Capone qué era: un asesino, un criminal, un hampón, un hijueputa. Pero, ¿por qué esa figura de Al Capone no nos hace tanta mella?

A Pablo Escobar ya hay que dejarlo pasar, como en el yoga. Viene un pensamiento, déjelo pasar, no pelee contra esos pensamientos. No hay que rasgarse las vestiduras. Que cuenten. Cuente usted la suya.

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La serie sobre Popeye también causó mucho revuelo, hubo campañas por redes para que no saliera al aire…
Cada uno tiene derecho a contar como se le dé la gana. Si lo quieren mostrar como héroe que lo muestren así. Si Hitler hubiera ganado la guerra sería un héroe. ¿Cuántas versiones hay de Stalin, de Lenin, del Che? No los estoy comparando a ellos con este criminal, pero son versiones. Cada uno tiene derecho a hacer su versión.

Entonces haga la otra serie donde usted cuente la verdad de Popeye donde él es el criminal que es y nació malo porque es hijo del demonio, no sé. Que sea un personaje detestable nadie lo duda, yo creo que nadie, ni él. El sabe que es detestable. Pero todos tienen derecho a hacer lo que quieran.

Ahí es donde toca (respira profundo), bueno… En unos años se van a hacer la historia de Tiro Fijo, inevitablemente. ¿Según la versión de quién? De Alape, de algún general, de quién, va a haber muchas. Eso hay que contarlo. ¿Desde qué perspectiva? Jum. Que hagan, que hagan.

Y sí, va a haber un poco de gente que crea que eso es verdad, pero puta, ganó el No, ganó Trump. (se carcajea).

El lado del Sí estaba convencido que ganaba, pero no.
Y es aterrador que al día siguiente uno se levanta, sale a la calle y todo está igual. La gente está yendo a trabajar, los buses circulan, los carros pitan. No. Estamos como en una tragedia, acaba de estallar una bomba atómica. No puede todo seguir igual.