Publicidad
Relacionados: Las baratas pero efectivas estrategias de marketing de los dealers
Publicidad
Relacionados: Calificamos algunos de los chupes más baratos de México
El precio es audaz para solo contener algunos sorbos. Es de 34 pesos por 375 ml (poco más de una lata). Como pasa con todas las pinches marcas, el precio ridículo contribuye a su exclusividad y valor percibido. ¿Qué podría justificar ese precio? Tal vez despilfarraría esa cantidad de dinero por beber 375 ml del agua de una tina usada por el Dalai Lama, o por la cálida saliva de Kathie Lee Gifford, o por agua que me diera la vida eterna… o para ahogar a Carson Daly.Dicen que si pones una botella vacía de Voss cerca de tu oído, puedes distinguir los ecos débiles del equipo de marketing intentando ahogar sus risas.Imagina cómo lanzaron el concepto de Voss a los inversores: "Como pueden ver, VOSS no sólo es agua. VOSS es un estilo de vida. Piensen en agua, pero piensen en pureza, sofisticación y elegancia. No sólo están bebiendo VOSS. La están experimentando". (Escribí esto en broma y descubrí un parecido aterrador con los verdaderos "valores de la marca": pureza, distinción y responsabilidad).
Publicidad
Relacionados: Los tennis pirata se están volviendo tan buenos que pueden engañar a cualquiera
Voss se jacta de que su agua cuenta sólo con 44 partes por millón de Sólidos Disueltos Totales; entre los SDT ppm más bajos del negocio del agua. Dicho esto, personalmente nunca he tenido un problema con que el agua esté particularmente sólida. Nunca nadie ha tenido que desbloquear una obstrucción provocada por algún sedimento de agua en mi tráquea con una oportuna maniobra Heimlich.
Publicidad
Relacionados: La semilla roja: así funciona Monsanto en México
Luego hay un pantano inquietante —parecido a un culto— de puristas apasionados de Voss, que comentan con devoción, totalmente envueltos en la creencia de que están siendo flagelados sin contacto alguno.
Publicidad
Relacionados: Tu tequila se destila bajo la sombra del crimen organizado
Al parecer, transformaron con éxito la imagen de un derecho humano básico en un símbolo de estatus. Piensen en esos pobres tontos, burlados, quitándole la tapa a la botella, rompiendo ese prestigioso sello de autenticidad como si estuvieran descorchando la última botella conocida de Château Margaux de 1787. Imagínenlos mirando a su alrededor, alardeando sutilmente, asegurándose de no tapar la etiqueta con la mano, muriéndose de las ganas de poder mencionarla en una conversación. Y luego dirán "Oh dios, sí, me cambié a Voss hace seis meses y no me arrepiento. Ya saben, no pueden ponerle precio a la pureza".Si ves que alguien está bebiendo Voss sin ironía, ríe duro y con sinceridad, frente a esa mueca de superioridad. Podría ser difícil transmitir tu mensaje, así que es mejor reír indiscriminadamente y con malicia, calibrar su reacción y dar una opinión válida sobre su poco valor humano.Sigue a Sam Briggs en Twitter.